Capítulo 14: ¿Qué es mi amor sin lujuria?

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Orihime era la señora de la casa pero nunca ejercía este cargo. Sin embargo estaba muy emocionada por su próximo aniversario. Por lo que pidió que limpiaran cada rincón, que pusieran flores en cadenas por toda la casa, las más brillantes y coloridas que encontrarán. Se pusieron floreros y jarrones con alcatraces. Bordó por días el traje negro de Ulquiorra, dos caballos en las solapas y en la espalda una preciosa águila. Mando a hacer botones de plata en forma de pequeñas calaveras de cuervo. Su vestido también se mandó a hacer especialmente en blanco y negro para complacer el peculiar gusto de su esposo. En el salón ya estaba la banda de música. Supervisó la comida y preparó los platos favoritos de su esposo y un delicado pastel de vainilla con cubierta de crema ligera. En cuanto despertará tendría una fiesta extraordinaria el pelinegro.

Al despertar Ciffer se topa con una sorpresa sobre su cama con un lindo moño negro y una nota.

"Querido señor Ulquiorra:

Espero el traje sea de su agrado. Lo he preparado yo misma para nuestro segundo aniversario. Lo espero en el comedor.

Atentamente: Inoue Orihime"

El hacendado sonrió, tomó un baño y se puso el traje, guardó una pequeña caja en su saco, no era del todo de su agrado la vestimenta porque usaba una camisa blanca pero no iba dejar de complacer a su esposa. Se sorprendió de ver tan colorida su casa. Él no era de un gusto vistoso, aunque no le molestaba, porque sabía el esfuerzo que había puesto su mujer en ello. Al llegar al comedor a sido la propia pelirroja quien le sirve a su amado.

- ¡Feliz aniversario señor Ulquiorra! - dijo sonrojada la chica

- Gracias mujer... ¿te han gustado las horquillas que te regalé?... - dijo algo tímido el caballero

- Por supuesto mi señor, las usó a diario... - dijo avergonzada la dama

- Te compré una gargantilla de un diminuto corazón que le hace juego... - dijo el ojiverde

Sacó de su solapa la pieza. El bizarro se la colocó a su bella mujer.

- Gracias mi señor... - dijo ruborizada la chica

Como ya era costumbre la sentó en sus piernas para que cenaran juntos. Se quedaron abrazados un rato.

- ¿Po... podemos bailar... unas piezas? - dijo nerviosa

- De acuerdo, pero no más de dos o tres. Sabes que no soy amante de bailar... - dijo con un suspiró el pelinegro

Ella asintió con la cabeza. Así caminaron hasta el salón. Pará poder disfrutar de la melodía. Ya era tarde, por lo que Ciffer con un gesto de la mano pidió a los sirvientes que se retiraran. La abrazo por la cintura, la llevó a la habitación, la beso con toda la pasión que tenía guardada. La dama se abrazo a su cuello. Estaba algo nerviosa por lo que temblaba un poco entre las manos del caballero, quien con habilidad desabrochó los botones de la espalda de la dama.

Sin una pizca de pena el ojiverde deslizó sus manos dentro del vestido, tocando la piel de la cintura y la cadera de su esposa, pero al sentir esa leve tensión en el cuerpo de la pelirroja suspiro y le habló al oído.

- Aún no estás lista para esto... - dijo el pelinegro

Eso desconcertó a la chica. El hombre la libero de su agarré, acomodó su traje y se disponía a ir a su trabajo. Totalmente desconsolada cayó al suelo con su vestido parcialmente desprendido se su cuerpo. Se cubrió el rostro con las manos y empezó a llorar.

- ¿Por qué?, ¿por qué me hace esto?... - dijo la sollozante mujer

Ulquiorra descontrolado fue hacia su mujer se puso de rodillas y la tomó de las manos. Odiaba ver a su esposa en tan mal estado, para él era imposible que su mujer estuviera triste por su causa.

Los ojos de la muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora