Cerca de ella

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Cuando ella se levantó, la chaqueta de Daniel le quedaba tan grande que casi llegaba a sus rodillas y verla tan pequeña hacía que Daniel sintiera ganas de derretirse o cargarla en sus brazos, pensamientos que lo hacían reflexionar sobre las palabras de Gustav.

La llegar al estacionamiento del lugar Alexa sintió una pequeña incomodidad de no saber cómo comportarse ante él, por un lado, estaba agradecida, pero por otro no sabía si su mensaje le había llegado así que trato de convencer a su jefe de volver a la fiesta.

-Jefe no debería perderse la fiesta por mí, yo puedo irme sola, puedo tomar un taxi, en el peor de los casos el transporte, aun no es tan tarde.

-De ninguna manera, no pienso dejar que vayas tu sola en cualquier transporte, además ya no hay nada en ese lugar que me interese tanto como para quedarme.

De repente Alexa se sintió demasiado pequeña, inclusive no era capaz de mirarlo a la cara, si bien era cierto que desde lo sucedido en la oficina había fantaseado ocasionalmente con su jefe, también se había dado cuenta que estar a solas con una persona tan imponente, inevitablemente la llevo a recordar a su exnovio y todas las secuelas que le había dejado esa relación.

Daniel veía como su pequeño duende se encogía y se convertía en un conejito asustado y no pudo sino sentirse el más miserable por haber perdido el control esa noche en la oficina.

-Alexa.

-Si jefe. – Respondió ella con una voz un tanto exaltada.

Daniel se inclinó para poder mirarla a los ojos directamente y al verla tan vulnerable de repente se encontró a si mismo admitiendo sus sentimientos.

-Perdóname por lo que paso esa noche en la oficina, fui un idiota por comportarme de esa manera, te juro que no te voy a hacer daño, solo déjame llevarte segura a casa por favor, no podría estar tranquilo en ningún lugar si no sé qué tu estas a salvo.

-Está bien.

Daniel agradeció ver que su cuerpo se relajaba un poco, pero, aun así, seguía sin ser la chica alegre y respondona a la que estaba acostumbrado y que había estado extrañando durante casi tres semanas.

En el camino Alexa solo miraba por la ventana esforzándose por alejar los recuerdos de su antigua relación que tanto la molestaba mientras que la mente de Daniel se debatía entre la terrible culpa por haberla incomodado tanto y el miedo de que ahora lo odiara.

Cuando estaban por llegar a su departamento ella decidió iniciar una conversación.

-Jefe...

- ¿Qué sucede? – una sola palabra había hecho que Daniel sintiera que volvía a respirar, pero lo que siguió hizo que casi volviera a su estado de angustia anterior.

-¿Ya no está enojado? -dijo ella sin saber realmente de que otro modo abordar el tema.

-¡¿Qué?! ¿Porque dices eso?

-Bueno, la obra está por terminar y... creo que me gustaría volver a la oficina. Yo ... sé que tal vez me excedí un poco, prometo no volver a molestarlo.

- Por dios, como dices eso- Daniel sentía que el corazón se le iba a salir por la boca, él no lograba entender cómo funcionaba la mente de Alexa ¿Cómo podía estarse disculpando cuando por poco había sido una víctima su idiotez? -Escucha yo... yo no te saque de la oficina porque estuviera enojado, yo me sentía culpable por lo que hice y tenía miedo de verte, así que te envié a la obra mientras reunía el valor para disculparme supongo.

De pronto Daniel escucho una risilla que lo volvió a sacar de su sitio.

-Jiji, sabe algún día me gustaría ser el jefe para huir de mis problemas reubicando a mis empleados.

Daniel seguía sin entender su mente, pero volver a ver su la alegría en su mirada era suficiente para hacerlo sentirse aliviado.

-Oiga, quiere esperar adentro mientras me cambio – Alexa extendía esa invitación como prueba para sí misma, no tenía idea de cómo podían salir las cosas, pero se negaba a dejar que su antigua relación la hiciera tener miedo a involucrarse con las personas para siempre.

Por otro lado, para Daniel, cada paso que Alexa daba era desconcertante, pero no quería perder la oportunidad de pasar más tiempo y acercarse un poco más a ella.

-sí, claro.

Al llegar al departamento de Alexa Daniel solo pudo sonreír y pensar que ese lugar gritaba su nombre por todas partes, los sillones de la sala eran de colores diferentes cada uno, las lámparas de la eran de vidrio soplado, coloridas y con formas extrañas, el librero estaba ocupado a la mitad por libros y la otra por todo tipo pinturas y papeles. Al fondo de la sala había una mesita que tenía manchas secas de pintura acrílica. En la barra de la cocina había un frutero con forma de alebrije.

-Ahora veo porque decías que decías que eres demasiado expansiva como para vivir con tu familia.

-Se lo dije -Gritaba Alexa desde su habitación.

Daniel se sentó en un sillón morado con lunares color turquesa para tratar de contemplar cómo era la vida de Alexa.

-Ya estoy lista. –Después de unos minutos ella salió de su habitación con una blusa solo un poco más ajustada y con un escote de transparencia. La forma en que la ropa se ajustaba a su figura inevitablemente llevo a Daniel a recordar aquel día pensando en cuales fueron los eventos que hicieron que todo iniciara.

Cuando ella abría la puerta para que se marcharan, el volvió a cerrarla para impedirle salir y volvió a tomar sus caderas con sus manos, pero esta vez con suavidad.

Mientras recargaba su cabeza en la puerta trataba de contener todos sus impulsos y buscaba las palabras correctas para no asustarla.

-Alexa yo... no puedo, no quiero salir -entonces se dio cuenta que ni siquiera había pensado realmente que era lo que diría.

Por otro lado, ella no se sintió realmente intimidada, pero trataba de mantenerse firme.

-No entiendo que quiere decir -respondía extrañada.

-Quiero estar aquí, contigo.

-Jefe yo no soy una mujer sumisa que vaya a aceptar cualquier clase de trato.

-Lo sé, recibí tu mensaje fuerte y claro, yo no esperaba que fueras nada de eso.

Alexa se giró para verlo de frente. Daniel aun tenía sus caderas agarradas suavemente y mantenía su cabeza pegada a la puerta y los ojos cerrados tratando de contener sus impulsos.

Comparado con Alexa él era enorme y al girarse ella pudo notar lo agitado que estaba su corazón y también su respiración.

-Yo ya no soy una mujer con la que se pueda jugar sin sufrir las consecuencias señor Waldorf.

-Yo no me atrevería a jugar contigo Alexa.

Ella se irguió y empujo su pecho hacia atrás.

-¡De rodillas!

La fuerza de su voz hizo que Daniel abriera los ojos para encontrarse con la firme y penetrante mirada de Alexa.

Otro movimiento más del que no tengo la menor idea, pensó el, sin embargo, cualquier cosa que lo acercara más a ella era aceptable así que él se arrodillo frente a ella.

- ¿Qué quieres de mí?  

Una Aventura con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora