Suerte

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"Quien siempre da corre el riesgo de perder la vergüenza"

Nietzsche

-Yo, no me refería a eso – decía Alexa sorprendida al ver la mano de su jefe sosteniendo la puerta para que no se abriera.

-¿Entonces?

«Demonios, creo que ahora si me pase un poco» pensó al escuchar su tono de voz «y ahora ¿Cómo me disculpo?» -es que... es usted -respondió dudando si debía decir más, pero lamentablemente para ella sus palabras no eran suficientes para explicarle al ya impaciente Daniel que no se había sentido amenazada porque no creía ser su tipo. Ella pensaba en las mujeres con las que solía ver a su jefe que eran la razón por la que nunca se permitió fijarse en él, Alexa no era partidaria de los amores platónicos así que nunca considero ningún escenario como el que estaba por ocurrir.

-Hoy has abusado demasiado de tu suerte pequeña, dime una cosa.

-Si...

-Si yo te dijera que esto es por tu causa ¿te sentirías asustada?

De pronto un extraño escalofrío recorrió el cuerpo de Alexa, era una combinación entre miedo y excitación al sentir una enorme erección presionándose contra su espalda, cuando se dio cuenta ya estaba atrapada entre la puerta y el cuerpo de Daniel y trataba de poner en orden sus pensamientos, pero parecía que sus hormonas le bloqueaban las ideas.

-Dime ¿tienes miedo?

Su voz sonaba grave y peligrosa, definitivamente eso era muy diferente al Daniel con el que Alexa estaba acostumbrada a tratar incluso estando enojado, pero por alguna razón ese comportamiento más que asustarla estaba comenzando a excitarla.

-Yo... no sabría decirlo con certeza -respondía titubeando.

A pesar de todo Daniel aún se estaba conteniendo, no sabría cómo explicarlo, pero por alguna razón el solo buscaba asustarla un poco, hasta que recibió esa respuesta y fue como si algo hubiera detonado en su mente.

-Ahhh.

De pronto Alexa sintió un mordisco en su cuello y los brazos de Daniel comenzaron a envolverla.

-¿A caso eso fue un gemido señorita Taibo? decía el besando su cuello como si quisiera devorarla.

-Y ¿Qué esperaba? Si me está tocando de esa manera -respondía ella tratando de contener un segundo gemido «maldición, llevo casi un año sin tener sexo ¿Cómo no quiere que me existe?» pensaba ella aun tratando de controlarse.

-Quiero más de esos pequeños gemidos Alexa -decía Daniel metiendo una de sus manos dentro del pantalón de Alexa- creo has sido demasiado cínica hoy, veamos si de verdad estas preparada para los juegos de adultos.

La enorme mano que había permanecido aprisionando la cadera de Alexa se deslizo casi con desesperación hacia sus senos y comenzó a masajearlos mientras Alexa iba cediendo cada vez más.

-Pequeña sinvergüenza, tienes idea del trabajo que me ha costado dormir desde que vi este par de esponjosos senos ¿cómo puedes ser tan descuidada niña? -la voz de Daniel sonaba ansiosa y maniática y escucharlo hablar de esa manera mientras seguía besándola solo la hacía excitarse más, sentir el calor de esas enormes manos sobre su cuerpo, era una sensación que casi había olvidado, de pronto ese calor llego a su clítoris.

-Ahhh... -Alexa se aferraba a uno de los brazos de Daniel sin poder articular palabra alguna.

-Así pequeña, gime para mí.

Y Alexa no podía pensar en nada más que el deseo de derretirse en sus dedos.

Esa persona había pasado de ser su extraño y voluble jefe que a veces bromeaba y otras parecía un tirano, a ser un peligroso y muy excitante hombre que la tenía aprisionada entre él y la puerta y con las manos aferrándose a la ropa de él para contener sus gemidos.

Podía sentir en todo su cuerpo el deseo de derretirse en sus dedos, pero entonces un destello cruzo por su mente «maldita sea, es mi jefe, no puedo permitirle tener más poder sobre mí del que ya tiene, apenas me libre de la vergüenza que fue el incidente en los baños. Quiere jugar, va a saber lo que es tratar de jugar conmigo» pensaba ella sintiendo como su determinación aumentaba a cada segundo.

-¡Basta!-

Alexa reunió todas las fuerzas que pudo y se ayudó de la puerta para empujarse hacia atrás, por suerte para ella su enorme jefe había estado tan concentrado en tratar de poseerla que no tuvo tiempo de reaccionar y perdió el equilibrio en cuanto ella se impulsó. Ambos terminaron cayendo al piso dándole espacio a Alexa para liberarse del agarre de Daniel y recobrar la compostura.

«Esto no se va a quedar así jefe, usted también tiene que pagar por sus pecados» pensaba ella con cierta malicia.

-Jefe, yo no puedo hacer esto en su oficina, soy demasiado escandalosa como para arriesgarme a que alguien lo note y además no quisiera tener que salir de aquí con mi pantalón empapado ni dejando un charco en su oficina ¿se ha puesto a pensar en el personal de limpieza? Y ¿Qué le pasa, quien cree que soy?

Ante la cara de desconcierto de Daniel, ella reacomodaba su ropa y salía lo más rápido que podía de la oficina y del edificio saboreando en secreto el rostro confundido de Daniel.

-Si yo voy a terminar excitada y frustrada por su culpa, entonces usted señor Waldorf además de eso va a terminar confundido. De la convivencia que se preocupe la Alexa del futuro.

Alexa estaba disfrutando la victoria sobre su jefe, pero más importante aún, sentía que se reivindicaba consigo misma al haber podido por fin hacer valer su voluntad nuevamente.

De camino a su casa ella sonreía y sacudía su cabeza como tratando de despajar los recuerdos y cualquier pensamiento que pudiera ensombrecer su victoria.

-Nunca más, ni nadie más podrá siquiera tratarde jugar conmigo sin sufrir las consecuencias – se decía dándose ánimos -nuncamás

Una Aventura con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora