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Pov María.

- Hola, Eulalio, ¿cómo estás?
- Hijo... Viniste...- la voz del anciano es apenas audible.

Veo como el hombre que acaba de llegar se acerca, el anciano estira la mano cuando él está al borde de la cama.
Miro por la ventana cuando el hombre se agacha para darle un abrazo al anciano.

Aprieto los puños sobre mis piernas, conteniendo el impulso de salir por la ventana que hay a mi lado.
Escucho como los demás adultos empiezan a murmurar de nuevo, malditos, no vinieron ni una sola vez desde hace años, solo ahora que está por petatearse el viejo, están aquí.

Miro mis botas sobre la tela café del sillón; con los dedos quito el lodo seco de los bordes de la suela, callendo algunos trozos en el suelo de loseta azúl. Veo el polvo que sale cuando quitó los trozos, intento no escuchar nada, bloquear todos los sonidos, no quiero saber que dicen.

- Ey, oye. María.

Doy un manotazo antes de que la mano me toque. Levanto la cabeza para ver al hombre que llegó al final; trae puesta una camisa de cuadros grises de manga larga, abierta, con una playera blanca debajo y pantalón de mezclilla.

Solo quedamos él, yo y el viejo, en la habitación del anciano, el resto se fue en algún momento en que logré que todo el sonido fuera solo un ruido fácil de ignorar.

- María, cachorra...- escucho la voz del viejo, no lo miro, veo como el hombre camina de nuevo hacia la cama, la cuál está a mitad del cuarto.- déjanos un rato... solos, ¿quieres?

- Ajá.

Me giro de nuevo a la ventana, da al patio delantero, dónde están estacionados un auto rojo y dos camionetas, una negra y otra amarilla pálido oxidada. La última es donde llegó el hombre.

- María...- el anciano no puede ni decir una oración sin que se quede sin aire.- ve a ver a los animales.

Me levanto, no porque quiera sino porque uso ese maldito tono que me obliga a obedecerlo. Aún al borde de la muerte puede seguir usándolo.

- ¿Y qué quieres que haga, he? Quedan como dos gallinas solamente.- le reclamo, acercándome a él.

- Ve y... haz... algo...

Salgo del cuarto dando pisotones, azoto la puerta cuando ya estoy afuera y salgo por la puerta trasera, llendo hacia los corrales de las vacas jorobadas.

.
.
.

Pov Carlos.

Eulalio se queda callado algunos segundos después de que la puerta se azota, solo respira, con los ojos cerrados. Su mano, entre las dos mías, se aprieta afectuosamente, señal de que yo también debo respirar.

Esa niña. Azotando puertas. Y viendo la situación.
Si fuera una de mis cachorros...

- Carlos...
La voz ronca y baja del hombre frente a mí me saca de mis pensamientos. Doy un suave apretón a su mano, en señal de que le escucho.

- No es una mala... cachorra... Solo... algo temp...- hago una mueca cuando tose como si tuviera demasiadas flemas.- temperamental.

Se toma unos segundos para recuperar el aliento.

- Son buenas... Dan problemas, como... cómo todo jóven... pero, en el... fondo... no son malas...

- ¿De quienes hablas?

- De María y... Martha.

- ¿Quién es Martha?

- La gemela... de... María... ya la conocerás... Se aparecerá por... aquí..., cuando esté lista...

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2024 ⏰

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