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Aquella oficina era iluminada por una tenue luz, de esquina a esquina podía apreciar lo lujosa y moderna que era.
Por más tranquila que parecía estar, por dentro me estaba muriendo de miedo.
Con cada segundo que trascurría me percaté que había cometido un grave error al faltar a mis clases simplemente para reunirme con Eren para saciar aquella curiosidad. Una parte de mí vivía con la vaga idea de que si volvía a hablar con Eren todo volvería a ser como antes, pero en el momento que nos reunimos y comenzamos a charlar me di cuenta que era una persona completamente distinta a la que conocí a mis catorce años.
Si me hubiese hecho caso a Levi nada de esto hubiese ocurrido, mi curiosidad me trajo hasta acá y lo único que deseaba era salir con vida por mi propia cuenta ya que no había manera de que Levi pudiera localizarme o eso pensaba yo.
—Eren Jaeger, un placer —respondió de manera burlona a la presentación de Jean.
Inmediatamente Ymir se acercó hasta donde estaba Eren para callarlo de un puñetazo.
—Ymir, por favor. —interrumpió Jean de manera sutil mientras se quitaba aquel elegante saco negro que vestía para luego colocarlo con delicadeza sobre el espaldar de la silla— Yo me encargaré de él —añadió con una cínica sonrisa mientras enrollaba las mangas de su blanca camisa hasta los codos.
El ambiente cada vez se iba poniendo más y más tenso. Sin embargo, todo el tiempo me mantuve en silencio al igual que las demás personas que se encontraban en aquel despacho custodiando al jefe.
Jean se acercó hasta dónde se encontraba Eren y sin previo aviso lo tomó del cabello con fuerza para luego estrellar su cabeza contra el escritorio.
—Te di quince días para que me entregaras mi dinero, ¿qué ocurrió? —interrogó al joven mientras ejercía cada vez más fuerza.
—Solo fue un contratiempo —se excusó.
— ¿Entonces por qué te ocultabas? —cuestionó, pero no obtuvo respuesta alguna por parte de Eren.
Jean parecía que trataba de mantener la calma ante la situación, pero Eren había acabado por completo con su paciencia. Tomó al castaño del cuello de la camisa y lo tiró violentamente al suelo para luego patearlo un par de veces en el abdomen.
— ¿Crees que esto es un maldito juego? —Arqueó una ceja mientras se ponía de cuclillas enfrente de él— Has estado trabajando para mí durante dos años y creo que fui muy claro cuando te dije por primera vez que no me gusta que me hagan perder el tiempo.
Eren no se veía muy bien que digamos. Una parte de mí estaba consiente de él se había metido en esto, pero de igual manera me daba dolor verlo allí tirado escupiendo sangre.
