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|𝐋𝐄𝐕𝐈|
Unas horas antes...
Estaba completamente seguro de que alguien estaría esperándome en el estacionamiento para asesinarme. Quizá aquella hipótesis no era más que una sospecha de lo que podría ocurrir cuando el ascensor llegase a su destino, aun así necesitaba un plan b, lo cual fue algo complejo ya que no había muchas opciones dentro de aquellas cuatro paredes metálicas.
Mientras el ascensor continuaba su trayecto sin interrupciones hasta el estacionamiento, decidí buscar alguna vía de escape y lo único que logró captar mi atención en ese momento fue una rejilla metálica que se encontraba en la parte superior del elevador. Rápidamente me estiré para alcanzarla y removerla, pero estaba asegurada, así que comencé a golpearla con la ayuda de la empuñadura de mi arma hasta aflojarla.
Me detuve un momento para observar la pantalla del ascensor y me di cuenta que faltaban tan solo tres pisos para llegar al estacionamiento. Salté un par de veces, tratando de sujetarme de las orillas de aquella apertura para poder subirme allí, sin embargo, me resbalaba y volvía nuevamente a la posición inicial.
—Mierda —me quejé al ver como las palmas de mis manos estaban ensangrentadas debido al borde filoso de la rejilla.
Nuevamente volteé para ver cuánto faltaba y me percaté que estaba a punto de llegar al estacionamiento.
—Es ahora o nunca —susurré por lo bajo antes de tomar impulso para saltar.
Cuando logré subirme, me oculté y coloqué nuevamente la rejilla en su lugar para no levantar sospechas en cuanto el ascensor llegara a su destino.
Por un momento llegué a pensar en que quizá no darían con mi ubicación, sin embargo, cuando el ascensor se detuvo y sus puertas se abrieron, una lluvia de balas arremetió contra el interior. Poco después, ellos cayeron en cuenta que no había nadie e intercambiaron miradas sin saber qué hacer.
—Debe ser una broma... —dice uno de ellos, restregando su cabeza con las yemas de sus dedos.
—Curiosamente el elevador en el que Ackerman, llegó a su destino, pero no escucho confirmación de su deceso —interrumpe la voz de Zeke tras un walkie talkie.
—Señor, Ackerman no estaba dentro del elevador —informa el más alto con la voz temblorosa.
Zeke suspiró y luego habló.
—Por lo que veo, el maldito nos tendió una trampa —su tono de voz era sereno, pero estaba seguro de que la ira lo estaba carcomiendo—. Revisen cada centímetro del estacionamiento y si lo tienen en frente, no duden en apretar el gatillo. Levi Ackerman es una amenaza.
