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Las flores, los mensajes de texto con más de mil palabras y las invitaciones a cenas románticas eran sólo una pequeña parte de lo que hacía Mew para enamorar -mucho más, como si fuera posible- a Gulf.

Por más que el menor le insistía que no era necesario tanto detalle, que ya tenía más que ganado su corazón, el moreno seguía.

No lo estaba conquistando sólo porque sí, buscaría el momento perfecto para hacer a Gulf nuevamente su esposo.

El día doce de septiembre había llegado, el reloj marcaba las siete de la mañana y en las calles se pueden apreciar varios escolares corriendo de un lugar a otro. Mew conducía su automóvil somnoliento, había recibido un mensaje de Gulf bastante temprano, pidiéndole de favor que lo llevase al hospital en busca de algunos exámenes.

Por supuesto aceptó inmediatamente, aunque por más que intentó no pudo saber de qué o de quién eran esos dichosos exámenes.

El moreno se detuvo en un semáforo en rojo, dándole tiempo de contemplar un poco su entorno. Su corazón se derritió cuando vio a una nena muy chiquita, bien arreglada para ir al jardín infantil, tomada de la mano de su papá, quien por cierto también vestía un uniforme escolar.

Mew suspiró, el corazón se le aceleró cuando la infante repetía una y otra vez preguntas sin sentidos, siempre recalcando la palabra "papá".

Un chico tan joven siendo padre, y él... ¿Qué era exactamente? Un hombre que jamás pudo llegar a ser llamado así.

Los constantes toques del claxon de los coches detrás de él le hicieron despabilar.

Negó rápidamente y siguió su camino, en todo momento retumbándole en cada rincón de su cabeza la vocecita infantil repitiendo "papá".

Cuando por fin llegó a su destino, bajó del auto y se aproximó a tocar la puerta del extrañamente silencioso departamento. Pronto atendieron, asomándose Gulf con unas adorables ojeras bajo los ojos y una sonrisa provocativamente besable.

Rápidamente cerró la puerta detrás de él, se acercó hasta el moreno, se puso de puntillas y estiró su boca formando un pico. Mew tomó el rostro ajeno entre sus manos y le plantó un casto y delicioso besito.

Entrelazaron sus dedos y caminaron de vuelta al vehículo, pero Gulf detuvo al mayor antes de que éste abriese la puerta del chófer.

-Manejaré yo...

-Yo puedo llevarte, cariño.

Gulf negó y dio suaves empujoncitos en el pecho ajeno. Mew no insistió y se acomodó en el lugar del copiloto, acomodó su cinturón de seguridad y contempló la amplia sonrisa del menor.

El camino que tomaron no era precisamente hacia el hospital, más bien, se dirigían al cementerio.

Mew no comprendía los motivos para estar ahí, pero sólo se dejó llevar. Cuando estaban en la entrada Gulf le pidió que cerrase los ojos y que él lo guiaría hasta la lápida de Natasha.

Así lo hicieron, Gulf caminaba delante de Mew con ambas manos entrelazadas. El camino se le hizo más largo, pero le gustaba, según él hacía crecer mucho más la confianza entre ellos.

Repentinamente Gulf se detuvo y le indicó que llegó, sintió los delgados brazos del menor rodear su cintura desde la espalda y abrió muy lentamente los ojos. Su corazón se aceleró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Habían globitos de diversos colores, coloridos gorritos de cartón en forma de cono y un cartel no tan grande que decía: "feliz cumpleaños, papá"

De invitada especial estaba la ancianita acosadora de gays y su difunto esposo que también tenía un par de globitos adornando su lápida. Mew se acercó lentamente y se agachó frente a la sepultura de su niña... Algo había llamado su atención.

Además de estar la adorable fotografía de su princesa pegada a la roca, estaba la fotografía de un ultrasonido, pero no era el de Natasha... En la esquina de la foto se encontró el nombre de Carolina y la fecha que fue sacada.

-Tus hijos tenían que estar juntos para desearte feliz cumpleaños... -susurró Gulf agachándose a su lado.

Mew cubrió sus ojos con la palma de sus manos y dejó salir un par de lágrimas, no de tristeza, sino de alegría. Hipó un par de veces, ¿Cómo era posible que hombres como Gulf existiesen? Lo amaba tanto.

-Feliz cumpleaños, mi amor -dijo Gulf, ganándose un beso en la boca, siendo interrumpidos por el flash del celular de la doña junto a ellos.

La mujer cubrió su boca soltando una traviesa risita.

~ o ~

-¿Qué le vas a decir a Gulf?

-La verdad no lo sé, me va a matar de todos modos.

-Es gracioso que le tengas más miedo a él que a tus padres.

-Silencio... -rascó su cabeza demasiado nervioso. Inhaló profundo y exhaló, apoyó la cabeza en el pecho de su pareja.

-Amor, tranquilo, recuerda que estoy contigo pase lo que pase.

El menor asintió y mordió su labio inferior. En pocos minutos el test casero dejó dos líneas verticales bien marcadas.

-Oh, cielos...

-Prem, tranquilo.

-Llevamos apenas unos meses saliendo, Gulf me va a matar.

~ o ~

Off se cruzó de brazos y frunció el entrecejo, acto seguido alzó su par de chanclas favoritas. Uno en buen estado y el otro con varios trozos menos.

-Phi, te juro que Tanie no quería hacerlo... -dijo Gun abrazando al pequeño y peludo perro, y como si comprendiera la situación, movía su colita rápidamente. 

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora