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—Vamos por unas hamburguesas —sugirió la joven mientras hacíamos la fila para pagar el estacionamiento.
Ella sabía que no me gustaba consumir comida rápida, pero me miró directamente a los ojos mientras hacía puchero.
—Está bien, manipuladora —aplaudió en señal de victoria.
Una vez que pagamos, subimos al auto y comencé a manejar mientras ______ se tomó la tarea de buscar en internet uno de los mejores lugares de hamburguesas en la zona y luego de siete minutos ubicó uno al cual no tardamos en llegar.
Creí que el establecimiento era algo retro, pero en el momento que entramos noté que su decoración era muy moderna. Dejé que la mocosa se encargara de elegir la mesa y de ordenar por mí ya que había tantas opciones que realmente no sabía que pedir.
—Estoy segura de que te gustará la que elegí para ti.
—Confío en ti, mocosa.
Mientras esperábamos las hamburguesas ella comenzó hablarme sobre la universidad. Estaba orgulloso de cómo salió adelante a pesar de todos los obstáculos que se le atravesaron ya que no era secreto para nadie que su primer semestre fue en casa porque aún no se sentía lista para compartir con más de treinta personas en un aula.
Durante toda mi vida creía que el amor no era más que una distracción hasta que llegó la mocosa a mi vida y me enseñó que tenía más para dar. Desde que ella llegó vi la vida de una manera distinta ya que tenía alguien por quien despertar.
—Iré al baño, ya vuelvo —ella asintió en respuesta ya que tenía la boca llena de papas fritas.
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Mientras Levi se fue al baño me quedé viendo por la ventana, había una caja al lado de un árbol la cual se movía de un lado a otro. Comencé a imaginar miles de cosas que podría contener la caja, pero cuando la tapa se elevó ligeramente pude divisar una patita de gato.
Unos chicos de trece años se percataron de la caja y comenzaron a patearla sacándola poco a poco de la acera. Me levanté rápidamente de mi asiento y salí del restaurante para enfrentarlos.
— ¿Podrías dejarlo en paz? —los tres muchachos voltearon a verme con burla.
— ¿O si no qué? —retó el más alto.
—Te meteré la patineta en el culo —respondió Levi a mis espaldas.
— ¿T-tú y cuantos más? —tartamudeó mientras trataba de mantener su firmeza.
