Novena rosa.

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Un nuevo día comenzaba, dándole la bienvenida al sábado. Harry se encontraba con su cabeza recargada en el pecho de Louis, respirando tranquilamente, luciendo tan lleno de paz y luz propia. Louis lo observaba desde hace unos minutos, sin creer lo perfecto que Harry podía ser sin proponérselo. Observaba cada facción de su pequeño —sólo de edad- sus pestañas finas y largas, sus labios más gruesos que los suyos y de un color rosa, su nariz que parecía perfecta desde cualquier ángulo. Todo en Harry era digno de admirar. Era como una obra de arte.   

Comenzó a acariciar su espalda, escucho la respiración de él, pensando en lo mucho que desearía poder despertar de esa manera todos los días. Entonces Harry despertó y levantó su rostro, quedando muy cercas de su rostro, provocando que su corazón se acelerara. Quería besarlo, pero no lo hizo —buenos días, boo- saludó Harry e inmediatamente llevó una de sus manos hasta su boca, y Louis rio. Sabía que aquello había sido por el mal aliento que normalmente la gente tiene al despertar, pero aquello no le importaba, porque incluso aquello lo encontraba único en Harry —no importa, en verdad, mi aliento también debe ser horrible y posiblemente sientas que tus pestañas se están quemando y aun así no me callo- Harry quitó su mano y soltó una leve risa, haciendo que el día de Louis comenzará de la mejor manera.

Después de haber desayunado ambos estuvieron de acuerdo en pasar el día en casa, comiendo pizza, palomitas o cualquier comida chatarra, acompañados de alguna tibia cobija y películas.

Eran aproximadamente las 8:43 de la noche y la pareja se encontraba recostada en la cama de Louis, Harry tenía su cabeza recargada en el brazo de Louis, ambos en silencio, admirando lo maravilloso que es para ellos pasar el tiempo juntos. Louis dejó un beso en la mejilla de Harry, sintiendo como este sonreía —adoro esto- confesó Harry, haciendo que Louis dirigiera su mirada a él -¿qué cosa?- cuestionó el oji-azul —adoro estar a tu lado, y que me digas cosas lindas, o me abraces y me des cortos besos, la forma en que me haces sentir y como sonríes cuando te digo algo tierno... te adoro, Louis- Harry se aferró al pecho del castaño, haciendo que Louis lo abrazara más fuerte y besara sus rizos. Ambos cerraron sus ojos y cayeron en un ligero sueño.

Faltaban 10 minutos para las 12 de la noche y Louis abrió los ojos, viendo la hora y brincando de la cama, para caminar hasta su mueble y después por una rosa. Faltaban 5 minutos y Louis despertó a Harry, quien con sus manos echas un puño talló sus ojos -¿qué pasa, boo?- preguntó, con sus ojos intentado mantenerse abiertos —casi olvido darte tu rosa- confesó avergonzado, sintiendo como sus mejillas ardían. Harry sólo sonrió y tomó la rosa que Louis sostenía. Leyó la pequeña nota y después abrazó fuertemente a Louis, para después dejar un beso en sus labios —gracias por estar a mi lado- y Harry besó de nuevo los labios de Louis.

Dejó su rosa en el mueble de Louis, sobre la nota para que esta no se perdiera. Ambos chicos fueron a dormir —de nuevo- abrazados, después de un beso de buenas noches y un "te quiero" susurrado de los labios de ambos.

La rosa azul reposaba en la obscuridad, sobre aquel pequeño papel blanco y una oración que hizo aún mejor el día de Harry "Tus hoyuelos han vuelto y los pajarillos han cantado en tu honor."

Rosas Azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora