Una mañana difícil

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Era miércoles por la mañana Héctor Sori, un inversor de bienes raíces y padre soltero llevaba a su hijo de cuatro años, al sanitario del despacho de arquitectos ARCO, él pequeño Ulises iba armado con todos los juguetes necesarios para disfrutar de sus vacaciones que estaban por comenzar, un viaje a la playa ideal para un pequeño fanático de los piratas. Al terminar la reunión Héctor y Ulises se despedían de los socios del despacho contentos y preparados para el viaje. Y así ellos partieron y la vida cotidiana de todos en el despacho continuaba sin mayor alteración.


A las ocho diecinueve am del viernes y los ojos de Alexa se abrieron abruptamente, tenía el cuerpo tenso y el ceño fruncido. Todo fue un sueño, pero ella aun podía sentir el calor de sus manos sobre su cuerpo un calor quemante y persistente como si él en verdad hubiera dormido a su lado, justo como antes. Un cálido abrazo cubría su cuerpo y podía sentir como respiraba profundamente para embriagarse del aroma de sus cabellos, él se acercó un poco más para dejar un tierno beso en su cabeza. Dicen que cuando alguien te besa en la cabeza es porque no puede vivir sin ti.

-¿Cuántas razones necesitaba?- se preguntó melancólica.

La luz del sol que se filtraba entre las cortinas y caía sobre su rostro y mientras se tallaba los ojos recordaba "en ocasiones el cerebro produce pesadillas para obligarte a despertar" - ¿Por qué eres tan cruel? –le reprochaba a su cerebro y solo hasta ese momento ella recordó; es viernes por la mañana, ya hay luz del sol y ella aun no sale de la cama y eso solo significa una cosa, es tarde para llegar al trabajo.

-Maldición- gritó levantándose de un salto tomo la pastilla del cajón a un lado de su cama y lo puso en su boca sin darse tiempo de ir por un vaso de agua y corrió a la ducha.

-Me baño en cinco, me visto en cinco más, dos minutos en los dientes, es verano el cabello se puede secar en el camino, treinta y cinco minutos de trayecto, veinticinco si corro -dijo calculando sus tiempos mientras se duchaba, pero había algo que no contemplo en sus cálculos.

Menos de diez minutos estaba de vuelta en su habitación, tan rápido como pudo llego a su armario solo para darse cuenta de que este es uno de esos días en que el universo tiene ganas de divertirse.

Durante más de un mes desvelos y trabajo compulsivo habían sido la estrategia de Alexa para evadir sus fantasmas, esa pequeña parte de nuestra historia que todos tenemos y nos gustaría poder borrar ¿no es así? Algo de lo que tratamos de escapar.

Ahora todos esos días han dado un resultado inesperado, su casa estaba echa un desastre, el refrigerador estaba vacío, la cocina atiborrada de trastes y la cereza del pastel era una montaña de ropa sucia que se levantaba a un lado del armario cual árbol de navidad grande, frondoso y colorido y en cambio tras las puertas del armario quedaba todo lo que no usaría para ir al trabajo o pasar el verano.

-¿Por qué hoy? – Alexa sollozaba dándose topes en la pared mientras mentalmente se reprendía a sí misma, todo en esta vida tiene consecuencias decía en su mente -¿Por qué soy así?

Todo ese tiempo ella había exprimido su armario al punto de quedarse sin más que ropa deportiva, prendas desgastadas y otras no aptas para ir al trabajo y muy en el fondo la ropa de invierno.

Ocho veinticinco am Alexa voltea al reloj sin parar, veinticinco minutos de retraso, mientras trataba de encontrar un atuendo presentable -los minutos pasan demasiado rápido cuando tienes prisa- decía volteando nuevamente al reloj.

Por fin en una esquina del armario encontró esa blusa color durazno que nunca uso por el diseño de los ojales, esa pequeña línea de piel que el corte dejaba ver la hacía sentirse realmente insegura, trato de encontrar una camiseta en los cajones, pero no quedaba nada más. Al final tomo un bralette de encaje lila y un blazer azul marino para tratar de cubrirse y los jeans menos usados que quedaban en la cima de su montaña de ropa.

-No es lo mejor, pero es lo que hay- dijo lamentándose y preparándose para salir corriendo.

A las ocho con cuarenta y cinco una pequeña chica se las arreglaba para correr y escurrirse entre la gente con sus dos capas de ropa que en verano suenan como la peor elección que se puede hacer y un porta planos en la espalda y por primera vez en algún tiempo se atrevió a pedir ayuda divina.

-Sé que no hablo muy seguido contigo sobre todo desde que en la escuela me dijeron que los perros no van al cielo, pero es que ¡¿cómo se atreven?! Pero el asunto es que necesito pedirte un favor he sido una buena persona, lo juro, bueno he cometido errores lo sé pero nadie es perfecto ni siquiera tú, es decir de que parte de tu imagen y semejanza sale toda esa gente horrible que... hay no perdón no te estaba juzgando lo juro- Alexa divagaba en sus pensamientos mientras corría entre la gente tratando de ignorar el creciente calor que estaba sintiendo -solo ayúdame tantito por favor solo pido que mis jefes lleguen tarde hoy a la oficina, solo un poquito más tarde que yo por favor, por favor, por favor, solo déjame llegar antes que ellos, o por lo menos antes que el señor Waldorf.

Nueve am el sol ya irradiaba fuertes rayos que calentaban las calles y el transporte, Alexa podría estar muriendo de calor, pero su atención estaba puesta en el reloj en su muñeca, nueve con doce y el autobús casi llegaba a su estación, pero los altos, los malditos altos - ¿Por qué el tiempo pasa tan rápido como para impedirme llegar temprano, pero tan lento como para impedir que el semáforo cambie a verde más rápido? – incongruencias del tiempo pensaba ella divagando una vez más y tratando despejar la ansiedad que le generaba el llegar tarde al trabajo.

Nueve dieciséis -maldito semáforo – tenía la boca seca y la nariz sudada, pero por fin llego al edificio, ahora solo quedaba suplicar por que este fuera uno de esos días en que el señor Waldorf solía llegar tarde.

Acalorada y un poco sudada por la carrera a menos de diez pasos del ascensor su corazón aun albergaba la esperanza de llegar antes que el jefe.



Una Aventura con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora