20. Epílogo

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Antes de tener hijos propios, Severus Snape siempre había sido un defensor de la crianza sobre la naturaleza. Como educador, había pensado que los padres jugaban un papel significativo en el desarrollo de la personalidad de sus hijos. Un niño que era perezoso era de ese modo porque sus padres no le habían enseñado disciplina. Un niño con afán de aprender había sido lo suficientemente afortunado por nacer en un hogar mejor. Ahora se mofaba de esa idea. Los niños salían del útero con su propia personalidad, prácticamente formada por completo. Un padre podía alentar a un niño a alcanzar su pleno potencial, o podía reprimir a ese niño, pero esos cambios sólo estaban de verdad en los márgenes.

Lily era, y lo había sido desde el nacimiento, una Slytherin. Marcus, dos años más joven, era para Gryffindor. Y Maximillian, un regalo inesperado, un año más tarde, se había elevado hasta jefe de prefectos dentro de Ravenclaw. Que sus tres hijos fueran fundamentalmente diferentes, a pesar de haberse criado en el mismo hogar, era uno de los mayores misterios de la vida. Y aun así, aunque fueran tan distintos, estaban unidos por fuertes lazos de afecto. En la infancia, si encontrabas a un hermano, encontrabas a los otros dos no muy lejos.

Incluso ahora, cada uno con su propia vida, mantenían un vínculo de cercanía. Que Lily hubiera escogido tener a sus hermanos a su lado, en lugar de cualquiera de sus bobas amigas, era una fuente de gran satisfacción para él. Esta familia era el mayor patrimonio que les dejaría, y estaba bastante orgulloso de eso.

Su aliento quedó atrapado en su garganta. Su hija. Tan hermosa. Que era suya era innegable, no sólo en naturaleza, sino también en rasgos físicos. Era pálida como la luna, con una cascada de cabello de ébano. Su nariz ligeramente patricia sólo realzaba la apariencia de una princesa élfica. Que él hubiera sobrevivido sus años de adolescencia sin lanzar un crucio a alguno de sus torpes pretendientes, era, para su mente, uno de los mayores logros de su vida. Y ahora, aquí estaba, envuelta en un sencillo vestido blanco, preparándose para unir su vida a ese, ese, ese Gryffindor. Apretó los dientes, y le ofreció el brazo a su hija.

Entonces, ella le sonrió. Una sonrisa que era tan transparentemente gozosa que no pudo evitar devolvérsela.

"Estás tan hermosa que me quitas el aliento."

La sonrisa se profundizó. "Sí, Padre, lo sé."

"¿Estás preparada para esto, mi Lily?" La sonrisa de él se desvaneció, y profundo pesar se trasladó a sus ojos. "No. Ya no más mi Lily."

La sonrisa de Lily también desapareció. Puso una mano a cada lado del rostro de su padre, y atrajo su frente grisácea a la suya. "Siempre tu Lily, Padre. Siempre."

Él cerró los ojos, inhaló el aroma de su primogénita. Este momento nunca regresaría. En qué desastre emocional se había convertido. Todo culpa de Hermione, por supuesto. Se enderezó, secándose gruñón una lágrima del ojo. "Entonces, si estás lista, vamos."

*********

Lo recordaría más tarde a través de una niebla de emoción. Cuán orgulloso se sintió, caminando con esa magnífica criatura del brazo. El momento de claridad cuando miró a los ojos a ese Gryffindor y vio que se sacrificaría y moriría por su hija. El desgarrador dolor cuando puso la mano de ella en la de él. La fuerza sobrehumana que le costó retroceder y girarse. Y entonces, como un faro en la oscuridad, el rostro de Hermione, mirando al suyo, los ojos desnudos con amor y comprensión.

Siguió su luz, fue hacia ella, sintió el consuelo de su cuerpo metiéndose bajo su brazo, y sintió el mundo volver a moverse. Todo estaba de vuelta en su lugar. Diferente, pero correcto. Se sentaron, mano sobre mano, y observaron a su hija comprometer su vida a un buen joven. Si Lily iba a ser siquiera la mitad de feliz con su Gryffindor de lo que él lo había sido con la suya, entonces hoy era, en efecto, un día auspicioso.

Fin.

NA: Gracias, gracias, gracias, a todos vosotros, por leer. Me he sentido tan honrada de teneros a todos en este viaje conmigo. Escribir esto ha sido un placer increíble, principalmente a causa de vuestro desenfrenado entusiasmo. Os deseo a vosotros y a los vuestros una vida llena de magia.

Con mis mejores deseos, Theolyn.

NT: Muchas gracias por seguir la traducción de esta hermosa historia de Theolyn. Si os ha gustado, ya tenéis una nueva de esta autora en progreso, 'El Peso de la Memoria'.

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