Una ruidosa visita

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El día era bastante tranquilo o eso creía Jotaro. No había nada mejor para él que trabajar en la sala de su casa mientras veía a Jolyne jugar a construir pequeñas torres, desarmarlas, dibujar, decir oraciones cortas como también entenderlas, y sobre todo, ya haber aprendido a caminar y correr por su cuenta. Esto era una preocupación menos para el joven padre que según sus investigaciones exhaustas, todo eso ya debería saberlo a su edad.

El ambiente del apartamento de Jotaro también era muy calmado, pacífico y armonioso, como la temperatura del lugar en un punto fresco y la música sonando de fondo, lo que lo ayudaba a no perder la concentración en su trabajo al tener todo ordenado.

Sin embargo, su paz fue invadida con el caos cuando el timbre sonó, no una vez, sino cinco veces.

Jotaro se levantó del sofá bastante irritado por la insistencia de la persona que estuviera detrás de la puerta y la abrió de mala gana, solo para llevarse la sorpresa de ver a las quintillizas esperando por entrar, que vaya que lo hicieron sin haber perdido permiso.

—¿Así que este es el departamento de Jo-kun? Se ve bastante elegante —comentó Nino mirando todos los alrededores.

—El lugar es muy ordenado y minimalista, me gusta —agregó Miku caminando a lado de Nino, igualmente dándole un vistazo a todo el apartamento.

—¡Jojo! —Yotsuba no perdió el tiempo y fue corriendo hacia Jolyne para cargarla con mucha emoción.

—P-Perdón por la intromisión, Jota-kun... —se disculpó Itsuki bastante avergonzada, siendo la única que sabía lo que acababa de hacer ella y sus hermanas.

—Esperen un momento. ¿Qué diablos hacen todas ustedes en mi hogar? —cuestionó el joven mirando confuso como todas las chicas habían venido para arruinar su momento tranquilo.

—¿Ya lo olvidaste, Jotaro-kun? —Ichika esbozó una alegre y seductora sonrisa a Jotaro, haciendo que este la viera con confusión—. Ayer nos habías dicho que podíamos venir a tu casa el día de hoy.

—Tch... Solo lo dije para quitármelas de encima... —Tan solo pudo maldecirse a sí mismo por haber aceptado la propuesta de Ichika que no creía que iba en serio. Al final, suspiró rendido—. Como sea, hagan lo que quieran, yo terminaré el trabajo pendiente que tenía.

Jojo fue de nuevo a sentarse en el sofá con el fin de retomar su trabajo ignorando todo el escándalo que hacían las cinco gemelas en su departamento, algunas jugando con su hija, Jolyne. Al menos podía dejar de preocuparse por eso.

De pronto, la quintilliza menor se acercó a él observando su laptop con curiosidad, algo que no pasó desapercibido para el joven que sin siquiera voltear a mirarla, decidió hablar.

—¿Necesitas algo, Itsuki?

—Ichika y Yotsuba me habían dicho que eras biólogo marino, ¿no es así?

—¿Qué sucede con eso?

—¿No se supone que deberías estar en el mar estudiando peces? —preguntó la pelirroja con genuina curiosidad, viendo a su antiguo tutor escribiendo textos en varios documentos.

—Yare yare... —El pelinegro suspiró ante la pregunta tan tonta de Itsuki pero supuso que era normal la confusión—. No todo mi trabajo consiste en ir al mar y observar a los animales y plantas marinas de cerca. En parte, aquí escribo todos los informes de las investigaciones que realizo. Como apenas llevo poco graduado, he hecho unas cuentas.

—Oh, parece muy interesante, Jota-kun. —Sonrió Itsuki contenta debido a que Jotaro le había resuelto su duda—. ¿Y qué haces con Jolyne cuando tienes que viajar?

Un tutor muy serioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora