Capítulo 21: La onceava historia

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Los devoradores de niños

En la noche salen con risas crueles
ha asustar, con formas diversas,
ninguna es igual, inminente es el final
si a ellas te haz de encontrar.

Pueden ser desde las brujas
para su belleza y poder conservar,
hasta espeluznantes monstruos,
gigantes que parecen inofensivos,
con garras escondidas en manos
oscuras con dedos largos,
no parece algo terrenal,
son quizá de otras dimensiones.

Pero si miras sus ojos rojos
encontrarás tu perdición,
de cuentos y relatos para niños
estos monstruos salieron,
siendo inocente ellos te asustaran,
de tus miedos se formarán,
de tu carne se alimentaran
y ni los huesos dejarán.

Salen debajo de tu cama,
de las puertas y ventanas también,
de la más pequeña sombra
saldrán en la noche te comerán,
algunos les dicen el "coco",
pero lo único seguro del devorador
de niños es que está en todo lugar,
no respeta clase social, pueblo o ciudad,
ni color o sexo, solo van a buscar
la carne tierna y con sus garras
a los niños arrastrar a la oscuridad.

Sora se recuperó rápidamente, algo muy agradecido por los cabecillas, había muchos muertos, enfermos y heridos. Viajaron un poco más al sur. En el camino vieron mucha miseria y hambruna dejados por los rastros de la guerra. Había niños que aún lloraban junto a los cuerpos sin vida y putridos de sus padres. Algunos tenían suerte y eran recogidos por sus familiares. Otros estaban en la calle esperando por sus padres, unos cuantos eran llevados a orfanatos con sobre cupo y poca comida. Los enfermos en hospitales algunos fallecían, estos no eran reclamados así que eran lanzados a la fosa común. Los que lograban recuperarse pero no tenían familiares terminaban en aquellos tristes orfanatos. Sin embargo, los revolucionarios en los diferentes batallones como el de Inoue acogían a los menores, quienes eran cuidados por las comadronas, mujeres de los mismos soldados.

Lo extraño empezó a llegar en rumores y cuentos de miedo, Sora agradeció en esos momentos que sus hijos estuvieran con su cuñado. No tenía noticias de Ulquiorra excepto por aquellas extrañas historias del pueblo. Al de cabello gris no le era muy grato escuchar sobre los monstruos debajo de la cama y otros cuentos que les contaban los soldados a los menores para dormir, en especial por los chismes de niños desaparecidos, todos por debajo de los doce años. No era una novedad que en las haciendas desaparecieran las criaturas, en especial los pequeños bastardos resultados de las violaciones de los hacendados y capataces.

Generalmente se le asosiaba a las brujas, quienes roban a los bebés sin bautizar para comerlos. Gracias a su larga línea familiar de Sora sabía cómo proteger a los recién nacidos de estás mujeres. Pero había algunos casos muy difundidos por lo peculiar de las ausencias. La mayoría de los pequeños dormían en sus camas con puertas y ventanas cerradas. Solo se escuchaban los llantos y gritos de los niños. Esto se repetía constantemente una o dos veces por semana. Algunos presentaban rasguños, los más grandes hablaban de sombras extrañas, ruidos, voces y golpes. Después de algunas semanas muchos desaparecían sin explicación alguna.

En los conventos también había secretos a voces de niños desaparecidos, los cuales eran acogidos por las religiosas. Más de un rumor decía que algunos de estos bebés eran hijos de las monjas de aventuras carnales o incluso violaciones en los templos. Había incluso quienes decían que muchos recién nacidos eran colocados en la pared, básicamente enterrando vivos a los inocentes.

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora