Capítulo 19: Donde nuestros ideales chocan

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Durante los siguientes días Orihime y Ulquiorra pasaban sus mañanas con cierta ansiedad, sin falta para el desayuno estaba el perro negro con el niño, cerca de donde se sentaba el hacendado. Después estos se retiraban y pelinegro se iba a dormir, mientras la señora de la casa cuidaba a Karin, por las tardes se levantaba Ciffer para estar con su mujer, desde leer en la biblioteca hasta salir a cuidar el invernadero.

Apenas unas semanas después nació el nuevo bebé de Sora y Cirrucci. Un precioso niño de ojos rasgados de un suave violeta, con cabello oscuro. Al igual que antes el hacendado hizo una pequeña fiesta en la casa del escritor para celebrar, pero no asistió Grimillow, solo el señor Aizen.


Poco después de la celebración por el recién nacido, las náuseas, mareos y vómitos hicieron imposibles las mañanas de Orihime. Su fiel esposo cuidaba de ella, no la dejaba levantar de la cama, él mismo le llevaba el desayuno, Matsumoto y Hinamori la atendían parte de la tarde. El ojiverde no dejaba que hiciera esfuerzos, por lo que él se encargó del invernadero. A la de ojos grises le dedicaba las últimas horas de la tarde y las primeras de la noche. Leía mientras la chica se entretenía tejiendo sus nuevas chambritas, ilusionada por su embarazo.

Eran los sirvientes los que salían de la casa al pueblo para buscar lo que la pelirroja necesitaba para sus actividades. El hacendado se volvió aún más celoso y posesivo de Inoue, por lo que para su hermano mayor se volvió casi imposible hablar con ella. Ya ni siquiera dejaba que Orihime cuidará de sus sobrinos. Pero cuando tenía cerca de dos meses de gestación la de ojos grises, Sora tomó valor para hablar con Ciffer en el comedor esa mañana.

- Señor Ulquiorra... - comenzó el capataz

- Dime Sora... - dijo frío el caballero

- Supongo que ya esta enterado de que hay... una revolución social... - dijo el nervioso empleado

- Lo sé. Conozco a los cabecillas... - dijo serio el pelinegro

- Yo... se que usted es bueno... siempre a cuidado de su gente... lo puedo constar por los años que llevó aquí trabajando... - dijo ansioso el de cabello gris

- No soy bueno. Simplemente soy neutral... - dijo el ojiverde mirando su periódico

- Pero no todos los hacendados son así... - continuó Inoue

- ¿Cuál es el punto? Ve al grano Sora... - pidió algo irritado el de pálida piel

- Quiero ayudar a otros que han sido maltratados y abusados por hombres que creen que por tener un poco de dinero y poder pueden pisotear la dignidad de otros... - dijo firme el muchacho

- Suena interesante, pero no es una tarea fácil... es una cuestión de principios... - dijo Ciffer apenas mirando a su cuñado

- Quiero pedirle su apoyo a la revolución... - dijo el capataz

- Yo soy neutral. Siempre ha sido así... - recalcó el hacendado

- ¿¡Cómo puede permanecer indiferente!? ¡Usted puede ayudar a generar grandes cambios!... - exclamó Inoue subiendo el tono

- ¡Ya te lo dije! Conozco a los involucrados, algunos de los hacendados están involucrados en asuntos con mis hermanos o mi padre, he tenido la ocasión de conocer a los caudillos... no puedo simplemente traicionar a unos o escoger a otros... - dijo el de pálida piel poniéndose de pie con voz exaltada

El sonido de su discusión era lo suficientemente alto para que todos en la casa escucharán. Incluso Orihime se acercó despacio a la puerta del comedor. Ciffer se dio cuenta de ello.

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora