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Leche nevada

LÓI MOLLY

Horas después de viajar de un punto del estado a otro; henos aquí, frente a la casa de mi infancia lugar del cual puedo presumir como una feliz etapa de mi vida.

Tan rápido como estaciono el carro frente al porche, escucho a mi madre gritar emocionada y, en coro a ella, mi tía, quien no espera ni un segundo para salir a abrazar a mi progenitora.

Yo termino de apagar el carro para luego salir con pasos apurados y pesados hasta llegar a mi madre quien disimula un poco su emoción al verme. Reconozco aquel sentimiento de nostalgia en el instante en que sus brazos se acoplan a mi torso, entonces sé que estoy en casa.

— ¡mi niño, mi niño! — musita mientras su mano viaja de arriba hacia abajo sobre mi espalda — pero mira cuanto has crecido — comenta sosteniendo mis manos y alejándose de mí para verme de arriba hacia abajo — y tu cabello también.

Su mano acaricia mis rulos rubios a lo que yo sonrío entretenido.

, hola... me alegro de verte de nuevo — la vuelvo a acercar a mí para abrazarla.

— ¿a qué hora salieron? Los veo muy animados... — Indaga mi madre cuando caminamos hacia adentro de su casa — Pasen, pónganse cómodos — la relación con mi madre, o bueno, con mis padres, es muy buena a pesar de la poca comunicación que tenemos. Ellos fueron los primeros que creyeron en mí cuando les hice saber mis sueños, además de ser motores fundamentales para no rendirme y lograr lo que me propuse — ¿quieren tomar algo? Acabo de hacer limonada.

— sí, gracias — mi tía sigue a mi madre hasta la cocina dejándome solo al centro de la pequeña sala la cual se mantiene decorada tal y como la recordaba; un pequeño conjunto de sillones grises colocados alrededor de una bonita chimenea, sin televisión solo un tocadiscos y repisas con fotos de recuerdo. Las paredes mantienen el papel tapiz bien pegado a pesar de los años y el piso de madera bien limpio.

— ¿dónde están las chicas? — escucho que pregunta mi tía mientras regresa a la sala, acompañada de mi madre quien le sigue muy de cerca.

— Liya esta con su novio y Sally en su cuarto, pero ya vendrá a saludar — dice mi madre mientras toma asiento sobre uno de los sillones — , siéntate, Lói, te cansarás ahí parado — volteo a verla un poco serio y luego tomo asiento en uno de los sillones — ¿qué tal el negocio?

— es una tremenda joya, Mila, ahora llegan más clientes que antes, algún día deberían de ir a visitarlo y ver lo fructífero y talentoso que es su hijo.

Bufo al escuchar a mi tía responder por mí.

— me pregunta a mí, tía — le hago saber mientras entorno los ojos, mi madre ríe sosteniendo con una mano su mentón mientras intercala su mirada entre su hermana mayor y yo, su hijo — , mi local va bien, gracias por preguntar, próximamente habrá una que otra mejora que estoy seguro que tu hermana comentará.

Escucho a mi mamá reír airadamente mientras la otra mujer teemina de acomodarse en el sillón con una pierna sobre la otra.

— Avísame, quiero estar enterada — le veo guiñar el ojo confidencial hacia mi tía quien carcajea al escucharme gruñir — , anda, ve a llamar a Sally que está de rebelde... lleva unos chocolates de la cocina a ver si a ti te lo acepta — me pide mi madre señalando el camino hasta la cocina y luego las escaleras.

Asiento un poco aturdido mientras me pongo de pie y emprendo mi camino hasta el lugar donde descubrí mi amor por cocinar. Tomo el frasco de vidrio con dulces para después comenzar a subir las gradas hasta llegar a la planta de arriba.

Beso de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora