15. Primera Etapa

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El nacimiento era una barbarie.

Snape llegó a la conclusión de que la continua supervivencia de la raza humana, dada la agonía de la entrada humana en el mundo, seguramente era un misterio mayor que la génesis de la magia. Había visto jaranas con menos desorden y derramamiento de sangre.

Por suerte, había terminado. Snape se sentaba en el rincón de su dormitorio, un ojo en el sueño exhausto de la mujer en su cama, y un ojo en el bulto envuelto en franela en sus brazos. Sentía la satisfacción de un guerrero tras una batalla larga, victoriosa. Seguramente había visto luchas más largas y difíciles durante la guerra, pero en el presente, no le venía ninguna a la mente. Aquellas batallas se habían combatido con varitas, pero ninguna tuvo la magia pura, cruda, que acababa de presenciar. Esa mujer, esa mujer en esa cama de ahí. Severus Snape no era un hombre que otorgara su respeto a la ligera. Pero a esa mujer la respetaría hasta el final de sus días.

*********

Hermione nunca había caminado tanto en toda su vida. Pero estaba sobrellevándolo. Sobrellevando el ritmo interminable de dolor y no-dolor, tensión y relajación. Sobrellevando el lento pero inexorable progreso del parto. Así que cuando, al fin, fue hora de llamar a Doña Ana, sintió que había saltado un obstáculo de algún tipo.

La medibruja llegó, chequeó a Hermione, y declaró jovialmente: "Felicidades, Querida. ¡Ahora estás de parto!"

Hermione no estaba orgullosa del modo en que se había vuelto contra la mujer, como una serpiente a punto de atacar, y siseado "¡¿Eso cree?!"

Estaba cansada. Estaba enojada. Estaba comenzando a dudar que pudiera hacer esto. No había esperado que el nacimiento llevara tanto tiempo. Descubrir que acababa de entrar ahora en parto activo, cuando se sentía tan cerca del final de sus reservas de energía, era demoledor.

Se concedió un emocionado ataque de lágrimas y auto-compasión, luego se recuperó, y retomó el acto voluntario de sobrellevar. A través de todo ello, era consciente de Severus, observándola, alimentándola con sorbos de caldo reconstituyente entre contracciones, extendiendo su preocupación como una manta sobre ella.

También era cada vez más consciente del pequeño vial de vidrio en el bolsillo de Snape. Lo había sentido antes, cuando la había ayudado a meterse en la cama. Había sabido de inmediato lo que era, uno de los envases en que guardaba pociones con base de crema. Tenía una fuerte sospecha de que su hombre Slytherin había encontrado algún subterfugio en su promesa. En ese frasco, muy probablemente, había alivio. Una pequeña voz slytherinesca en su propia cabeza intervino, ¿no había contado con que él hiciera justo eso?

Hermione estaba deslizándose. Sabía que si él le hubiera ofrecido la poción en este momento, bien podría haberla tomado. Así que estaba agradecida de que mantuviera oculto el vial, y no dijera una palabra sobre ello.

Las contracciones eran peores ahora, lo consumían todo. Habían pasado de lejos la sensación de su ciclo mensual, se habían convertido en como si alguien estuviera arañándole las entrañas con una espátula de madera. Esto era un proceso natural. Lo sabía. Pero estaba resultándole difícil recordarse que este dolor no era malo. Lo sentía malo. Lo sentía horrible. Y Hermione no estaba segura de cuánto tiempo más podría soportarlo.

Justo entonces, golpeó la siguiente contracción. Más fuerte esta vez, con más dientes, y Hermione se sintió perdiendo pie. Se esforzó por recolocar el centro a que había estado agarrándose con nudillos blancos, pero el centro simplemente había desaparecido. Estaba perdida en un mar de dolor. Un miedo horrible, un miedo que había estado mordisqueando los límites de su compostura durante horas, comenzó a dar bocados mayores. Ya no quería hacer esto. No podía. No podía.

*********

Severus observaba a Hermione con creciente preocupación. Sus años con el Señor Tenebroso lo habían convertido en un experto en el dolor. El cambio en las emociones de la Señorita Granger era una señal ominosa. Lo había visto una y otra vez. No era el dolor lo que quebraba a las personas. El dolor, aunque terrible, era superable. Podía ser llevado.

Lo que quebraba a las personas no era el dolor. Era la desesperación. Una vez las personas perdían la esperanza de que el dolor terminara, cierta estructura protectora en el cerebro se desmoronaba. El dolor se convertía en todo. Se convertía en el universo, una oscura ola tan abrumadora que ahogaba el alma.

Severus tocó con los dedos el vial en su bolsillo. Podría simplemente aplicárselo. Ella no lo detendría ahora. Y, estrictamente hablando, habría estado completamente dentro de los límites de su promesa a ella. Pero, ¿apreciaría ella la diferencia? Era una Gryffindor, después de todo, una verdadera buscadora. Podría aceptar su intervención ahora, pero más adelante, cuando el dolor se hubiera desvanecido, ¿qué pensaría entonces? La respuesta estaba clara para él. Sentiría que la había traicionado. Estaría equivocada, pero no obstante.

¿Por qué debería importar si ella se sintiera de ese modo? Después de todo, su tiempo juntos estaba llegando innegablemente a una conclusión. Otras dos semanas, y entonces, se verían una vez al año. Debería ser capaz de soportar el desdén de una bruja soltera durante una semana al año. Pero una voz traicionera en su interior susurró, no podrías manejar el desdén de esta bruja. Así que dejó la poción en su bolsillo.

Pero la situación actual era intolerable. Las últimas contracciones de Hermione habían empeorado progresivamente. Había comenzado a combatirlas, zurrándose en una batalla con su propio cuerpo. Estaba hiperventilando. La Medibruja, en lo que Severus pensaba era la primera cosa sensata que había exhibido en los 9 meses de su conocimiento, aconsejó severamente a Hermione que debía recomponerse por su bien tanto como por el bien de la niña nonata.

Pero Hermione estaba más allá de oír. Si acaso, la recomendación de Doña Ana de que Hermione aceptara alivio la hizo batallar más. Intolerable.

Snape sacó la varita de la túnica, y murmuró "Legeremens."

*********

Incluso en su niebla de agonía, Hermione sintió la extraña sensación de Snape deslizándose dentro de su mente. De repente estaba allí, con ella, envolviéndola en su presencia, compartiendo la experiencia con ella. Ya no estaba sola, ya no tenía miedo, ya no estaba perdida en el océano del dolor.

Se miraron a los ojos en ese no-lugar y Hermione sintió su centro regresar. Podía hacer esto. Debía hacer esto.

Cuando la siguiente contracción se estrelló contra ellos, haciéndolos inclinarse como un pecio, él le mostró dónde poner el dolor, cómo recanalizar la información por diferentes caminos, volverla una sensación más neutra. Todavía fue enormemente dolorosa. Pero el filo había desaparecido. Era suficiente.

*********

Cabalgaron juntos la siguiente contracción. Y la siguiente. Y la siguiente. Las olas se volvieron mayores, más poderosas. Parecía interminable para Snape, un viaje aplasta-huesos de agonía en partes anatómicas que ni siquiera poseía. La siguiente ola fue horrible, llevándolo casi a su propio borde, el lugar donde la esperanza disminuiría. Podría salir en cualquier momento. Pero para la Señorita Granger, no existía tal opción. No la abandonaría. Incluso si lo quebraba.

Cuando esa contracción retrocedió, algo cambió. Severus fue consciente de un cambio en la sensación, un impulso leve, distante, pero inconfundible, de empujar.

Oyó el gran rugido de triunfo de Hermione, sintió la corriente de fuerza adicional fluir a ella cuando reconoció su llamada a la acción. Lo maravilló, esa prisa primordial, la más pura magia que jamás había experimentado. La sintió enviar un pensamiento de gratitud hacia él, y entonces se encontró expulsado sumariamente del cerebro de Hermione.

Fin del Capítulo 15

NA: ¿Cómo debe ser tener a alguien compartiendo voluntariamente tu más oscuro momento de ese modo? Decid lo que queráis de Severus, pero cuando las cosas no van bien, es una roca.

¡En el próximo capítulo, el Nacimiento!

¡Gracias por leer!

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