Capítulo 23: La treceava historia

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El perro negro

Si el diablo puede tomar cualquier forma,
ha escogido mal al tomar la de un perro,
no es por desprecio, pero no es el mejor disfraz,
los perros son los animales que más sufren
en manos de las personas, quizá sea esa la razón.
A tomado al ser que más es herido por los humanos
para castigarlos, ese ser inocente del que no sospechan,
al igual que lo hace al tomar el disfraz de niño,
he aquí en la oscuridad cuando confías
en la silueta que ven tus ojos,
pero mira con atención ese lomo negro,
podrás escuchar su profundo gruñido,
apenas se logra divisar en la penumbra
un par de ojos rojos cual sangre,
esa fila de blancos y afilados colmillos.
Ese es el perro negro, uno de los disfraces
del diablo, que viene cobrando sus deudas
a los incautos, inocentes y avariciosos,
mira que es solo el reflejo de lo que hieres.

Ulquiorra despertó primero esa mañana. Adoraba ver a su dulce mujer dormir tan tranquila en su cama, con ternura acarició su cabello. Eso despertó a la de ojos grises.

- ¡Buen día mi señor! - exclamó la doncella

- Buen día mujer... vamos a desayunar... - dijo el caballero

- ¡He! ¿No deberíamos bañarnos primero?... acaso le molesta mi redondo estómago... - dijo sollozando la dama

- No es eso, solo tenía hambre... además por lo que escuchó... tenemos visitas... - dijo el pelinegro

- ¿Visitas? Pensé que nadie podía entrar ni salir... - dijo confundida Orihime

- Vamos a bañarnos rápido... te va dar gusto verlo... - comentó el ojiverde

Ambos se levantaron para ir a la tina. El aullido de los lobos se podía apreciar en la lejanía. Se puso un hermoso y largo vestido blanco con una chalina negra, Ciffer odiaba que estuviera demasiado expuesta al frío, pero detestaba aún más que no luciera su bella y femenina silueta, por eso adoraba verla en aquellos atuendos. Como era su costumbre el hacendado vestía un impecable traje negro de pies a cabeza. Tomados del brazo se dirigieron al comedor, allí en el piso jugando con los dos niños estaba Jean.

- ¡Joven Grimillow! - exclamó la pelirroja

- ¡Princesa! ¡Qué bueno verte! ¡Ulquiorra...! - dijo el sonriente ojiceleste

Fue y abrazó a la chica.

- Eso mismo digo. Es bueno saber que estás bien. ¿No haz traído a tu mujer contigo Grimillow? - dijo el hacendado

- No. Ella está muy nerviosa. No quiere salir mucho ni dejar a nuestro bebé... supongo que en parte también es porque está embarazada... - contestó el invitado

- ¡He! ¿Vas a tener otro bebé? - preguntó la dama

- Sí... veo que ustedes también... ¿cuánto tiempo tienes? - dijo el de cabello azul

- Tiene casi 7 meses... - dijo el pelinegro

- ¡Je, je, je! Es casi el mismo que nosotros... Lilinet tiene 6 meses... - dijo ameno el lobo

- ¡Que bueno! ¿Ya desayunó joven Grimillow? - preguntó la mujer

- La verdad no... vine a ver como seguían... después de todo la revolución le afecta directamente a los hacendados como tú Ulquiorra... - dijo el ojiceleste

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora