Capítulo 6: Extraños Comportamientos

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Sora fue guiado por Gin a través de la casa hasta la primera habitación no lejos del comedor, deslizó dos grandes puertas estilo francés.

- Este es el estudio de diseño de Ulquiorra... - dijo el de cabello blanco

Ambos entraron a ese espacio, lleno de libreros y libros, un gran escritorio, con muchos papeles, un globo gigantesco, un telescopio, muchos mapas, planos, tintas y estilo grafos, un par de elegantes restiradores, unas sillas, ese era el lugar con más cosas que el empleado había visto en toda la casa.

- En el escritorio hay unos papeles que dicen "listas de pendientes de la hacienda". Esas son tus actividades. Vas a tachar cada tarea que hayas realizado y luego en la hoja rayada tal y como te lo mostré vas a llenar un reporte, al final del día los dejas en el escritorio una vez más... Así cada día... Ulquiorra los revisa, si tiene algo que decir te lo hará saber... cada mes vas a archivar los reportes correspondientes, Ulquiorra los guarda en el primer cajón sin llave... Y espera el reporte del mes completo en su escritorio el primero... - dijo el de ojos azul celeste

El muchacho intentó memorizar todo lo que veía y repetía en voz baja lo que tenía que hacer una y otra vez.

- Ahora vamos a la biblioteca... - comentó el capataz

Avanzaron hasta el siguiente cuarto, era una puerta sencilla pero la alcoba era mucho más grande que la otra. En ese sitio la cantidad de libreros es mayor, forman corredores estrechos, hay tantos libros de un lado como del otro del mueble, al fondo hay un escritorio, una máquina de coser tapas de cuero y piel.

- De todos los meses una vez que Ulquiorra te dé su aprobación los coses, empastas, etiquetas y pones en los estantes bajos que están a lo largo de este escritorio, están ordenados por mes y año... al fin de año Ulquiorra se encarga de auditar todo y darle los libros a su padre tú no te preocupes más que de entregar todo a tiempo... - dijo el de extraña sonrisa

- De acuerdo señor Gin... - afirmó el empleado

- Sigamos hay dos cuartos más en los cuales por ningún motivo te vas a meter... ¿¡Entendido!? - dijo el de ojos azules

- Sí... si señor... pero ¿por qué me los va a mostrar? - preguntó el muchacho

- Porque si solo te los prohíbo sentirás curiosidad y eso te traerá problemas en especial con tu cuñado a quien le debes este trabajo y la casa fuera de la hacienda... él no tenía porque devolver ese terreno a tu familia pero ese hombre tiene palabra... - dijo frío el extraño hombre

Entonces salieron de la biblioteca y entraron a una extraña habitación, era indescriptible, era gigantesca, parecía ser infinita. Llena de velas, grandes, pequeñas, blancas, amarillentas, púrpuras, rojas y negras, unas nuevas con una suave flama, unas desgastadas con una llama vigorosa y otras casi completamente fundida su cera con una luz parpadeante. Todas con nombres, algunos en español, pero había en muchos idiomas y con diferentes letras y lenguas, estaban en estantes negros que daban la impresión de estar suspendidas en el vacío. Sora estaba atónito ante tal imagen era impresionante, la cantidad, el orden y la extraña sensación que emanaba ese lugar.

- Este el el cuarto de... las velas, Ulquiorra se encarga de cada una, incluso de encender nuevas con las que se terminan. Es un bello espectáculo... pero es muy privado... nunca entres aquí a menos que él te lo pida... - dijo estricto el peliplata

- ¿Qué significan todos esos nombres y las velas? Son demasiadas, más que estrellas en el cielo... - comentó extrañado el de ojos grises

- Son cerca de 16 mil millones... quizá más... pero él las cuida con gran amor y devoción... la cantidad no importa, lo que importa es la dedicación que el entrega a cuidar de ellas... insisto ese ya no es tu asunto... solo te lo muestro para que sepas lo que hay aquí... - dijo el capataz

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora