FIC SHOT

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*Voy a hacer un fic sobre mi propia historia porque me gusta mucho; así que ya saben, no es parte de la historia, solo algo que imaginé porque soy una cosa pero bárbara 😎😎*

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*Crees que puedas cuidar hoy a los cachorros?*

*Sí, voy después de la escuela*

Envío el mensaje antes de dejar el teléfono de nuevo en la banca, poniendo atención a la clase.

(...)

- Vamos a comer, o a un bar.
- No puedo, tengo otros asuntos.- le sonrío pícaramente a Rose mientras bajamos las escaleras de la universidad.
- Vamos, yo no tengo nada que hacer.- opina Karla, entrelazando su brazo con el de Ruby.
- Ay sí, vamos, chicas.- dice Jahir, con una fingida voz aguda mientras pone su brazo sobre mis hombros y me jala hacia él.
- ¿Segura que no vas, bebé?- me pregunta Majo, volteando la cabeza para verme.
- No puedo, hermosa, le voy a cuidar a los niños a un amigo.
- Bueno, para la próxima.

Salimos de la escuela, me pongo el casco y subo a mi moto, el resto suben al auto de Rose, les digo adiós con la mano y luego acelero.

...

Bajo de la moto, dejo el casco sobre el manubrio y subo las escaleras del estacionamiento corriendo. Subo hasta el departamento de Carlos y golpeo la puerta, cuando abre se hace a un lado para que pase, chocamos los puños cuando paso a su lado, dejo mi mochila sobre el sillón y me siento sobre un reposabrazos, viendolo caminar hacia mí; viste un pantalón de mezclilla con botas amarillas de trabajo, una camisa gris de manga corta.
- ¡Nena! ¡Nena! ¡Nena!
Veo como de la habitación de Carlos salen corriendo y gritando dos pequeños de siete años, ambos con ropa igual y el largo cabello atado en una coleta. Abro los brazos, cuando están a mi alcance los rodeo por la cintura con un brazo a cada uno, ellos me abrazan por el cuello.

- Tengo una comida del trabajo, ¿puedes quedarte hasta tarde?- pregunta Carlos mientras cada niño se sienta a un lado mío, en el sofá.
- Sí, no te preocupes. Tú diviértete.
- Ve que cenen, de preferencia que coman verduras y no tanta carne. Que se vallan a dormir a las 8:30, no es necesario que se bañen. Y si puedes...
- Ya vete.- lo interrumpo con una sonrisa.- Estaremos bien.
- Bueno... Pórtense bien, y obedezcan a Itzel.
Se acerca para darles un beso y un abrazo a cada niño, me da un abrazo y murmura un gracias en mi oído antes de tomar su chamarra y llaves y salir de su casa.
- Bueno, ¿Vamos a jugar fútbol con los chicos?- les pregunto.
Ambos dicen que sí entre festejos muy ajetreados y gritos; los acompaño a la habitación de Carlos para que se pongan zapatos, y los peino diciéndoles que hay que hacer tiempo para que Carlos se valla, a Nat le ato el cabello en una coleta alta y le hago una trenza para que no tenga todo el cabello suelto, a Jorge le hago un mono con el cabello largo, dejando ver el desvanecido en toda la parte baja de la cabeza. Una vez listos salimos del departamento con un balón que lleva Nat, cierro con llave, guardandomela en el bolsillo del pantalón.

(...)

- Toc, toc.- digo en voz alta, entrando al departamento de Carlos.
Levanta la mirada de unos papeles, está sentado en el sofá,
- Hola, ¿oye no dejé un día aquí una chamarra de mezclilla negra?
- Hay una, deja y la traigo.- se levanta y va hacia su cuarto, le sigo.
Me quedo bajo el marco de la puerta mientras lo veo abrir su armario y buscar dentro, espero que sí la tenga, ya está oscuro y empieza a hacer frío.
Le veo venir hacia mí con una prenda negra en la mano, me la entrega, la extiendo viendo que sí es la mía o al menos tiene el mismo hoyo en la bastilla.
- Gracias.- le digo con una sonrisa, echándomela sobre los hombros.
- ¿Va a salir?
Me doy la vuelta para mirarlo, ya iba camino a la puerta. Tiene una ceja alzada y la cara seria, los brazos cruzados sobre el pecho. Imito su gesto de la ceja, es la misma expresión que les dio a sus cachorros ayer cuando los regañó.
- Sí.
- Estás castigada.- dice con tono serio.
Suelto una carcajada con lo que sus cejas se juntan, en un gesto molesto.
- Sí, claro.- Hago un gesto con la mano para restarle importancia. Me doy la vuelta para irme, aún con una sonrisa.
Me toma del brazo, deteniendome y, a la vez, haciéndome girar para míralo a la cara.
- ¿Te crees que estoy jugando? Ayer te salvaste del regaño, pero ni creas que no tendrás un castigo.
- ¿Acaso intentas tratarme como a Ximena o a Fermín o a tus demás "hijos"?- pregunto con ironía, haciendo las comillas con los dedos con la palabra hijos.
- No te daré un trato especial porque no estas por encima de ellos.
Siento como mi paciencia se acaba, junto con todo rastro de humor que me quedaba; de un tirón safo mi brazo de su agarre.
- Ve a jugar al padre con los gemelos, que yo no necesito uno.
Camino hacia la puerta, sintiendo el enojo en el pecho, en la garganta. Me toma del hombro, haciéndome girar, le doy un manotazo para quitarmelo de encima, pero la chamarra se me cae, antes de recogerla respiro profundo, señaló con el dedo hacia el hombre frente a mí.
- Eres mi amigo Carlos, pero nada más. No pretendas actuar conmigo como lo haces con los otros, no tienes ninguna autoridad sobre mí.- hablo, sintiendo el enojo apoderarse de mi cabeza y de mi cuerpo con cada palabra.
- Tengo la misma autoridad sobre tí como la tengo sobre los otros...
Me doy la vuelta, queriendo salir ya antes de que pase algo que haga irreparable nuestra amistad, siento como me vuelve a girar, justo cuando estoy dando la vuelta siento como mis huesos, mis músculos, mis brazos en general se alargan dolorosamente; siento el cambio en mi rostro, en mis sentidos, en mi mente.
Al estar de frente a Carlos le doy un zarpazo con las garras que sobresalen de los dedos de mi mano, veo por un momento la sorpresa en su rostro antes de ver cómo, rápidamente, su cuerpo cambia hasta estar en el punto medio, justo como yo. Un gruñido escapa de mi garganta, siento como me encorvo, el odio es lo único dentro de mis dos consciencias.
Carlos me gruñe de vuelta, más fuerte y en un tono más grueso, más imponente, pero mis gruñidos llevan odio puro, me avalanzo hacia él, sin importarme nada, sin importar si lo lastimo o él a mí.

una nueva manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora