Capítulo 4: La Boda

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Una mano acarició su cabeza con dulzura, la chica lentamente empezó a despertar, se encontró con su prometido sentado en la cama.

- ¿¡Señor Ulquiorra!? - dijo nerviosa la dama

- Ya es hora. Mis sirvientas se encargarán de vestirte y arreglarte para la ceremonia. Por cierto se que eres principalmente católica... así que dime, ¿qué flores te gustan para tu ramo de novia? Se que tus flores favoritas son las lilas... - comentó amable el ojiverde

- Son muy bonitas las flores de la entrada... - dijo la pelirroja, pero la interrumpió abruptamente a Inoue el caballero

- No, esas flores son horribles. Son flores de muertos. Solo las tengo porque son una ofrenda, una forma de calmar y guiar a los espíritus... - dijo el pelinegro

- Pues me gustaría un ramo muy colorido, con rosas, violetas, margaritas, horquideas, no sé flores llenas de colores... - aceptó emocionada la mujer

- Entiendo. Te enviaré tu ramo ideal con tu hermano. Él te va a entregar en el altar, él ya está listo... te espero... - dijo el novio, dio media vuelta y se retiró

Entonces lo vio sobre la otra cama un hermoso pero peculiar vestido de novia.

No era completamente blanco, tenía detalles negros en el escote que sólo resaltaba más la figura de Inoue, una elegante gargantilla y un par de pendientes eran complemento perfecto

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No era completamente blanco, tenía detalles negros en el escote que sólo resaltaba más la figura de Inoue, una elegante gargantilla y un par de pendientes eran complemento perfecto. Su peinado y su velo la descubrían su belleza, con esos ojos grises. Cuándo por fin la vio su hermano con el ramo de flores casi se desmaya, él pensó que el vestido sería colorido como los pétalos, rojos, lilas, naranja, rosas, incluso azules; algo folclórico lleno de alegría y vida, pero no, era un vestido elegante, en muchos aspectos sencillo, las flores del bordado negro no eran sutiles, destacaban en lienzo blanco.

Con un suspiro y el corazón en la mano caminaron hasta la planta baja, salieron hacia al campo de flores, en medio de aquel blanco manto se veía un grupo de personas con sillas adornadas con coloridos ramilletes, así como un sencillo pero muy lindo kiosco que fungía como capilla, el señor Aizen y Ulquiorra ya esperaban pacientemente en la estructura de madera, todo adornado solo con las flores. El joven hacendado vestía un elegante traje francés, de pies a cabeza era negro como la noche, solo había algunos detalles peculiares en su vestimenta, nuevamente pequeñas calaveras adornaban su atuendo. Cráneos de plata de diferentes animales hacían de mancuernas, pisa corbatas, incluso de botones; era un gusto muy peculiar el que tenía su futuro esposo. No le molestaba, sólo le llamaba la atención, quizás tenía una religión distinta, como su familia que tenía una mezcla de varias en sus creencias.

Sosuke sería quién les daría la bendición a la pareja, Ulquiorra tomó las manos nerviosas de la chica que sujetaban aquel vibrante ramo, aún no tenía un anillo de compromiso, pero ya estaba frente al altar a punto de aceptar ser la mujer de ese peculiar hombre. Si lo pensaba detenidamente era muy aterrador, no sabía nada de aquel joven, tampoco sabía cómo la trataría. Se acercó el padre del novio y puso a los jóvenes un lazo de flores, adornado con cintas, probablemente de seda.

- Estamos aquí como testigos de la unión de las dos partes que forman el ciclo eterno de las almas, la vida y la muerte, la oscuridad y la luz, el día y la noche, el hombre y la mujer. Ha sido decidido entonces que estén siempre en la búsqueda el uno del otro para completar lo que les falta en el corazón y en el alma... - comenzó la ceremonia

A la pelirroja le llamó la atención el rezo del castaño, no era una misa habitual, eran cálidas las palabras pero singulares.

- Así el mundo está en armonía, es por esto que celebramos este matrimonio cuando la línea entre las dos mitades desaparece y se vuelve uno para dar paso al otro. Al igual que la concepción, se unen dos cuerpos, dos corazones y dan vida a un nuevo ser. A sido la creación, el universo mismo, el que ha separado y unido una vez más al hombre y la mujer... - dijo el padre del novio

El ojiverde miró atentamente a la dama frente a él.

- Mis ojos son testigos de muchas vidas, de muchos caminos, así como sus destinos... pero cuando te vi, encontré algo que pensé que nunca podría hallar, esa pureza, esa inocencia, esa gentileza y esa ternura que creí perdida... se que no te he dado el tiempo ni el trato ideal, se que no soy romántico, pero no dudes en que te daré mi calor siempre que lo necesites, no dudes que nunca te podría mentir, además prometo que nunca te volverás a sentir sola porque siempre estaré dispuesto a escucharte, porque estoy eternamente agradecido porque mi corazón late al ritmo de tu alma... - dijo apenas ruborizado el pelinegro

Orihime estaba anonadada por tan bellas palabras, fue entonces como entendió cuán valiosa era para Ulquiorra, esos eran sus votos, su juramento de amor. Halagada por la dulzura del caballero, meditó un momento en lo que contestaría.

- Yo solo soy una humilde campesina, no soy una mujer refinada, educada o muy brillante, pero usted se ha fijado en mí, ha visto algo en mí que ni yo puedo ver. Así que yo quiero entregarle mi corazón, amarlo y cuidarlo, quiero ser la mitad que le complementa su vida, quiero ser feliz a su lado... - dijo lo más sincero que le salió del corazón la de ojos grises

Eso hizo sonreír al ojiverde, algo muy raro en él. Entonces continuó el papá.

- Siendo así uno sus caminos, caminen juntos compartiendo está vida (ato un hilo rojo al meñique de cada uno), que han unido su destino... - dijo el castaño

Ciffer del bolsillo de su abrigo sacó un anillo, un perfecto halo blanco.

- Con está sortija te entrego una muestra de mi promesa de amarte cada día... - dijo el ojiverde, Aizen tomó el ramo, mientras que el joven ponía el anillo en el dedo de la pelirroja

Inoue se puso nerviosa, ella no tenía una argolla, ¿cómo le entregaría uno a su prometido?, entonces Sosuke le señaló el ramo, con su mano atada buscó entre las flores, en una hermosa rosa roja encontró un arillo negro pero muy ligero. Pensó en lo que le diría.

- Con este anillo te juró que te daré lo mejor de mí, este anillo es la muestra de mi juramento eterno de amor... - dijo con dulzura la novia

Todos sintieron una gran compasión por las palabras de la chica.

- Siendo así desde hoy han quedado enlazadas sus vidas, amense el uno al otro con respeto, busquen sólo la felicidad y que Dios, creador de todo, y todo mismo sea feliz con la unión de su ser... - dijo como conclusión el castaño

Alaridos, porras y fanfarrias se escucharon, para los novios, se retiraron las sillas, se pusieron mesas y se sirvió un gran banquete en el comedor, era muy extraño para los dos hermanos, era una gran fiesta, a su vez muy sencilla, en la estancia de descanso se pusieron todos a bailar con el sonido de las guitarras, las trompetas y violines.

Hombres como Ulquiorra y Aizen generalmente en sus celebraciones no dejaban a sus sirvientes ser parte de la fiesta, en cambio ellos estaban sentados mirando a los lacayos divertirse. Inoue contagiada por el ritmo de la música invitó a su esposo a la danza, él no gustaba mucho de esas cosas, pero por complacer a la pelirroja hizo el esfuerzo de bailar unas piezas. Pronto la chica se quedó sin energía, la falta de sueño la tenía exhausta. El ojiverde como buen caballero la cargó en sus brazos y la llevó a la habitación, mientras el resto de los invitados seguía disfrutando de la velada un poco más.

-------------- Capítulo completo --------------

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