31

1.8K 292 1
                                    

Dos meses más se sumaron a la partida de Natasha, cada día que pasaba la lucha de Gulf consigo mismo se hacía menos pesada. Podía mirarse en el espejo sin sentirse asqueado, y hasta podía mirar un poco más de tiempo la fotografía de su niña.

Sí días en los que lloraba e incluso podía desvelarse abrazando el único mameluco que pudo comprar para su princesa. Siempre dolería. 

Chaerin se había vuelto bastante cercana a él, a veces llegaba de visita sin previo aviso y lo consentía llevándole algunos chocolates, aunque eso hacía con la intención que aumentara un poquito más su peso. Cada vez que se despedía de él con algún abrazo podía sentirlo demasiado delgado.

Después de todo ese tiempo, Gulf por fin había tomado la decisión de ir a visitar la tumba de Natasha. 

Estaba nervioso, tenía miedo de derrumbarse y no poder controlar su tristeza. Le había dicho a sus amigos que iría solo, y ahora se sintió con el inmenso dolor de no tener a alguien a quien abrazar cuando rompa en llanto.

Porque eso sí, sabía que lloraría y muchísimo. La única vez que estuvo ahí fue para la sepultura de su niña y será para siempre un amargo recuerdo, aquel día llegó a pensar que moriría por tanto dolor.

Ya casi eran las dos de la tarde y hacía bastante frío, como si fuesen las ocho de la noche. Gulf se había acomodado un abrigo largo, cubría casi hasta sus rodillas. Una incómoda sensación se apoderó de él cuando llegó a ése lugar, por un momento pensó en echarse a correr por el temor de volver a caer en la culpa y en el intenso dolor.

Respiró profundo y buscó la lápida de su niña, no recordaba exactamente el lugar. Cuando por fin la encontró sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo.

Pasó saliva y se agachó un poco para poder besar la fría roca donde estaba escrito el nombre de Natasha. Dejó el ramo de lirios bien acomodado y se sentó en el suelo, justo en frente.

Relamió sus labios y esbozó una tenue sonrisa, aun cuando sus ojos comenzaban a volverse vidriosos.

-Hola, mi amor... -pausó un momento para no titubear y continuar- Papi Gulf siente mucho no haber venido antes, pero ¿Sabes algo, pequeña? Incluso ahora sigue doliendo mucho tu partida. Desde que supe de tu existencia me forjé una ilusión, todos los días pensaba cómo serías físicamente e incluso algo tan insignificante como cuál sería tu comida favorita. A veces sueño que estás conmigo, que corres a mis brazos y besas mis mejillas; pero de la nada comienzas a alejarte y no vuelves más... 

Hipó y cubrió su boca con sus manitas, ya había comenzado a llorar. 

-Te amo tanto, preciosa -sollozó.

Se abrazó a sí mismo y liberó su más desgarrador llanto, Chaerin antes le había dicho que eso estaba bien, que podría a ayudar en su desahogo.

Sin embargo, algo le faltaba... Pensó que tal vez, después de todo sí debería haber sido acompañado por Gun o Prem, para poder recibir un reconfortante abrazo.

-Lo hiciste muy bien.

Habló una voz femenina detrás de él, volteó rápidamente y abrió sus llorosos ojos con sorpresa después de ver a ésa chica parada ahí.

Ni siquiera la había escuchado cuando llegó, pero no pudo evitar lanzarse a sus brazos. No esperaba su presencia, pero la agradecía infinitamente.

-Mamá... 

La mujer seguía de pie, inhaló profundo y besó muchas veces la coronilla de su adorado hijo, quien estaba de rodillas, aferrado a su cintura, llorando como un niño.

Como una estrella MewGulf FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora