Tercera rosa.

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Era sábado, uno de los días favoritos de todas las personas. Harry iba a salir a una fiesta junto a sus amigos de toda la vida –wow, pero que hijo tan guapo tengo- dijo Anne, entrando a la habitación del chico de rizos. Harry solamente estaba sonrojado, abotonando su camiseta blanca –espero que sepas que te debes cuidar- dijo su madre, levantando una ceja y dando una mirada de "sabes a lo que me refiero" –si mamá, además sólo iré un rato, estaré de vuelta antes de lo que imaginas- sonrió Harry y su madre le regreso la sonrisa. Limpio sus zapatos, alboroto sus rizos y se puso algo de perfume –wow, vas a ser un éxito con las chicas- dijo su madre, viendo a su pequeño –no tan pequeño-  de pies a cabeza –mamá...- dijo Harry, en un tono algo avergonzado –sabes que no me gustan las niñas, no en ese sentido- y sus mejillas se pusieron coloradas cual tomate –lo sé, lo siento cariño- Anne pellizco la mejilla de Harry y le dio un beso en la frente –que te diviertas amor- y Harry sólo asintió moviendo su cabello a causa de la acción.

Liam lo esperaba en su automóvil, atrás Zayn y Niall. Llegaron a aquella casa bastante grande y llena de personas, se podía decir que toda la escuela estaba ahí. Entraron, saludaron a algunas personas y bailaron. Harry no bebía así que sólo tomaba ponche de frutas mientras miraba como sus amigos se emborrachaban –Niall- llamó a su amigo de ojos azules –iré a tomar algo de aire- aviso, dándose la vuelta y chocando con alguien –fíjate ¡estúpido!-  gritó la rubia, haciendo que todos llevaran su atención a Harry y la chica –bravo Styles- gritó un chico y todos rieron. Harry corrió fuera del lugar, su camisa estaba manchada de rojo por el ponche que la chica tiró sobre él. Podía escuchar las risas de las personas cuando pasaba. Los ojos le picaban y moría de vergüenza.

Camino cabizbajo hasta su casa, deteniéndose en un parque a observar las estrellas. Eran tan brillantes aquella noche. Cuando llego a su casa decidió tomar una ducha, estaba pegajoso y cansado. Salió con sus rizos envueltos en una pequeña toalla y una camiseta de manga larga y un bóxer, así le gustaba dormir.

Conecto su móvil al toma corriente y sus ojos se abrieron cual platos al ver una nueva rosa. Con manos torpes la sostuvo entre sus manos y olio el olor que ésta impregnaba. Sonrió, después de haber llorado. Sacó el pequeño sobre y leyó la nota, moviendo sus labios a la par "No necesitas reflectores, tienes luz propia. Como las estrellas que admiras al anochecer, yo te admiro a ti como si de eso se tratara vivir."

Suspiro y sonrió ampliamente. Guardó su nueva nota y se fue a la cama, dejando la ventana abierta para poder observar las estrellas. Él pensaba que las estrellas eran hermosas y por eso las miraba, y ahora había alguien que pensaba que él era hermoso. Harry era como una estrella.


Rosas Azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora