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Eran casi las seis y media de la mañana, y aunque fuese aún muy temprano, Gulf se mostraba de muy buen ánimo mientras preparaba el desayuno. A pesar de que al momento de despertar y lo primero que hizo fue a correr al cuarto de baño, se mantenía con una sonrisa en los labios.

Todos los embarazos son diferentes, algunos con síntomas más terribles que otros y con cambios de humor cada cinco segundos. Por ése aspecto, el castaño estaba muy agradecido que su estado de ánimo sea bastante positivo -claro que apenas tenía un mes y una semana-, sus amigos también lo agradecían. 

Gulf parecía tener un aura brillante, era como si su mirada transfería una sensación de tranquilidad y eso de alguna manera aumentaba su sonrisa. Le gustaba mirar su reflejo. Unas semanas atrás, su rostro era de pánico y se encontraba nervioso en todo momento, su mirada sólo podía dar angustia. Quizás ésa era la razón por la que Prem y Dome se mostraban tan preocupados por él antes de enterarse del embarazo.

El castaño miró la entrada de la cocina por unos segundos, sólo quería asegurarse que Mew no estaba por ahí, puso una mano en su estómago y le dio suaves caricias. Cada vez que se encontraba solo hacía exactamente lo mismo.

Quitó rápidamente su mano, luego de sentir unos pasos acercarse a la cocina y se volteó para servirle Hot cakes a Mew. Casi al instante, el moreno atravesó el umbral de la puerta y bostezó.

-Buenos días, Gulf -Dijo con una sonrisa somnolienta.

-Buenos días, Mew... puedes sentarte, el desayuno está listo.

El moreno soltó una tenue risita y se sentó en su lugar.

-Gracias, cariño.

-¿Qué? -Gulf abrió sus ojos como platos y volteó su cabeza rápidamente para encontrarse con la mirada de Mew.

El mayor soltó una carcajada.

-No pongas ésa cara, sólo era una broma. Te preocupas tanto porque coma bien, en realidad pareces mi esposo.

-De hecho, sí soy tu esposo -Gulf suavizó su rostro y pudo esbozar una sonrisa-, aunque es temporal. 

Mew no respondió, pero tampoco borró su sonrisa. Recibió el plato con hot cakes, la miel para echarle en la superficie y una taza de café, recién preparada por Gulf. El mayor sabía perfectamente que Gulf era de esos chicos de los que se es casi imposible no encariñarse. Alguien tan atento, tan simpático y tan guapo. Pero Mew no quería nada más allá con él, el amor era para débiles. 

Más bien, el moreno aún tenía sentimientos por su ex novia, aunque ésta ya tuviera otra pareja. Ella se había llevado lo mejor de él. Después de que ella se marchara, dejando su lugar de la cama vacío y un millón de recuerdos en cada rincón del departamento, Mew se prometió jamás volver a pasar por lo mismo. La sensación de perder a alguien es asfixiante y ni en sus más remotos sueños, se atrevería a experimentarlo de nuevo. 

Se vio a sí mismo después de dos meses de haber sido cortado por la mujer que tanto amó, se había convertido en un ser despreciable. Buscaba cuerpos débiles, siempre le dio igual si fuese hombre o mujer quien estuviera debajo de él, mientras que éstos le permitieran mover brutalmente su pelvis contra sus cuerpos, buscando saciar su libido. El deseo de descargar sus más grandes angustias. Entre gemidos ahogaba sus inmensas ganas de gritar. 

Nunca se había sentido tan vulnerable. Vulnerabilidad que no dejaría que nadie más viera.

Por eso evitaba ver más allá a Gulf e intentaba no conocerlo más, le gustaba la manera de ser del más joven y sabía que si investigaba más a fondo, se encontraría con una persona imposible de olvidar. No quería unir lazos con una persona con la que estaría sólo por un lapso de tiempo. Simplemente no se arriesgaría por algo efímero.

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora