Capítulo 1: El Contrato

129 7 0
                                    

Era el fin del siglo XIX, en las tierras que alguna vez fueron de los aztecas empezó a cocinarse una conspiración. La mayoría de la gente era mestiza, resultado de emparejar españoles, nativos, incluso africanos. Es gracias a está combinación que nace la peculiar familia LeBastide. Tenían profundas raíces culturales, las historias de sus ancestros eran contadas de generación en generación con honor y gloria, se transmitían de boca en boca y a través de largos registros, cartas, diarios, pinturas, libros y su árbol genealógico.

LeBastide era una familia que tenía muchos conocimientos, eran humildes, no eran acaudalados, no vivían en la miseria, eran personas aparentemente comunes. Su mayor orgullo era también con lo que más había entrado en conflicto dos raíces de la familia: la religión católica española, más específicamente la inquisición y la religión pagana vudú africana. Pesé a los conflictos familiares durante décadas por estás dos partes, al final poco antes del año 1900 habían logrado conciliar. Ahora este legado vivía en el corazón de los últimos descendientes de la familia, que llamaremos simplemente Inoue Sora e Inoue Orihime.

El mayor era Sora de 21 años, quien trabajaba en las caballerizas de un rico hacendado español, alimentaba y cuidaba de los equinos. La menor era Orihime de sólo 17 años, era una mujer muy hermosa, que laboraba en la misma hacienda como sirvienta. La pobre chica sufría de un constante acoso por parte del capataz y el dueño de la casa. La adolescente tenía suficiente carácter y orgullo para no dejar que aquellos hombres se sobre pasarán con ella.

No había forma de que a dónde fuera la mujer no llamará la atención, por fortuna o desgracia atrajo la atención de alguien muy especial. La luz del sol se consumía, Sora terminaba de alimentar a los caballos, recogía los excrementos, suspiraba fatigado. Entonces apareció un hombre alto, de cabello castaño con un impecable traje negro, lucía una camisa negra al igual que sus elegantes zapatos, su vestimenta tenía brillantes botones dorados, grabados con águilas. Sujetaba la correa de un gran garañon negro, así como un sombrero de ala ancha, con bordados en hilo de oro en la orilla.

- ¡Buenas noches joven! - exclamó una voz masculina, un poco grave pero amable

Inmediatamente el empleado miró para buscar a quien le saludaba.

- ¡Buen... Buenas noches señor!... - contestó el muchacho

- Se que usted y yo no nos hemos presentado, pero yo si conozco a su familia... por eso me tomó el atrevimiento de venir así hasta aquí joven... - dijo el caballero

- ¿Es conocido de mis padres?... - cuestionó incrédulo el empleado

- Conozco tu familia desde tiempo atrás, de los hombres más renombrados a sido tu abuelo... - dijo sereno el de traje

- Sí, si es cierto. Nuestro abuelo era un hombre valiente pero muy culto en la magia negra.. - dijo el joven

Inmediatamente se tapó la boca, aquello podía ser razón de que lo ejecutarán por hereje.

- Tranquilo, es gracias a todo lo que hacía que se sobre él. Pero no he venido para causarte problemas, todo lo contrario. He venido a ayudarte a ti a tu hermana... - dijo el intruso

- ¿Cómo podría ayudarnos señor? - preguntó nuevamente incrédulo

- Mi hijo, mi hijo a puesto sus ojos en tu hermana. Él tiene su propia hacienda, es lejos de este lugar, en la cima de una colina, entre el bosque, con un enorme camporal. Tiene tratos con muchos hombres ricos y poderosos de todo el territorio... - afirmó con una sonrisa extraña el castaño

- ¿Cómo me garantiza que realmente va a mejorar nuestra vida? - dijo desconfiado el muchacho

- Cómo noble caballero que soy, he venido hasta aquí a pedir su mano. Como noble caballero que es mi hijo, él vendrá por ella. En exactamente 3 meses, es decir el 3 de marzo, a las tres de la mañana él vendrá. Lo vas a reconocer de inmediato. Te va ofrecer el puesto de capataz en su hacienda. Nunca más sufrirás hambre. Tú serás la mano derecha de mi hijo. No volverás a humillarte. Solo tienes que aceptar que mi hijo se casé con tu hermana... - dijo el extraño

Sora lo pensó un momento, aquellas palabras iluminaron sus ojos y encendieron una chispa de avaricia en él. La tentación era muy grande, Sora pensó en miles de cosas, ya no sería sirviente, sino que mandaría a otros, estaría a la par del hacendado. Su hermana no sería acosada, ella iba a ser la señora.

- ¿Hacemos el trato... Hijo? - insistió el de traje

Sora aún lo meditó. Era un hombre simple, no le importaban los lujos ni esas comodidades ostentosas de los ricos españoles, aunque su familia tuviera esa sangre. Sin embargo podía tener algo mejor, podía seguir trabajando y tener una buena vida. Y que mejor que su hermosa hermana fuera tratada con respeto.

- Voy a aceptar que su hijo corteje a mi hermana. ¡Que venga primero y se presente! Una vez que lo vea y sepa que sus intenciones son verdaderas aceptaré que se casé con ella... - dijo firma el trabajador

Eso hizo sonreír al hombre con el traje.

- Muy bien joven Inoue Sora. Trató hecho. Aceptó sus términos. Le aseguró que no conocerá hombre más encantador que mi hijo... - aceptó el caballero extendiendo su mano

El empleado limpio un poco su mano en el pantalón y firme apretó la del caballero.

- Me retiró. Ha sido un placer Sora. Por cierto hijo puedes llamarme Aizen, Aizen Sosuke... - dijo con una extraña sonrisa el castaño

Montó su corcel y se alejó en silencio. "Ahora que lo pienso nunca le dije mi nombre, ¿cómo lo supo?...", se preguntó el muchacho. El hermano mayor fue en busca de la doncella para retirarse a descansar. Luego de la larga jornada en la hacienda, los dos jóvenes fueron a su pequeña casa, no era más que una simple construcción de adobe, con un pobre techo de paja, tenía apenas unos metros cuadrados, con un modesto establo para una mula, su único medio de transporte.

Sora no tardó en platicar a la pelirroja, para la chica fue un alago recibir de un caballero tan elegante una propuesta seria, imaginó cómo sería su futuro prometido, si era tan galante como el hombre que describió su hermano como el padre, seguramente el hijo era igual de guapo. La dulce joven soñaba con conocer al joven hacendado, no le importaba mucho el dinero, más bien deseaba a un bizarro, elegante y educado, que la escuchará, con él que pudiera tener muchos niños, verlos crecer en el campo, disfrutar de pasear de la mano de su esposo, un día contar historias a sus nietos. Se fue a dormir soñando con miles de fantasías, la pelirroja no podía estar más alejada de la realidad sobre aquel extraño.

-------------- Capítulo completo --------------

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora