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Mew echó su cabeza hacia atrás, tenía sus ojos cerrados y el ceño fruncido. En su mano derecha tenía la foto de su hija. 

Necesitaba un cigarrillo, pero Boun se encargó de romper todos lo que le quedaban.

Le dio una mirada más a la pequeña fotografía de la nena que osó a odiar y se siente un grandísimo idiota. ¿Cómo pudo sentir tanto repudio por ésa chiquita llena de inocencia?

-Hija... 

Con su dedo índice acarició la foto y todo el contorno del rostro de Natasha, mordió su labio inferior y apegó la fotografía a su pecho. Su mente revivió el momento en que sintió la primera patadita de su hija. También recordó cuando Gulf y él compraron la primera prenda para su bebé.

Estuvo viviendo el proceso de cualquier padre primerizo, pero nunca se sabe cuándo las cosas darán un giro inesperado. Se comportó como un idiota y la vida le quitó un pedacito de él. Ahora que la culpabilidad hacía de las suyas y atormentaba día y noche a Mew, ya no había vuelta atrás.

Natasha se marchó para siempre. Mew no podía hacer más que derramar gruesas lágrimas.

Su celular le anunció un nuevo mensaje, el moreno se tomó sus minutos para revisarlo. Probablemente estén las personas de su trabajo o Boun amenazándolo para que pare de fumar.

Sus ojos se ampliaron bastante cuando vio el nombre de su esposo ahí.

Gulf: ¿Está bien si nos vemos mañana en la cafetería frente al hospital? 

Mew no pensó dos veces en aceptar. Le costaba admitirlo, pero lo extrañaba. En pocos meses se había hecho una costumbre despertar junto a su menor y que éste le obsequiara la más dulce sonrisa, extrañaba esa dedicación con la que Gulf le preparaba algo de comer.

Y aunque suene ilógico, extrañaba ver a su esposo acariciar su estómago crecido y susurrarle cosas a su nena.

Extrañaba a su esposo ya su hija.

Bien sabía que ni llorando todo un océano los recuperaría, los perdió por idiota y ahora debía pagar las consecuencias. Tal vez era momento de soltar las manitas de su familia. 

~ o ~

La mañana siguiente llegó, eran las ocho de la mañana y Prem ya estaba saliendo de casa. Tenía clases a las nueve y media, pero antes de ir a la universidad tenía que hacer otra cosa. 

Le dejó el desayuno listo en el comedor al menor para cuando se despertara, con la tranquilidad de que Gun no se la comería.

Tomó un taxi y le indicé su destino, durante todo el camino estuvo mirando a las personas transitar, colegialas corriendo para llegar a tiempo, mujeres con bebés en brazos y más de un hombre con vientre abultado. 

Formó una triste sonrisa en sus labios, en poco más de un mes las cosas cambiaron de forma drástica. Aún le costaba asimilar que Gulf ya no tenía su pancita y que Natasha no estaba con ellos.

Le pagó la cantidad indicada al chófer y se bajó, pasó por una tienda y compró un ramo de lirios blancos. Los nervios comenzaban a apoderarse de su menudo cuerpo, era la primera vez que iría al cementerio solo.

Sabía que iba a llorar, pero necesita estar ahí. Sus pasos eran lentos y poco firmes, cuando encontró la lápida de Natasha. Se forzó a sonreír, dejó los lirios y se sentó en el suelo.

El viento soplaba con suavidad, pero lo suficiente como para mecer el sedoso cabello de Prem. A diferencia de Gun, Prem no era capaz de hablar con Natasha porque luego no podría controlar su llanto. 

Se abrazó a sí mismo. De un momento a otro sentimiento una presencia acercándose, volteó por inercia y sus mejillas tomaron un tenue color rojizo.

Boun caminaba con su mano derecha metida en su bolsillo y la otra cargaba un ramo de rosas rojas. Aun estando a cierta distancia cruzaron miradas. 

Prem suspiró y devolvió su mirada a la sepultura, el mayor llegó junto a él y se sentó a su lado. Le saludó con un "buenos días" y dejó las rosas sobre la roca.

-¿Siempre vienes a esta horas? -preguntó Boun.

El menor negó.

-Es la primera vez que me atrevo a venir solo.

Boun asintió y subió hasta arriba la cremallera de su abrigo, para cubrir su boca y nariz del frío viento que comenzó a golpear. Prem jugueteó con sus deditos y miró de reojo al pelinegro.

-¿Tú vienes seguido, Phi?

Boun asintió.

Prem sonrió en sus adentros. Siempre creyó que el mayor era un ogro, un ser de personalidad agria e insoportable. Pero la forma en la que miraba la tumba de Natasha lo estremeció, parecía transmitir demasiada dulzura.

Estuvieron sentados frente a Maní, hablando de cualquier tontería que se les ocurriera, robándose suaves sonrisas. Ya había llegado el momento de marcharse, Prem tenía clases dentro de media hora.

El más bajito se puso de pies y sacudió su pantalón, le extendió la mano al mayor para ayudarlo a levantarse. Cuando sus manos se tocaron, Prem volvió a sentir una corriente por su cuerpo.

-¿Tienes clases? -preguntó Boun.

-Sí, a las nueve y media.

-Aún te queda media hora... ¿Quieres tomar algo en la cafetería de aquí cerca?

Puede que Boun se estuviese mostrando demasiado campante, pero sus manos estaban sudando, posiblemente estuviese nervioso también.

Prem bajó la mirada, mordió su labio inferior y sonrió una milésima de segundo, para luego asentir.

~ o ~

Un jadeo resonó por toda la habitación. 

Carolina sostenía la mano de su madre y lloraba en silencio, controlando sus ganas de gritar. 

-Madre... ayúdame -rogó a la señora Julia aún dormida-, hice algo malo, mamá. Te necesito.

Cubrió su rostro entre sus manos, humedeciéndolas por las incontrolables lágrimas que salían sin parar. La ira corría por sus venas, la angustia, ésas ganas de detenerse, pero parecía que sus ganas de dañar eran más fuertes.

-¡Madre! -golpeó la camilla, justo a un lado de la cabeza de su progenitora.

Era un mar de emociones, en su mayoría negativas. Fue la causante de la muerte de dos bebés y una parte de ella seguía sin saciarse. Cada vez que intentaba detenerse, su cabeza estuvo la llevaba hasta el momento que gritando bajo ése estúpido hombre.

Se recuerda llorando y rogando por ayuda, y la necesidad de dañar volvía a sus venas.

Tenía miedo, pero era incapaz de pedir ayuda a alguien más y la única persona que podría ayudarla, dormía plácidamente... por su culpa. 

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora