Los ojos de la muerte

Capítulo 20: La décima Historia

El tren fantasma

Viaja veloz por la vía, hacia ruta
desconocida, solo sale por la noche,
quizá es el último tren de la muerte
como cuentan los rumores,
tal vez sea un capricho o un reproche,
muchos hablan de esta locomotora,
nadie está seguro de lo que pudo ver,
nadie sabe de dónde viene.

Es silencioso ese tren como ninguno,
es igual que un espejismo,
puede ser verdad o mentira,
no hay prisa pese a lo rápido que va,
es difícil saber por donde irá,
no hay tempestad o cataclismo
que detenga su andar, sin humo,
misterioso siempre viaja entre la niebla.

No subas a ese tren si quieres
volver a ver el amanecer,
todos dicen que la muerte encuentras en él,
será mejor que escuches el clarín
en la distancia y no veas ese tren,
huye de la niebla y no subas al andén.

- ¡Gracias por su cordialidad padre! - dijeron al unísono los presentes

- Seré breve hijos míos. Tenemos un largo camino por delante como lo es en cada guerra... - dijo el castaño

Todos en la sala se rieron excepto Ulquiorra.

- Tenemos muchos miembros por reclutar, muchos acuerdos que firmar y cobrar algunas deudas... - dijo el castaño

Nuevamente rieron.

- Ustedes son lo más alto o en su defecto lo más profundo de la oscuridad... no se molesten con basura... dejen que sus sirvientes se hagan cargo... en ese caso si quieren el mejor ciervo del bosque... busquen la luz más brillante... - dijo Sosuke

- Por otra parte, nos brinda su apoyo su hermano Ulquiorra. Pará recoger en el tren a todos los nuevos reclutas... - dijo el padre

- El personal del tren los conoce bien, no habrá problema si quieren subir, pero yo tengo que cumplir con un itinerario... - dijo con un suspiro el ojiverde

- Bien hermanos. Vámonos. A todo lugar dónde haya odio, dolor, rabia, tristeza o desesperación. En esa luz falsa donde Dios está ausente nosotros iremos para obtener nuevos demonios... - dijo serio Stark

El ojiverde golpeó con su guadaña el suelo, cientos de pequeñas sombras parecidas a niños con garras de ojos brillantes salieron de las sombras de los presentes. Un poco más lejos sonaba la locomotora y el silbato de un tren invisible.

- Vamos ya a cobrar las deudas... - dijo Ciffer

Pronto parecieron disolverse en la oscuridad. Solo quedaron Aizen y el de pálida piel.

- Por cierto antes de que te vayas Ulquiorra. Las brujas del aquelarre te mandan disculpas por los últimos eventos relacionados con tu mujer... - dijo el hombre mayor con una peculiar sonrisa

- Aceptó sus disculpas. No soy rencoroso... - dijo frío el hacendado

- De acuerdo pero quieren compensartelo... - dijo el padre

El hijo no dijo palabra, solo lo miró con atención.

- ¿Recuerdas al hombre que maltrataba a tu mujer? - dijo el castaño

Eso irritó un poco a Ciffer.

- Lo recuerdo... - dijo serio el joven

- Se qué no guardas rencor. Pero te aviso que ese hombre está esperando otro hijo. Va a nacer pronto... de igual manera te vas a enterar... tratándose de ti... - dijo el de ojos café

- Supongo que esto se trata de las brujas... - intuyo el ojiverde

- Solo quieren compensarte... - dijo Aizen