✧MARILYN!
X.Usada.DESPERTÉ con ésa extraña presión en el pecho, aquella culpa o soledad. Sentía una tristeza indescriptible, no sabía que sucedía. Mi corazón entendía lo que sucedía y sólo no reaccionaba, o simplemente, me encontraba allí dejándome llevar.
Sabía que Tupac había estado lejano a mí todos éstos días, y no comprendía, "¿Yo había hecho algo?", "¿Lo había hecho él?" No comprendía ésa manía que tenían los hombres de hacerte sentir bella y útil, única cuando te necesitaban, y luego, en días, semanas, horas o meses, desaparecían o te hacían sentir corriente, horrible, común. Mi paciencia estaba acabando, porque le había dado el cariño que no le había dado jamás a nadie, porque sentía que había perdido un montón de meses en conocer a alguien que ahora, se tornaba lejano a mí, como si lo que fuimos nunca existió.
Estaba enfadada, triste, confusa, decepcionada...No sabía como me encontraba, simplemente sabía que estaba allí, intentando justificarlo aunque me dañara. Sabía que lo amaba, como a un amigo, porque cuando me había destruido el corazón, yo aún intentaba justificarlo.
Flashback;
-Shakur, ¿Hay algo que no sepa?-pregunté.
Él apartó la mirada, sin decir nada, tragó grueso y me tensé.
-¿Qué me ocultas, cielo?-volví a preguntar;-Por favor, dime que estas bromeando.
Negó con un gesto, inclinando su cabeza y se mordió la mejilla.-Hay mucho que no sabes, pero Jeane, no me hagas decírtelo ahora.-Rogó y bufé.
-¿Es malo, Tupac?-pregunté.
-No, no tanto-sonrió de lado y se rascó la nuca.
-Éso no me da ningún tipo de seguridad cariño-Dije intentando sonar calmada, aunque todos mis esfuerzos fueron en vano por la expresión de mi rostro.
-Jeane...-Suspiró y pasó sus manos con frustración por su rostro.
-¿Qué pasa Tupac?-pregunté con una incertidumbre enorme.
Suspiró y sus ojos se movían a todos lados, como si buscase una respuesta o una escapatoria. Como si quisiera huir porque su secreto era más grande, que su lealtad hacia mí.
-Nada Jeane, tengo que irme-suspiró y después de agarrar su chaqueta, se marchó.
-¡Shakur dime!-rogué caminando a paso acelerado hasta él.
Me miró, frío y lejano. Y sin decirme nada más, cruzó la puerta. Dejándome sola, dudosa, y hambrienta de respuestas.
Actualidad;
¡Qué manía estúpida que tenían los hombres! Habíamos entrelazado nuestras manos cuando estábamos en riesgo, habíamos sonreído ante la compañía del otro, nos habíamos fundido en abrazos eternos, pero todo aquello había resultado en vano, si después de todo, antes de revelar un secreto o enfrentarse a una verdad, preferían huir.
Quizás, el problema era yo. Aquella tonta costumbre de no escapar, siempre afrontaba las consecuencias o quizás, invertía demasiado tiempo en buscar problemas, aunque me convenciera a mí misma de que lo que buscaba eran respuestas y soluciones, siempre atraía problemas y decepciones.
Bufé, intentando comprender la tormenta de emociones que sentía, y clavé la mirada en el techo, aunque era poco lo que lograba ver, ya que una catarata de lágrimas inundaron mis ojos en segundos.
Y ahí me encontraba yo, ingenua; Llorando a la luz de una luna llena que quizás, comprendía mi soledad o mi decepción. Ahí estaba yo, lamentando las excusas de alguien que por naturaleza, solamente sabía huir.
Sí, me rompieron el corazón, sí, solamente supo huir...