Capítulo 1

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Aún se podía apreciar algunos rayos de luz iluminando el cielo detrás de la montaña, avisando de que pronto caería la noche, uno de los rubios sostenía un arma con notorio nerviosismo sin apuntarle aún, no quería matar al federal, le daba pena y aunque intento hacerlo entrar en razón no tuvo mucho éxito.

- ¿De verdad quieres morir Gustabo?, ¿De verdad no hay otra forma de hacer esto? No va a haber marcha atrás... Si te meto un tiro en la cabeza, no va a haber marcha atrás – empezó a hacer un último intento con esperanza de convencer al ojiazul.

- Y eso es precisamente lo que quiero, Toni... que no haya marcha atrás. – su voz sonaba más gruesa y demandante que hace unos minutos – No te lo voy a repetir más veces, si me quedo en este mundo voy a hacer daño y probablemente haré daño a la única persona que quiero y créeme que ya le he hecho bastante... No hay marcha atrás, estoy ya corrompido por dentro, he tenido a Pogo demasiado tiempo dentro. ¿Qué no entiendes? – el contrario soltó un suspiro largo y pesado para después apuntar directamente a la cabeza contraria.

- Lo siento de verdad...-

- No lo sientas, Toni, al contrario, gracias... gracias. – repitió – Y una cosita más, si algún día coincides con un tal Horacio, por favor, trátalo bien, cuida de él, es muy sensible y aunque pueda parecer una persona muy dura, tiene un corazón enorme – se notaba el cariño y amor con cada palabra que salía de su boca.

- ¿Quieres que dispare?

- Adelante... Dispara.

El de ojos bicolor nuevamente suspiro, tratando de ganar tiempo, aunque sabía que tendría que hacerlo tarde o temprano, sin más tiró del gatillo y del arma salió una bala, la cual nunca llegó a su destino.

- Lo siento, Gustabo, pero no puedo hacerlo – dejó de apuntarlo y tiró la pistola por el acantilado que se encontraba a unos metros de ellos, perdiéndose entre la maleza.

- ¿Qué mierda haces? ¡Mátame de una buena vez! ¡¿No eras un mafioso?! ¡¿Qué te cuesta dispararme?! ¡Nada! – se notaba desesperado, llevó sus manos a su nuca y tiro de su propio cabello mientras se inclinaba cada vez más al punto de tirarse al suelo.

- Gustabo, y-yo quiero ayudarte, déjame ayudarte – se acercó al de ojos zafiro con cautela, tomó sus brazos e intento que el otro dejara de hacerse daño cuando notó que el otro tiraba cada vez más fuerte de su cabello.

- Solo tenías que hacer una cosa... Solo te pedí una cosa – su voz empezaba a salir cada vez más débil y por su rostro empezaban a caer lágrimas, impidiendo ver sus hermosos ojos. Toni no sabía que más decir o hacer, no lo conocía de nada, pero al verlo de esa manera, no pudo evitar querer ayudarlo. Rodeo con sus brazos el cuerpo del contrario mientras este rompía en llanto. – Y-yo solo q-quiero morir...

- Déjame ayudarte – el ojiazul correspondió el abrazo y asintió ante la propuesta del mayor, el cual después de unos minutos intento calmarlo con caricias en el cabello para luego levantarlo del suelo y subirlo al coche.

Déjame AyudarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora