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Kaju barfi

LÓI MOLLY

Quisiera evitar el malestar que me provoca la indiferencia de JoNá. E insisto en hablar con él pero cuando estoy por hacerlo siempre encuentra una excusa para evitarme, así lo ha hecho durante los últimos días y al parecer hoy no será la excepción.

Entro corriendo a mi local luego de quitar el candado, al parecer el invierno llegará más temprano esta temporada y yo no lo he previsto. El frío cala mis huesos rápidamente es por eso que cuando el calor abrazador de mi local golpea con mi cuerpo, logro respirar con tranquilidad. Sé que por el día y por el clima este viernes traerá grandes logros como desafíos; me asustiría si supiera que mi equipo no está capacitado para enfrentarse a ello, no obstante, mi equipo está bien entrenado.

Por décima vez reviso mi teléfono buscando alguna respuesta del último mensaje que envíe a mi mejor amigo, no hay nada. Quiero decir que también me preocupa que en mis momentos de locura haya actuado erróneo ante él y no recuerde el porqué para poder disculparme.

— hoy... haremos —comienzo un pequeño monólogo mientras reviso el recetario que tengo como apoyo en caso de olvidar alguna receta. Los domingos, por la noche, junto con la cajera, Chloe, nos ponemos de acuerdo sobre los postres honorarios de cada día, de esta forma llevamos un control para no repetirlos, sin embargo, hoy me apetece cambiar las croquetas de mermelada por el yogurt bañado de chocolate.

Comienzo llenando unos cuantos moldes en forma circular y los lleno hasta la mitad de yogurt natural, fresas cortadas en triángulos y por ultimo una gruesa capa de chocolate negro amargo y los meto al congelador industrial. Estoy por meter la última bandeja de los postres cuando las puertas moviles de mi cocina son bruscamente abiertas de par en par.

— oh, ya estás aquí —Jon retrocede un poco sorprendido por encontrarme —. Creí que vendrías más tarde — inquieto, levanto la mirada al reloj que tengo en mi cocina y soy consistente de la hora.

— vine mas temprano de lo inusual, no he podido dormir muy bien y mi sueño esta muy frágil — digo como respuesta y vuelvo a mis qué haceres —, además ¿qué haces tú aquí a estas horas? —replicó. Y es que Jon, a las cinco de la mañana de pie, es difícil creerlo. Cuando veo sus ojos vacilar y quedarse en un punto exacto de mi cocina, carraspeo incómodo solo para agregar — ¿quieres desayunar?

— a está hora no me cae muy bien la comida. Ya veré qué como.

— Jon, ¿has estado evitándome o soy solo yo? — una pregunta retórica me daría la respuesta que necesito solo con ver como sus manos se entrelazan, sé que se ha puesto nervioso — Puedes irte si así lo quieres, o quedarte y no preguntaré nada más.

Nunca me ha gustado que dentro de un espacio tan pequeño, como lo es mi cocina, resalte la incomodidad. Es por ello que recurro a darle una oportunidad para quedarse sin presiones; Jon la toma, cuando se apoya en la encimera y me ve desde ahí mientras yo comienzo a preparar una masa.

— Mack... se fue del país —suelta de repente, oculto mi sorpresa, sin embargo, le veo —, el sábado, vino a despedirse — su manzana de Adán sube y baja mientras traga saliva y reparo en sus ojos —. No volverá.

— oh — es lo único que alcanzo a contestar antes de que siga hablando — ¿Cómo te sientes al respecto? — insisto en que siga hablando.

— ¿cómo debería sentirme? Triste, no estoy, si soy sincero — es sincero, de lo contrario, Jon no saldría de los libros por sentirse mal. Mis manos se envuelven en la masa y busco con mi mirada un rodillo, esperando a que mi amigo continúe hablando — ¿quiero estar solo? eso también es cierto — dice subiendo su mano hasta su frente. Cuando escucho que dice aquello, creo que es la razón por la que se a alejado de mí, pero entonces unos cuantos ruidos se escuchan en la calle, que él parece transpirar nervioso, sus manos se vuelven a unir y me mira con miedo —, debo irme.

Beso de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora