♦ Capitulo 10 -Midoriko parte II

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Capitulo ambientado en el episodio 26 del anime.

En la noche, Karin sufría de insomnio y decidió sentarse afuera de la cabaña, vislumbro a Inuyasha en el techo, aunque parecía estar un poco dormido y decidió no hacer ruido

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En la noche, Karin sufría de insomnio y decidió sentarse afuera de la cabaña, vislumbro a Inuyasha en el techo, aunque parecía estar un poco dormido y decidió no hacer ruido. Considero volver a tomar las pastillas que les había recetado su doctor a los quinces años, ya que un día ella había despertado sin recordar cual había sido la causa de su inconciencia y lo extraño es que se encontraba en el hospital encontrándose con los ojos llenos de preocupación de su madre y abuelo.

Después de ese día, en las noches comenzaba a tener pesadillas lo que provocaba que no pudiera dormir; por lo que le tuvieron que recetar unas pastillas para el sueño. Con el tiempo, las pesadillas cesaban por lo que había dejado de tomar su medicamento cuando tenía dieciocho años.

Al salir de sus pensamientos, se encontró a Kirara saliendo de la cabaña mientras que en su cuello colgaban los fragmentos de la perla. Inmediatamente se levantó de su lugar y siguió a la gatita, le resultaba muy extraño la situación.

La azabache de ojos azules se sorprendió cuando Kirara entro a la cueva de Midoriko, y todas sus dudas se disiparon cuando entro a la cueva y se encontró con la pulga Myoga allí en frente del cadáver momificado de Midoriko.

—¿Me quieres explicar porque trajiste los fragmentos de la perla aquí, Myoga? —pregunto Karin con los brazos cruzado viendo con seriedad a la pequeña pulga.

Myoga salto del susto al no presenciar la presencia de Karin y su mirada intimidante.

—Señorita Karin, ¿Qué hace aquí? —pregunto el haciéndose el desentendido.

—No evadas mi pregunta, pulga —reclamo ella—. Esta perla se vuelve conmigo a la aldea de los exterminadores —menciono mientras agarraba el trozo de la perla.

Al tener el trozo de la perla de Shikon en sus manos, el cuerpo de Karin comenzó a brillar de forma misteriosa. Myoga prestaba atención con lo sucedido en ese momento, mientras que Kirara gruñía estando atenta. Por otro lado, la azabache no sabía que hacer hasta que de repente un espíritu en forma humana se apareció en frente de ella.

—T-t-tu tu —tartamudeo Karin señalando al espíritu para luego mirar la estatua de Midoriko y nuevamente mirar al espíritu—. ¡Fantasma!

—¡No puedo creerlo! —exclamo Myoga por lo que veía.

Midoriko soltó una suave risa ante la reacción de la chica.

—¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no apareciste antes? ¡Acaso me estoy volviendo loca! —balbuceo Karin no entiendo lo que estaba pasando.

—Cálmate, solo quiero hablar contigo —comunico Midoriko.

—¿Por qué? —inquirió la azabache con recelo.

Midoriko miro a Karin y luego vio a la pulga.

—Quiero hablar con la joven a solas. ¿Sera posible que puedas retirarte? —pidió ella mirando a la pulga.

—Pero... —cuestiono Myoga.

—¿Acaso no la escuchaste? Vete —ordeno Karin irritada queriendo terminar con rapidez todo el extraño momento—. Y no le cuentes de esto a nadie —le advirtió a la pulga.

La pulga se encontraba racia en abandonar la cueva, pero al notar que la joven de cabellos azabache le lanzaba una mirada intimidante salió rápidamente.

Cuando quedaron solas, Karin se encontraba temblando de los nerviosa hacia un espíritu de una sacerdotisa muerta en frente de ella y lo peor es que quería hablar con ella a solas. Lo más lógico sería salir corriendo, pero su estupidez siempre hacia lo contrario de lo que sería normal.

—Aún sigo pensando de que estoy delirando —susurro ella para sí misma.

—No estas delirando —declaro Midoriko—, estoy aquí para explicarte en donde viene tus poderes.

Ante lo dicho por el espíritu de la sacerdotisa, Karin miro con interés.

—¿Así? Ilumíname —dijo con sarcasmo.

—Simple, tú eres mi reencarnación —revelo la sacerdotisa.

La joven de ojos azules estallo en carcajadas.

—¿Es broma, no? —pregunto ella entre risas.

—¿Por qué haría eso? —insinuó Midoriko confundida—. Cuando la perla desapareció por cincuenta años a causa de Kikyo, mi alma se le permitió reencarnar, pero cuando la perla volvió a existir una parte de mi alma se dividió volviendo así a la perla. ¿Nunca te sentiste débil o te desmayaste?

Karin ante la pregunta que le había hecho Midoriko, quedo pensativa intentando recordar haberse sentido débil o incluso haber sufrido algún desmayo. Luego miro el trozo de la perla que aún se encontraba brillando en su mano. Y repentinamente recordó algo que su madre una vez le había comentado.

Merde!(¡Mierda!) —exclamo ella en francés—. Mi madre una vez me dijo que cuando nació Kagome, me había desmayado por todo un día.

—Fue en ese momento que tu alma se dividió —explico la sacerdotisa convencida—. Nadie debe saber que eres mi reencarnación, hay muchos demonios que aún están vivos y fueron mis enemigos.

—Primero: a nadie se le ocurrió pensar que yo podría ser tu reencarnación, mi cara no tiene ningún parecido contigo —comento Karin con convicción—. Segundo: si voy difundiendo que soy tu reencarnación, sería más fácil creer que estoy loca porque lo estoy en estos momentos hablando contigo.

—Tienes que ser cuidadosa, Karin —advirtió Midoriko, al mismo tiempo, que iba desapareciendo—. Ayuda a tu hermana a completar la perla —y dicho esto desapareció por completo.

—¡Espera! ¿Solo vienes a decirme eso? ¿No vas a darle ningún consejo a tu reencarnación? —pregunto Karin hablándole a la nada, miro la mitad de la perla que había dejado de brillar y se dirigió a la salida de la cueva.

«¿Por qué me pasa esto a mí? Yo solo quería normalidad en mi vida». Sollozo esta con frustración. «¡Espera! ¿Cómo sabia mi nombre? Nunca se lo dije, ni siquiera Kikyo debe saber el nombre de mi hermana.»

Final de la maratón

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Final de la maratón. 

¡Espero que les haya gustado!

¡Nos vemos el Lunes!

Karin HigurashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora