Vacaciones arruinadas - Parte 1

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Después de que los exámenes finales fueran realizados, el año escolar terminó, y así dio inicio a las vacaciones de primavera. Desde ese entonces, Jotaro no tuvo ningún contacto con aquellas cinco molestas hermanas y pudo pasar varios días tranquilo sin tener que pensar en que sería lo siguiente que estudiarían.

Incluso el hecho de que una de las quintillizas le declarase su amor, lo tenía sin cuidado. ¿Por qué debería darle importancia a un asunto tan mundano como los caprichos hormonales de una chica? A la única conclusión a la que llegó el pelinegro, fue que estaba confusa respecto a sus sentimientos y nada más.

Aunque él era el menos indicado para juzgar los sentimientos de las otras personas ya que él mismo tiene demasiadas dificultades para ser más emocional y a pesar de ser popular con las chicas únicamente por su atractivo, no tenía ninguna experiencia en el tema romántico.

Lo único que podía hacer ante la situación, era olvidarse de todo y disfrutar sus vacaciones pacificas.

—Jotaro, ¿puedes acompañarme al supermercado? —pidió Holy interrumpiendo el descanso de su hijo quien estaba acostado en el suelo.

—Bien.

Jotaro se puso de pie y fue a terminar de alistarse yendo a su habitación a ponerse una gorra deportiva y sus zapatos para acompañar a su madre. Incluso aunque no usara su uniforme escolar, su estilo casi no variaba al siempre usar gorras y ser muy rara ocasión verlo sin una.

Cuando estuvo listo por completo, salió acompañando a Holy sin formular una sola palabra, solo escuchando durante todo el camino las diversas anécdotas que contaba su alegre madre.

En el trayecto hacia el supermercado, se detuvieron en un paso peatonal esperando por cruzar. Mientras los Kujo esperaban avanzar, el muchacho metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y suspiró. Fue cuando de pura casualidad, miró hacia su derecha para toparse con una de las quintillizas quien también había notado su presencia.

—Jotaro...

El mencionado mantuvo su serena expresión sin alterarse en ningún momento. Antes de siquiera poder decir una sola palabra, su madre Holy se dio cuenta de la presencia de una de las alumnas de su hijo por lo que ella muy alegre fue la que inició la conversación.

—Eres Miku-san, ¿cierto? ¡Qué gusto verte! —saludó la rubia de la manera más alegre posible.

—Buenas tardes, Kujo-san... —Miku correspondió al saludo haciendo una pequeña reverencia bajando la cabeza.

—Oh, vamos, no tienes porque ser tan formal, puedes decirme Holy, ¿sabes? ¿A dónde ibas?

—Al supermercado.

—¡Eso es genial! Jotaro y yo también vamos ahí, ¿quieres venir con nosotros? —sugirió Holy.

—Claro... —La castaña aceptó acompañarlos con una alegre sonrisa, ya que al menos de esa forma, podría estar cerca de Jotaro sin que pareciera forzado.

En el caso de él, poco le importó si alguien más se sumaba con ellos mientras no fuera molestado directamente, así que sin siquiera pronunciar una sola palabra, continuó el camino una vez que pudieron cruzar el paso peatonal.

Luego de llegar al supermercado, Holy tomó una canastilla al igual que Miku y ellas dos comenzaron a realizar sus respectivas compras para sus casas, mientras el joven se paseaba detrás suya sin importarle las charlas que tenían las dos mujeres.

—Supe que lograron aprobar todas sus materias, ¿cierto? Parece que Jotaro hizo un muy buen trabajo, ¿no? —comentó la extranjera.

—Sí, Jotaro es un excelente tutor —afirmó Miku mirando de reojo al aludido.

Un tutor muy serioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora