12. Primer Vistazo

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Severus Snape entró a largas zancadas en su apartamento. Hermione, practicando un hechizo diabólicamente complicado para refinar agua a partir de la humedad del aire, ni siquiera levantó la mirada. Normalmente, Snape habría comprendido, y alabado, tal concentración, pero esta vez Snape quería su atención... y la quería ahora. Así que se puso entre Hermione y sus frágiles glóbulos de agua flotando, haciendo que todo el conjunto salpicara en la alfombra. Hermione gruñó con frustración.

"¡Severus, estaba al borde de un descubrimiento!"

"Al igual que yo, Señorita Granger. Y ahora lo he descubierto. Lo he hecho. Sé cómo tratar sus náuseas matinales."

Hermione extendió una mano, y él dejó caer debidamente un pequeño envase redondo de loción en ella. Ella esperaba que esto funcionara. Estaba casi a medio embarazo, y aun así su malestar continuaba. La medibruja le decía que todo iba bien, que simplemente era una de esas desafortunadas mujeres cuyo cuerpo no hacía las paces con el embarazo al final del primer trimestre. Aunque vomitaba con menor frecuencia, la incómoda sensación de cansancio y la leve náusea siempre estaban presentes. Eso es, hasta que extendió la crema por sus manos y brazos. La magia fue instantánea, una cálida y fluida ola de bienestar inundando su ser. Hermione estalló en lágrimas de gratitud.

"¡Funciona!" lloró.

Hace seis semanas, las lágrimas habrían enviado a Snape a la frenética indecisión. Ahora, eran tan normales para él como el trabajo en encantamientos de Hermione o su fetiche con los pasteles. Las veía por lo que eran, lágrimas de alivio, y como tales, estaba muy complacido. La abrazó contra su cuerpo, y dejó sus lágrimas fluir hasta su final. Cuando al fin se detuvieron, ella lo miró con una brillante sonrisa en el rostro.

"¡Oh, dios, Severus, vas a ser un hombre muy popular!"

Snape sonrió, una pequeña sonrisa, que crujía como una puerta sin engrasar, pero una sonrisa de todos modos. "Con todo derecho, Señorita Granger. ¡Veamos qué tiene que decir ahora al respecto su medibruja!"

Hermione resopló. Los pronunciamientos de la Señora Ana sobre la imposibilidad de una cura mágica para las náuseas matinales siempre lo habían irritado. "Entonces, ¿cómo narices lo hiciste?"

"Bueno, algo que dijo ayer sobre la evolución me hizo percatarme de por qué estaba fracasando. Las náuseas matinales evolucionaron como un modo de que el cuerpo guiara a la mujer lejos de comidas dañinas, comida insuficiente, y sobreesfuerzo. Cada vez que trataba de frustrar el proceso, su propio adn se manifestaría para neutralizar la magia. Así que decidí cambiar de táctica, y ayudar a su cuerpo a comunicar los problemas. Si come algo que encuentra dañino, le hará una advertencia; sus manos se volverán rojas. Continúe comiendo, y el cuerpo hará lo que necesite hacer. Si se cansa en exceso, sus manos se volverán azules... si no descansa enseguida, la náusea regresará. Deje de comer lo suficiente, y sus manos se volverán amarillas. Responda y estará bien. Ignore la advertencia y volverá a vomitar. La magia en esta crema le da a su cuerpo otro medio de comunicación. Lleva la evolución un paso más lejos. Y en consecuencia, sus síntomas se alivian."

Hermione saltó sobre él, lo besó con fuerza en los labios. "Tú..." volvió a besarlo, más suave, "...eres un hombre brillante." Un beso más, éste tan suave que apenas pudo sentirlo. "Gracias."

Snape abrió sus oscuros ojos insondables, que se habían cerrado durante el último de los 3 besos, "No hay... de qué."

*********

Mientras que el cuidado prenatal que obtenía a manos de la Medibruja y Severus sobrepasaba de lejos el cuidado que una mujer muggle habría disfrutado, no había tecnología de imágenes mágica. Si quería ver al bebé, y determinar su sexo, entonces había que hacerlo a la manera muggle. Hermione estaba decidida a obtener un ultrasonido.

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