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✧TUPAC!

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TUPAC!

XVI.Espejos.

              ACARICIABA sin parar la piel blanquecina y desnuda de su espalda por debajo de mi camiseta que ella usaba de pijama; el interior de mi mejilla casi que podía llegar a sangrar de tanto que lo estaba mordisqueando por pensar. Las ventanas de la habitación estaban abiertas de par en par, una suave brisa fresca inundaba la habitación.

 Mi cabeza divagaba, era impresionante como la rubia se había vuelto tan desconocida para mí en tan solo un segundo. Sentía que había algo que cambió, un engranaje que se movió un centímetro cambiando todo el sistema.  Su casa había quedado reducida a cenizas, por lo tanto el desastre de mi cálida alcoba, le funcionó de nido por aquella fresca noche.

Me armé de valor intentando demostrarle mi preocupación por ella;—¿Tienes algo que decirme?—mencioné con algo de temor. Ella levantó la cabeza.

—No, ¿Porqué lo dices?—inquirió con una leve pizca de pánico en su voz. Había algo oculto y yo lo sabía.

—Si pasara algo, ¿Me lo dirías?—arqueé la ceja mientras ella se levantaba de la cama, quedando sentada frente a mí. El desorden de mi habitación se veía tan bello con el caos de su presencia... Su cabello desordenado, su maquillaje corrido y la camiseta arrugada. La chica era simplemente arte.

—Venga, no te preocupes—se estiró dejando un beso en mi mejilla. Yo miré con atención sus ojos, tristes.

Era tan carismática y dulce, pero tan triste... Como un payaso con el corazón roto.

—Cariño, si algo sucediera... Sabes que siempre puedes contar conmigo.—Suspiré estirando mis brazos, y ella volvió a acostarse sobre mi pecho.—Te cuidaría hasta que el mundo se termine, lo sabes... ¿No?

Ella sonrió y soltó un pequeño sollozo. Su dolor y el mío se volvían uno cuando estábamos juntos.—No quieres saberlo, no quiero que lo sepas.—Susurró, y yo opté por simplemente respetar su dolor.

Se levantó de la cama y comenzó a vestirse mientras yo la observaba con cierta duda. Unos segundos después, me levanté sin demasiados ánimos de hacerlo; Ella desapareció en la cocina dejándome fundido en su aroma.

—Debería ir con Sarah.—Comentó poniendo un plato de tostadas en la mesa, mientras yo preparaba el café.

—¿Realmente tienes ganas de seguir con ésto?—inquerí.

Ella suspiró;—No es tan... malo.—Se encogió de hombros.—Es dinero, después de todo.

Dejé las tazas sobre la mesa y ella se sentó frente a mí. Se veía apagada, pequeña;—Si no quieres seguir, sólo dímelo.

—Es una oportunidad... Estar cerca de los Kennedy me hace conocida, y además, a ti te ayuda en tu investigación. Yo podré ser una celebridad y tú, una persona justiciera como Robin Hood.

Sonreí;—¿El precio por tu talento, es todo lo que te veo sufrir?—pregunté desganado. Ella suspiró.

—Nada es gratis en esta vida, además... Habiendo tantos lobos afuera, buscando chicas jóvenes y bonitas como yo, lo más suave de la industria es estar con un Kennedy... Estoy segura.—Negó con la cabeza.

—¿Te has enterado de algo?—inquirí.

Negó con la cabeza;—Los hombres siempre fueron así cariño, nada los cambiará. Los lobos van detrás de presas débiles, siempre tienen hambre.

Yo suspiré y no añadí ni una palabra.

—Sólo dímelo... Yo vengaría cualquier daño que te hicieran.—Murmuré y ella me sonrió de lado.

—¿Cómo? ¿Cometerás un crimen? ¿Asesinarás a alguien?—sonrió burlona;—El mundo, es todos contra las mujeres. La culpa es de la belleza, o de la falda, o de la lana de la oveja... Jamás del lobo.—Le dio un sorbo al café;—Ambos estamos del lado equivocado de la historia, yo soy una mujer, tú eres negro... No sería nada bueno que hicieras un lío, no saldrías vencedor. Lo sabes.

Apreté la mandíbula. Ella tenía razón, la historia jugaba a favor de la supremacía blanca masculina. 

—¿Y tú? ¿Qué tienes en la cabeza ahora?—me miró arqueando una ceja, casi leyéndome.

—Creo que han sido los Kennedy quienes han quemado tu casa.—Solté sin más.

Ella sonrió con tristeza;—También lo creo.

—Es el único modo de no llamar la atención, y también, de tenerte más controlada. No podremos vernos casi nunca, estarás siempre en la mira.—Solté sin pensar, y de pronto noté que la tristeza de ambos, era que en el fondo sabíamos que éste burdo juego contra los Kennedy y su dinero, acabaría por separarnos.

—Lo pensé;—Soltó ella haciendo una mueca.—Podemos vernos en la tienda de Sarah.

—¿Cuánto tiempo más piensas, que te dejarán trabajar?—sonreí de lado.

Ella suspiró y rebuscó con la mirada, como si intentase encontrar una solución. Simplemente no la había.—Lo solucionaremos, ¿No?

Yo simplemente asentí.—Por supuesto.

Ella permaneció un segundo en silencio mordiéndose las uñas, mientras yo bebía mi café.—¡Tengo una idea brillante!

Arqueé la ceja;—Dime.

—¿Qué da más miedo que un negro como tú, de metro noventa?—abrió los ojos contenta y yo solté una risita.

—¡Gracias, eres amable!—sonreí y ella imitó el gesto.

—A lo que voy;—Se explicó marcando el hoyuelo de su mejilla, y haciendo su cabello hacia atrás.—Es que puedo decirle a John que me aterra ir a una ciudad desconocida, que necesitaré alguien que me cuide y que justo... Conozco una persona perfecta.

—No comprendo tu plan;—La miré;—¿Quieres que sea tu niñera?—pregunté burlón.

—Mi plan, es blanquear tu presencia frente a ellos como mi guardaespaldas.—Estiró la mano sobre la mesa dándome un gesto para que la tome y así lo hice.—Si estamos juntos, romperemos el sistema desde adentro.

—Y yo podré tenerte cerca.—Sonreí.

—¿Aceptas la propuesta?—inquirió.

—Cuenta siempre conmigo.—Murmuré estirándome un poco, y besándole levemente los dedos.

***

Perdón el capítulo:( refeo

«Brillar» Monroe×TupacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora