Un tutor muy serio

Cinco años después

La oscuridad de la noche estaba desapareciendo a causa del cálido sol que comenzaba a emerger desde el horizonte. A tempranas horas del día, todavía se sentía el frío remanente que no tardaría mucho hasta que la calidez de la mañana hiciera lo suyo. Era un buen momento para tomarse un poco de tiempo ahora que se había graduado de la universidad hace meses.

En su habitación, comenzó a vestirse con ropa deportiva haciendo el menor ruido posible para no molestar a la única persona que vivía con él y en ese preciso momento, estaba dormida. Al terminar de arreglarse, tomó su bolso deportivo con todo lo necesario, como un cambio de ropa y agua para hidratarse.

No le gustaba el hecho de dejar a solas a su hija en ese solitario departamento mientras se iba a entrenar, pero si algo le relajaba, es que solo sería una hora. Antes de eso, se aseguró que todo estuviera bien en casa y que no le faltara nada en su ausencia como juguetes y una botella de jugo. Además, todavía era demasiado temprano, probablemente dormiría mucho más tiempo.

Para finalizar, se puso una gorra negra, tomó las llaves de su departamento y salió del lugar cerrando la puerta detrás suyo. Antes de abandonar por completo el edificio, se colocó unos audífonos para escuchar música en el camino y también durante el entrenamiento.

Para fortuna de él, jamás le faltó el dinero y tenía demasiado apoyo económico gracias a su familia. Por eso mismo, podía darse algunos privilegios para estar tranquilo y sin molestias mientras hacia lo suyo.

Él había pagado una membresía a un gimnasio privado de gran prestigio donde solo muy pocas personas ingresaban; esto era más que perfecto para no ser fastidiado por las mujeres que buscaban ligar con él mientras se ejercitaba en lugares públicos como el parque o gimnasios más generales.

Desde que su hija había nacido, decidió cambiar todos los malos hábitos que tenía para dar un buen ejemplo y cuidar de su salud con el fin de perdurar lo suficiente para cuidarla hasta que fuera necesario. Alguna de esas cosas fue haber dejado de fumar y tomar, como también ponerse a hacer ejercicio constantemente para mantenerse en forma, aunque claramente jamás había sido necesario ya que desde que la pubertad hizo lo suyo, se había vuelto muy fuerte y resistente.

Luego de caminar pocos minutos, llegó a un gran edificio apartado de las calles de la gran urbe de la ciudad de Nueva York. Claro, no tenía mucha relación con otros edificios comerciales abiertos al público en general ya que este era muy limitado en cuanto a quienes podían entrar debido a lo prestigio que era. Ese edificio, era un club que tenía diferentes áreas como un gimnasio, spa, restaurante y zonas de entretenimiento de gran alta calidad.

Al entrar al edificio, ni siquiera tuvo que mostrar su tarjeta de pase a los recepcionistas a causa de que ellos ya lo conocían desde hace unos meses y dejó de ser necesario identificarse cada vez que se dirigía a dicho lugar.

Con su actitud silenciosa, correspondió a los saludos formales de los recepcionistas y sin mas, subió por el elevador para dirigirse al piso en el que era el área de entrenamiento. Él se había quitado los audífonos previamente para ser educado y responderle a los empleados. Podría volver a ponérselos pero tenía que hacer unas cuantas preparaciones al llegar.

Después de un minuto de espera, el ascensor se detuvo en el piso correspondiente y la puerta se abrió, dejando salir al joven que caminaba hacia la entrada del gimnasio con un rostro bastante inexpresivo y serio como era típico de él.

Como siempre, no tenía interés en fijarse que hacían la poca gente dentro del lugar así que sin prestar atención a nadie más, se dirigió a los estantes para dejar su bolso y también su gorra negra.

Luego de aquello, subió a una de las caminadoras, se puso sus audífonos antes de iniciar y prendió a la caminadora a un ritmo más allá de lo moderado para iniciar con su pesada rutina; al hacerlo, comenzó a correr mientras escuchaba música.