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Realmente mentiría si había dicho que no estaba nervioso. La última vez que Carolina lo citó en aquella cafetería fue para restregarle en la cara todo el sentimiento negativo que sintió Mew por su hija.

Pero ahora el moreno le confesó todo, de modo que, ¿De qué manera podría lastimarlo?

Frunció los labios, sólo había comido la mitad de la comida que le dejó su madre y la guardó en el refrigerador, realmente le encantaba pero no se sintió con los ánimos de comer. Más bien, quería encontrarse con Carolina y acabar ya de una vez por todas.

Limpió la comisura de su boca, tomó sus llaves, celular y billetera, se inspeccionó rápidamente para asegurarse de que no le faltaba nada más y luego abrió la puerta principal del departamento.

Abrió amplio sus ojos e hizo una mueca nerviosa cuando vio a su madre subiendo las escaleras.

-¿A dónde vas, amor? -preguntó la mujer con una bolsa colgando en su mano izquierda.

-I-iré a ver a Mew -forzó una tenue sonrisa. Su progenitora le dio una mirada reprobatoria y negó, pero antes de que ésta fuera a regañarlo o decirle que las personas que le mienten a sus padres se tienen que parar en una esquina de la habitación hasta arrepentirse, le besó rápido su mejilla y pasó por un lado de ella.

Tomó un taxi y le indicó la dirección, cerró sus ojos y suspiró. Su vida cambió tanto en sólo un año, ahora era un hombre casado y padre de un bello angelito. Las cosas quizás no resultaron como él hubiera querido... Pero muy a pesar de todo, agradecía haber conocido a Mew.

Cuando abrió sus ojos notó que ya faltaba sólo una cuadra para llegar hasta su destino, de modo que le indicó al chofer donde se bajaría y le pagó. Entró al lugar mirando a todos lados, buscando con la mirada a la hermana de Earth, cuando por fin la encontró se acercó hasta ella con la cabeza gacha y un semblante serio.

-Hola -saludó ella, a lo que Gulf solo hizo un sonido con su garganta como respuesta.

Se sentó frente a Carolina, podría jurar que vio a la bajita con los ojos hinchados. Probablemente estuviera llorando antes de que él llegara.

El camarero se acercó, tomó sus pedidos y se marchó, para volver casi a los diez minutos; ya que el más alto sólo pidió una taza de café y un trozo de pastel.

Las personas en las otras mesas charlaban bastante alegres, había un ruido considerable en el lugar, pero ambos sentían el ambiente demasiado tenso. Casi no cruzaban miradas, la fémina apenas había probado su rebanada de pastel, y Gulf parecía realmente haber perdido el apetito.

Carraspeó, le dio un sorbo a su café y entrelazó sus propias manos sobre la mesa. Carolina suspiró y acomodó su cabello justo detrás de sus orejas.

-Yo... -comenzó a hablar la mujer- No sé cómo decirte esto... Me muero de vergüenza, culpabilidad y ...

Sus ojos se llenaron de lágrimas, dejó la cucharilla a un lado y cubrió su boca con su pequeña mano. Gulf sólo la miraba, no comprendía nada. Suspiró y desvió la mirada.

-Escucha, Carolina: de verdad todo esto es innecesario. Si estás aquí para decirme que tu intención nunca fue que yo viera esas conversaciones, te juro que me da igual. No te culpo.

-Perdóname...

-Ya te dije que no te culpo, yo fui de metiche a revisar tu celular... Si hiciste todo eso porque aún amabas a Mew, te juro que no era necesario. -relamió sus labios y sacó su billetera, sacó la cantidad indicada de dinero y la dejó junto a la tacita de café, a la cual apenas había bebido un par de sorbos.

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora