incidentes

135 5 3
                                    

"La teoría del caos se desmoronaba ante la perfecta maquinaria de fatalidades que regía su vida,

nada es casual", se decía. Por más que agite el puzle,

todas las piezas vuelven a encajar con demoledora exactitud en el mapa de mi fracaso."

Frase de Ray Loriga

Esa misma mañana Daniel Waldorf se despertó y cumplió con su rutina diaria sin mayor inconveniente, la mañana parecía ser más tranquila para él, no había clientes que visitar ni obras que supervisar, era uno de esos días extraños y casi mitológicos en los que todo iba de acuerdo con el calendario y cuando estaba listo para partir un mensaje apareció en la pantalla de su teléfono.

-¡Ayuda! Voy tarde y tengo que entregar mi contrato firmado antes de tomar mi vuelo.

-¿Por qué justo hoy?

- ¡Olvide que debía entregar el contrato firmado antes de irme! Vas a ayudarme o ¿no?

-Paso por ti en 10 minutos.

Después de desviarse para rescatar a la chica en apuros, Daniel conducía hacia la oficina disfrutando el olor a café y pan fresco de las cafeterías que estaban en el camino mientras que Mariela no paraba de sacudir los pies inconscientemente para tratar de controlar sus nervios, ella no podía perder ese vuelo, esta era una de sus mejores oportunidades,

-Llegaremos pronto, para ya con ese movimiento que me vas a volver loco – Daniel sostenía su rodilla tratando de señalarle el frenético movimiento de sus pies.

A las nueve veintisiete Daniel entro al edificio corporativo donde está su despacho para encontrarse con una pequeña coincidencia- ¿Señorita Taibo? -y Alexa perdía el color de su rostro incluso antes de voltear a responder.

¿Por qué me odias universo?» pensó ella al ver a su jefe- Buenos días, señor Waldorf -una voz ahogada y temblorosa salió de la boca de Alexa mientras su mente entraba en pánico «maldita sea»

Él la observó atentamente, era la persona más pequeña de la oficina lucía un poco graciosa cargando un porta planos que era casi de su tamaño, pero sin darse cuenta fruncía el ceño al tratar de analizar porque hoy parecía un poco diferente de lo usual, también se veía un poco enferma, lucia pálida y un poco sudorosa, como si tuviera fiebre y se preguntó si sería mejor regresarla a casa «¿Qué pasa con esta chica?» pensó queriendo preguntar que le sucedía -Alexa...

-Ya estoy lista – unos pasos detrás de Daniel se escuchó la voz de Mariela que se había quedado atrás para hacer una llamada a su agente.

-Subamos entonces- respondió Daniel sin dejar de analizar a Alexa

-¿Qué haces, porque la miras así? –susurro Mariela a la espalda de Daniel.

-¿Celosa? – pregunto Daniel en voz baja volteando hacia Mariela con una sonrisa en su rostro.

-¿Como podría ponerme celosa? No seas ridículo, vamos ya.

-Solo jugaba- Respondió Daniel abrazándola

Alexa suspiraba aliviada y agradecida por la bella interrupción y al subir al ascensor y colocarse en una esquina tratando de pasar desapercibida no pudo evitar observar a Mariela por unos segundos alta, delgada, erguida, elegante y hermosa cual modelo que era y sonrió pensando «es como mi perfecta antítesis» y luego sacudió su cabeza al notar que la observaba demasiado y que su jefe estaba a un lado. Por fortuna para Alexa en el ascensor había subido la cantidad suficiente de personas como para que ella pudiera mantenerse oculta hasta llegar a su piso.

Ya en la oficina Alexa corrió a su cubículo para de ocultarse de su jefe, sin embargo, después de un rato concentrada en su monitor el calor y la incomodidad que sentía se habían vuelto insostenibles y abanicarse aire con las manos ya no era suficiente. Entro a los baños de mujeres con la intención de refrescarse, se quitó el blazer azul y desabrocho su blusa, no solo sentía el bochorno del verano también estaba esa asfixiante marca, ese abrazo que recibió en un sueño aun le quemaba la piel podía sentir como su garganta se anudaba y sus ojos se enjugaban y una pesada incomodidad recorría su cuerpo.

Tratando de calmarse se quitó la blusa y la coloco a un lado junto a su blazer comenzó a refrescarse la cara con agua de la llave, su cabello estaba casi empapado y escurría agua de su rostro mojando el bralette que tenía puesto, pero no notaba nada de eso, solo quería apagar el calor de las quemantes lagrimas que invadían sus ojos.

-¿Por qué no te vas todavía?- preguntaba frustrada y en voz baja.

-Perdón, pero es que debo usar el sanitario.

El corazón de Alexa se aceleró y la palidez volvió a su cuerpo al recibir esa respuesta y volteo solo para confirmar su sospecha.

-¡Jefe! –de pronto todo lo que ocupaba su mente se desvaneció y un solo pensamiento la invadió «otro maldito error más» no llevaba ni medio día de trabajo y ya había sido atrapada en dos ocasiones.

Pero Daniel se encontraba más bien en un estado de shock, seguía observándola, pensando que se encontraba enferma por la palidez de su rostro y también sentía culpa por haber notado que debajo de esa ropa holgada que solía usar había más curvas de las que parecía.

Durante unos instantes ambos se observaron atónitos sin saber que decir hasta que Alexa noto que seguía descubierta.

-¿Qué hace aquí?- pregunto tratando de recomponerse mientras se colocaba su blusa de forma apresurada.

-Eh... - por un instante Daniel quedo con la mente en blanco, pero entonces también logro recomponerse -se...señorita Taibo ayer se envió un correo a todos en la oficina avisando sobre una avería en el sanitario de hombres, por lo que por este día el sanitario de mujeres tendría que ser de uso mixto, pero parece ser que usted no lo leyó.

-Ah... – esa última frase termino de sumirla en su vergüenza, este día ya había comenzado mal y no daba señales de mejora -yo...- Alexa había quedado sin palabras y sin ideas, se sentía frustrada y terriblemente incompetente.

-Eh... descuida- «rayos ¿Por qué no me puedo concentrar?» pensaba Daniel mientras trataba de articular sus palabras -pero si no te molesta tengo que pasar -dijo él tratando de ocultar los nervios y la incomodidad, tanto que apenas pudo recordar que estaba haciendo allí

-¡Si! Claro yo lo siento – por fin Alexa reacciono luciendo notoriamente avergonzada por lo que agacho su cabeza y salió corriendo de los sanitarios.

Y sin saberlo ambos se sentían culpables y avergonzados, Alexa sentía el peso de todo lo que había salido mal esa mañana, sobre todo frente a su jefe y Daniel sentía una extraña culpa por haberse encontrado con esa pequeña chica en tal situación.

Una Aventura con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora