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Baclavá

KALEISHA NADAI

Sé que no debería, pero sentirme ansiosa es lo que mejor sé hacer desde adolescente. Cuando comencé con mis cambios de humor, recuerdo que mi padre se molesta mucho conmigo; dejaba la comida a medio tocar y prefería mantener solo líquido dentro de mi sistema, creía que si comía algo que no está en la dieta puesta por mí, me tendría que castigar. Y mi típico castigo era ayunar, eran horas y horas en las cuales no probaba bocado alguno aun así cuando escuchaba a mi estomago rugir, y no era hasta que mi padre llegaba del trabajo con algún sobrante de su almuerzo que yo alcanzaba a comer algo. La mayor parte, verduras.

Ha pasado alrededor de media hora desde que la cena terminó, las chicas aun disfrutan de una plática amena dentro de la cafetería, mientras que yo, estoy en una esquina de esta, intentado buscar con la mirada a Annie, o a Tira, quizá. Sin embargo, ninguna de las dos aparece en este lugar.

Mi cuerpo duele por el ejercicio al que me vi sometida después del desayuno, desde entonces siento leves punzadas en mis pantorrillas y brazos que fue lo que trabajamos con el entrenador de hoy. Estoy por comenzar un leve masaje en mis antebrazos cuando Tira se asoma en la cafetería, con sus manos entrelazadas y su mirada vacilante. ¿Me ha visto? Me pregunto cuando su vista viaja de un punto al otro, parece tener miedo.

— ¡Tira! — Exclamo, levantando mi mano para llamar su atención y hacerle saber en dónde me encuentro, creo lograrlo pues me nota en la distancia — Ven... — digo por lo bajo.

Ven Tira, antes de que todas comiencen a hablar. Pido sintiendo de antemano como las diez chicas que aun están ahí, tienen puesta su vista en nosotras. Ella, me ignora girando su cuerpo y corre lejos. Sin pensarlo mucho, o por impulso me levanto y corro hasta donde ella va.

— Tira... Tira — digo jadeando, ella no para hasta que se enfrenta a las puertas del elevador.

— Kale, lo siento... no puedo — dice sin darme una mirada si quisiera.

¿No puedes? ¿Qué no puedes, Tira?

— yo... Tira, hablemos — alcanzo su mano que al instante se envuelve en un puño — yo...

— Te encontré, boba — alguien dice al lado de nosotras, llamando nuestra atención volteamos al lugar de donde suponemos que la han llamado, solo puedo ver como mi amiga relaja sus manos y tensa su mandíbula —. Creí que estas huyendo, vamos — Vanessa me ignora y toma el brazo de mi amiga y la acerca hasta ella de un solo tirón. Dios, Tira parece aquel borreguito asustado.

— Tira — digo aún bajo — ¿podemos ha...hablar? — mi mano sube hasta mi boca solo para comenzar a morder una de mis uñas. Tira, con la mirada gacha esta por contestar, sin embargo, Vanessa parece interrumpir sus palabras cuando se adelanta un paso hasta mí y sonríe.

— Hola, Kale, hoy no tenemos tiempo, pero tal vez mañana podamos hacerlo — dice tomando más fuerte el agarre hacia mi amiga — ¿puedes mañana?

— no... — al mismo tiempo bajo la mirada. Yo... yo odio sentirme intimidada — mañana no puedo.

Tomando un respiro, siento a las dos chicas pasarme de largo solo para dejarme sola en el pasillo con mis manos entrelazadas en mi espalda y un nudo en mi garganta. No sé en qué momento todo se vino abajo, me siento desesperada por saber el porqué de su repentina distancia, ella no es así, yo sé que ella no es así. Mi cuerpo reclama por un apoyo, entonces alcanzo el botón del ascensor y espero a que este llegue.

Siento mi cabeza dar vueltas, me siento como en una montaña rusas y no solo de emociones si no que también de dudas sin respuestas claras. Odio sospechar, porque eso crea un rumor y por ende crean una mala imagen de todo el escenario, que por ahora he estado creando en mi cabeza. Ya es algo normal, me digo, es normal que yo comience a crear cosas que sé que no pueden llegar a suceder y que con cada minuto que pase este pensamiento crezca como pan con levadura.

Beso de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora