13

1.9K 310 7
                                    


Gulf caminaba emocionado junto a su esposo. 

Sus citas habían aumentado mucho, cada vez que tenía algún antojo, era consentido por Mew. Precisamente en ése momento recién habían acabado su comida y ahora daban vueltas por el centro comercial, buscando ropa maternal. La vez anterior sólo compraron unas cuantas, pero vamos, Gulf Kanawut por lo menos necesitaba un atuendo diferente por cada día de la semana. 

Y, aprovechando que su esposo ya no tenía que volver al trabajo, decidieron ir juntos. La gente volteaba a verlos, quizás porque ambos estaban bastante guapos o por la pancita ya crecida de Gulf, y quizás, sólo quizás, porque ambos se veían tan bien juntos. 

Entraron a varias tiendas, las vendedoras corrían a atender al chico embarazado y le mostraban sus más recientes diseños, y más de una le coqueteó. Incluso una aprovechó la ausencia de Gulf para coquetear con Mew. 

No todos los días se ven semejantes hombres entrar a una tienda. 

La última tienda a la que entraron era bastante grande, tenía varios pasillos, los estantes estaban repletos con ropa maternal y en otros, ropita de bebé.

Gulf le enseñaba la ropa a su esposo para recibir el visto bueno, no es que quisiera verse guapo para él, pero es importante tener una segunda opinión. De tanto caminar, no notaron que llegaron al área de ropa infantil.

Había mamelucos, calcetines, guantes, gorritos y vestidos, todo en miniatura. Gulf tomó un pequeño mameluco, era rojo con puntos negros y en la parte baja, verde con líneas verticales negras, al igual que el gorrito que venía incluido.

 Gulf tomó un pequeño mameluco, era rojo con puntos negros y en la parte baja, verde con líneas verticales negras, al igual que el gorrito que venía incluido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su corazón se aceleró y sonrió enternecido, imaginó a su hija con ése atuendo y se lo enseñó a Mew.

-Mira, Phi... -dijo emocionado, ganándose una risita por parte de su esposo- ¿Te imaginas a nuestra bebé con esto? ¡Se vería preciosa!

-¿Preciosa? -preguntó aún con una sonrisa.

Pese a que Off ya le había dicho el sexo de su bebé, quería oírlo de Gulf.

-Sí -con su dedo índice tocó su vientre-, aquí está creciendo una preciosa nena, justo como tú querías, Phi...

Mew estiró su mano, algo nervioso, y acarició el vientre abultado de su esposo. Gulf se sintió morir y aún más cuando recibió un piquito en su frente. El moreno dio una caricia más al refugio de su hija y quitó su mano. 

-Ten cuidado, hoy pateó muy fuerte. Es agresiva.

Advirtió Gulf.

Aún tenía el mameluco entre sus manos y volvió a contemplarlo. La imagen en su cabeza de su nena con esa ropita lo estaba derritiendo, imaginó las gorditas extremidades que tendría. Sería una niña redonda, como una sandía. Además, al momento de nacer no tendría tanto pelito, así que ese gorrito también se le vería adorable.

Sí, definitivamente ese mameluco no le caería mal.

~ o ~

Carolina caminaba de un lugar a otro, parecía hastiada, nerviosa o algo por el estilo. Mordía sus uñas, arañaba su cuero cabelludo y respiraba con dificultad. 

Otra vez estaba siendo atormentada por los recuerdos.

Miraba con rencor a su madre y le soltaba todos sus rencores. Ninguna enfermera fuera se imaginaba el estado en el que se encontraba la hija mayor de la señora Katsomonnat.

-Odio éste apellido. Odio a tu actual esposo. Te odio a ti. Odio al imbécil de mi padre por dejarme contigo. -decía en voz alta, casi escupiéndole las palabras a su madre.

Apoyó su espalda contra una pared y se deslizó muy lentamente hasta llegar al suelo, lágrimas de ira rodearon sus mejillas.

En su cabeza todo era un lío. Ansiaba lastimar para olvidar el daño que le hicieron a ella y al parecer, ya había seleccionado al siguiente.

~ o ~

Un feliz Gulf preparaba la cena, picaba varias verduras y las echaba a una olla.

Se sentía radiante.

Había comprado la primera prendita para su hija, además Mew la había acariciado. Algo insignificante quizás para muchas personas, pero para él, fue casi un tesoro.

Su emoción no podría verse opacada por nada, a excepción de una leve punzada en la parte baja de su vientre. Gimió por inercia y acarició el lugar donde le había dolido, pocos segundos después, sintió una patadita. 

Mew entró a la cocina y sonrió al ver a su joven esposo acariciando su vientre, como solía hacer casi siempre.

-Phi Mew, está pateando, ven -dijo entusiasmado, pero cuando el moreno puso su mano, la nena había dejado de patear-. Ya no se mueve, creo que se la sudas... 

El moreno abrió amplio sus ojos por un momento y luego los entrecerró, el menor vio las intenciones de Mew y corrió lo más "rápido" que pudo. Fue atrapado en la sala, justo afuera de la cocina y cayó -con mucha suavidad, claro- sobre el sofá.

Reía fuerte y pedía auxilio, estaba recibiendo un ataque de cosquillas del que no se podía defender. 

Estaban tan distraídos riéndose, uno atacando y otro siendo víctima de las terribles cosquillas, que no notaron en la posición en la que estaban. Mew arrodillado, con las piernas a los costados del menor, inclinado muy cerca de su rostro pero sin llegar a aplastar a Maní. 

Entonces cruzaron miradas.

Otra vez estaban teniendo esa cercanía, otra vez sus respiraciones chocaban en la boca ajena, otra vez en sus cabezas se colaban las ganas de probar tan apetitosos labios. 

Pero Gulf esperaba que, igual que las veces anteriores, Mew se alejara o hablara de un tema al azar, evitando la corriente eléctrica que se formaba entre los dos.

Ésta vez no fue así. 

El moreno pensó que tal vez, sólo tal vez, no estaría mal arriesgar un poco. Pensó en el sermón de Boun y en la razón que tenía. No estaba viendo al maravilloso chico frente a él por estar mirando hacia atrás, hacia el pasado, hacia el dolor. No estaría mal arriesgarse un poco...

Y Mew se acercó.

La comisura de sus labios tocó la boca de su esposo y cerró sus ojos. Gulf se sentía desfallecer, pero correspondió.

Por fin se quitó ésa curiosidad, por fin probó -estando sobrio- los gruesos labios de Mew. 

La sensación los envolvió, sus bocas encajaban a la perfección, se acariciaban. Gulf envolvió el cuello de su esposo entre sus brazos y ladeó su cabeza, unos débiles chasquidos se hicieron presentes por la humedad de sus bocas.

Se separaron en busca de aire, aunque si fuese por ellos, no se habría separado de tan exquisita sensación. 

Ninguno se atrevía a hablar, sólo se miraban directo a los ojos, juzgando si sus acciones eran realmente buenas o había alguna pizca de error, pensando si estaría mal volver a probar un poco más de la miel encontradas en sus bocas. Ambos imaginándose si cada día de su vida fuera así. 

Gulf en ese momento no hace más que pensar en Mew.

Mew no hace más que pensar en Gulf.

Y creen que es el momento perfecto para comprobar si sólo se trata de un error, entonces sus labios se vuelven a juntar. ¿Cuánto tiempo llevaban así? Anhelando degustar la boca ajena.

Entonces un sonido de agua cayendo los interrumpe, se separan de golpe y vuelven a reír. Posiblemente aquella noche cenarían una comida quemada o mal cocida, pero valdría la pena. 

Realmente lo valdría.

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora