Evan abre la puerta de mi nuevo hogar y mis ojos brillan con curiosidad, la misma curiosidad que no ha cesado en los últimos días, desde que me he enterado que viviría junto a él a partir de ahora.
Las paredes limpias, de sus colores grisescos, blancos y rojos hacen querer quedarse ahí para siempre, dándole un aspecto realmente serio y elegante. Las alfombras que decoran con perfecta sintonía el amueblado, y la cocina reluciente con cada cosa en su lugar. Entro y camino hacia los cuartos que se encuentran en perfecto estado y me pregunto algo relativo al mismo orden que encuentro justo en frente de mi. Es demasiado bueno como para haber sido hecho por mi hermano. Técnicamente, es demasiado perfecto.
No necesito preguntar cuál es mi habitación, sólo tiro de mi maleta adentro de una y observo a Evan, que se encuentra apoyado, con sus brazos cruzados por encima de su pecho, en el marco de la puerta, mirándome con diversión y luego deja dos maletas en la habitación que estaban a su lado al hacer su pose.
Me limito a tomar una bocanada de aire y arqueo una ceja dispuesta a iniciar.
—¿Con quién follaste para que te hiciera el aseo? —cuestiono, sin rodeos. Él niega, con una risa entre dientes y me tumbo en la cama, mirando el techo para esperar su respuesta, desde aquí tengo que enterarme de las cosas que hace.
El techo tiene finos bordes hechos a mano, casi como una especie de espirales que van de aquí para allá, haciendo que sean seguidas por la vista, casi como si de un laberinto se tratara, me gusta. Siento a Evan tumbarse a mi lado y suelta un suspiro sonoro para luego cerrar su boca por unos segundos.
—Para tener tres malditos años sin verte sabes mucho de mí, enana —se burla y le doy un manotazo fuerte. Arqueo una ceja, mirando sus ojos y me encojo de hombros.
No hay que ser adivina para saber que Evan es un adicto al sexo, es como si fuese un conejo.
No hay que ser muy explicito, pero lo había encontrado teniendo sexo en su habitación con nuestra niñera a los doce años. ¡Yo tenía doce! Él quince, y nuestra niñera dieciocho. Fue desde ese momento, que, Evan se volvió un idiota poseído por lujuria.
—No lo sé. Tienes sexo veinticuatro siete todo el mes. Lo sabe el mundo entero de todos modos —digo con diversión. Evan suelta una carcajada para luego aplaudir con felicidad, mientras yo muerdo mi labio inferior tratando de ocultar mi carcajada. Había extrañado a este hombre tanto, que se me hace un nudo pequeño en la garganta.
—No cambias ni un poco, enana de mierda —suspira, dándome un golpe en la frente. Doy un grito algo dramática.
—¡Idiota! ¡Eres tan innecesario! —grito y le doy un golpe en el pecho, mientras me pongo de pie rápidamente, siendo la estrella del drama—. Es suficiente charla por el día de hoy. Ahora vete de acá mismo, necesito ponerme cómoda con mi nuevo espacio.
—Te recuerdo que este es mi hogar, Elish —se pone de pie y me observa. Arqueo una ceja de manera intimidante. Diablos, que ahora también vivo aquí y la que manda soy yo porque soy más inteligente. Arqueo mi ceja de manera inteligente y superficial, mientras Evan pone los ojos en blanco. Odia que haga esto pero me encanta hacerlo, verlo enojado es mi satisfacción.
—Uno... —inicio levantando mi dedo índice─...Dos... ─levanto otro dedo y él me mira con terror─ Y...
Evan sale disparado de mi nueva habitación y no puedo evitar sonreír triunfante, mientras cierro la puerta.
Camino hacia mis cuatro maletas y me tumbo encima de ellas, recibiendo un fuerte golpe. Gimo de dolor y doy la vuelta en el suelo extrañamente. Suelto un suspiro de pereza y cierro los ojos intentado parecer normal y todo eso que normalmente hacen las chicas.
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Theodore Grey •EDITANDO•
FanfictionTheodore Grey, el hijo mayor y heredero de la Grey Enterprises, cambia su modo de vivir y ver el mundo, gracias a Elish Clough; una Universitaria de primer curso que oculta un doloroso pasado que le hace ser alocada y vulgar. Su relación es complica...