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Tiramisú

KALEISHA NADAI

Hoy por la madrugada, conciliar el sueño fue todo un reto. Calmar mi llanto, también. Aunque esta vez fue diferente a las anteriores, o eso me gustaría presumir.

En mi vida siempre quise ser muy valiente por mi padre, por lo tanto no me mostraba débil. Pero fue unos segundos en los cuales pude divisar mi reflejo frente al espejo que me hicieron cuestionarme el porque continuar ocultando mis sentimientos a mi padre.

Recuerdo mi cuarto oscuro y una calle silenciosa, el tortuoso sonido de los tacones de la directora al pasar por el pasillo y yo haciéndome una pequeña bola debajo de las sábanas, esperando que esta vez ella no pidiera entrar. Luego, al parecer, caí rendida ante el sueño.

Es por eso que, al sentir la leve brisa entrando en mi espacio y despeinando uno que otro mechón de mi cabello termino despertando. Suspiro, estiro y sacudo mi cuerpo por toda la cama a mi disposición tratando de alejar cualquier atisbo de sueño y cansancio aún con mis ojos cerrados, permitiéndome el respirar un nuevo día.

— kaleidoscopio, abre... — y sé entonces que me he despertado justo a tiempo, cuando escucho a Tira gritar mi nombre, o bueno, el apodo que me puso para no olvidar el mismo —, sería genial que abrieras.

Rio ante lo último que dice y me la imagino con un leve puchero en sus labios. Espero un poco más de insistencia, pero al ya no escucharla gritar de nuevo me preocupo ¿le ha pasado algo? Sin volver a preguntar, salto de la cama importándome menos lo frio del suelo y corro hasta toparme tontamente con la puerta.

— ¡Tira! — grito en vano. Siento el frio del suelo recorrer mi espalda y un peso ajeno sobre mí. Hemos caído. Mi parte trasera fue lo que amortiguó el golpe. No espero mucho para levantar su rostro con una de mis manos y apoyar la otra en su cabeza para comenzar a acariciarla con preocupación — ¿estás bien? ¿Te lastimaste? ¿Te duele algo? ¿Tira?

— Tranquila, estoy bien — musita por lo bajo mientras ríe —, creí que a ti te había pasado algo. Iba a patear la puerta justo cuando abriste — explica mientras se apoya sobre sus rodillas para ponerse de pie, cuando lo logra, extiende su mano hasta mí para ayudar a levantarme —. Vine a traerte, tenía miedo de que no nos viéramos ni un poco hoy ¿estás lista para tu sesión?

— sí, al fin puedo manchar mi cara en unas fotos — exclamo emocionada sacudiendo mi ropa del posible polvo —, iré a bañarme ahora, luego vamos a comer...

— sí, Oye, ¿al fin hablaste con Dan?

No lo hice, lo olvidé.

Me pego en la frente antes de tomar mi ropa interior.

— Dios, no, lo olvidé — reparto varios golpes sobre la zona hasta el punto de dejarla roja, en un acto inconsciente bajo mi mano hasta mi boca y comienzo a morder la uña de mi dedo más pequeño —. Para este momento él ya ha de haber tomado una decisión — gruño molesta al entrar a mi cuarto de baño y sin voltear a ver mi reflejo comienzo a desvestirme.

Dan es seguro de su tiempo, y lo mantiene todo apuntado a ese cuadernillo en caso de olvidar algo importante, al trabajar con él todo debía fluir con armonía y cuidado.

— Kale, no te preocupes — menciona mi amiga entrando a la habitación de baño, yo ya estoy dentro de la ducha y detrás de la cortina de esta —, Dan tiene buenos contactos, hasta te pueden ofrecer no sé ¿vitaminas? Para que tu cabello crezca más rápido — opina mientras le escucho sentarse en la tapa del inodoro —, o puedes pedir que tu cabello cortado se vuelva una peluca...

Beso de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora