21. Ridículo

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—No esperaba eso —comentó Jisoo en medio de una risa, dejándose caer en la cama del castaño y comenzando a ojear su celular.

Jungkook se desplomó sobre la silla de su escritorio, haciéndola girar lentamente mientras miraba el pulcro techo. Su pecho aún apretado y el sabor en su boca ácido que no se había ido tan fácil como le hubiera gustado. No estaba sorprendido, sin embargo. Jimin había estado en el departamento de su padre los últimos días, paseándose en poca ropa, luciendo bien follado, con el cabello radeante y una sonrisa burlesca en el rostro. Y él sabía que era su culpa, y lo sabía demasiado bien como para tener el descaro de sentirse fuera de lugar o incómodo por la descarada actitud de Jimin. Estar nuevamente del lado receptor de las miradas cinicas del mayor, de sus comentarios mordaces y sarcásticos no había sido tan terrible como reconocerse culpable. El Jimin suave y amable había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos, y había sido reemplazado por la perra que muchos temían, una actitud a la que Jungkook no había llegado a adaptarse del todo. Estaba acostumbrado al Jimin de sonrisa fácil, el chico que lo ayudaba con la tarea, el paciente y abnegado Jimin que había echado prácticamente a patadas.

Si tan solo no se hubiera asustado tando. Eso era lo que le mordía la parte tracera de la cabeza cada vez que Jimin lo miraba como si fuera la criatura más ridícula que hubiera visto. Él había estado tan cerca, tan rodeado de Jimin, del calor de su cuerpo, del olor de su perfume, tan hundido en la música ensordecedora, en el cosquilleo de sus manos. Y entonces el rostro de Jimin se acercó peligrosamente al suyo, y su cuerpo retrocedió por inercia. Luego un sonido ridículo salió de su boca, casi como una burla, y algo se rompió en el rostro de Jimin, la compresión reflejándose en toda su expresión. La vergüenza, la humillación y el desprecio. Jungkook lo había rechazado, tan rápido como había soltado su mano esa noche cuando se encontraron con Taehyung fuera del bar. Y no contento con eso, había querido dejar en claro que la sola idea de Jimin besándolo le parecía inaudita. O al menos así debe haberse visto desde la perspectiva del mayor, pensaba Jungkook mientras seguía girando en la silla y mirando el techo.

— ¿Qué hicieron ustedes el otro día después de irse? —preguntó Jisoo genuinamente curiosa—. Pensé que ustedes dos...

— ¿Nosotros dos qué? —cuestionó el castaño quedándose muy quieto de pronto.

—Ya sabes. Que se gustaban o algo.

Jungkook la miró con el ceño fruncido y la respiración pesada. La chica se enderezó apoyándose en los codos para poder verlo mejor, una mirada curiosa asomándose en sus ojos. El valor subiendo a sus mejillas, pero el corazón no le saltaba despavorido en el pecho, de pronto una sorprendente calma posándose en su cabeza. ¿Era eso? Todo el tiempo que había pasado molesto, el tiempo que había gastado sintiéndose incómodo al rededor de su padre, la satisfacción cada vez que Jimin lo elegía a él, cada vez que lo felicitaba o le sonreía, cada vez que Jimin lo miraba, el escalofrío que le recorría la espalda cada vez que el rubio sin querer lo rozaba, la necesidad de tener su atención, el malestar que le causaba la culpa. ¿La respuesta había estado delante de él todo el tiempo?

Jisoo soltó una risa, incrédula.

— ¿Tú realmente no... —comenzó con cierta duda, pero luego volvió a reír y entonces dijo con certeza. —Tú realmente no te habías dado cuenta. ¿Y qué demonios pensabas que estabas haciendo entonces?

Jungkook se humedeció los labios, todavía saboreando esa idea en la punta de la lengua. Le gustaba Jimin. Su piel blanca, sus mejillas cuando se sonrojaba, sus labios acolchados, sus ojos avellana. Le gustaba descarado, astuto, inteligente, pero también vulnerable, ingenuo y despistado. La gustaba Jimin y él había arruinado cualquier oportunidad que tuviera de acercarse un poco más al mayor.

—Solo pensé que comenzaba a caerme bien —dijo después de un rato, evitando mirar a Jisoo. Y entonces ella rio más fuerte.

— ¿Agradarte? —preguntó casi en un grito que se fue apagando a la vez que el pánico aparecía en el rostro del castaño.  — ¿Solo agradarte? ¿Te has dado cuenta de la forma en que lo miras? Nunca me miraste así, y te he gustado desde la primaria.

La expresión en el rostro de Jungkook obligó a la chica a soltar un bufido. De nuevo, ella no podía creer que él castaño fuera tan despistado y tan poco consciente de lo obvio y honesto que llegaba a ser incluso su nunca decía una palabra al respecto.

—Eres ridículo.

SUGAR BABY | Kookmin [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora