Su pasado (2)

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Se había acabado, todo había terminado.

La muerte había llegado y se había llevado lo malo, pero, quizás también un poco de lo bueno, un poco de esa tenue luz que habitaba en ella también había muerto con él.

Nunca se lo había admitido a sí misma, ni siquiera se lo había dicho en voz alta, pero, lo amó, estuvo enamorada de él durante mucho tiempo, aún sabiendo las cosas que había hecho, lo había amado, y lo seguía amando.

Lo supo en el momento en que vió sus ojos azules, en que lo vió perdiendo la vida y adentrándose en la muerte. Quizás él había sido malo y por dentro ya estaba muerto, pero, esos ojos azules que tanto amaba Emily, esos siempre habían estado llenos de vitalidad, y ahora se habían apagado para siempre causándole un intenso dolor en el pecho, dejándola sin aliento y sin fuerzas.

Ni siquiera sabía quien le había disparado, ni siquiera sabía cómo había sido.

Por suerte, estaba alejada de todos, en París, allí no tendría que ocultar lo mal que se había puesto al ver a Ian morir.

Clyde era el único de sus amigos, el único que podía preguntarle porque estaba así, tan deprimida, pero no lo hizo, quizás porque él se había dado cuenta mucho antes de lo que ella sentía.

Esos días en París le sirvieron para desahogarse, en tan poco tiempo había perdido a dos hombres que amaba.

Doyle había muerto.

Y Aaron estaba enfadado porque se había marchado con la escusa de cambiar de aires, con la excusa de que ella no lo merecía, por todo lo que había hecho antes.

Después de dos semanas era hora de ir a donde siempre iba para curar sus heridas, ir a la única persona que consideraba pura en la tierra.

Voló a Italia, a Roma más en concreto.

Fue lindo volver a manejar por esas calles, las mismas calles que caminó con su amigo Matthew cuando tenía 15 años, las mismas calles que había caminado hacía unos 9 años y las mismas que cambiaba cada año en fechas señaladas.

Llegó a esa casa que tanto amaba por el simple hecho de que la había escogido para él.

- Hola, Emily.- El abrazo de su querida “Nana” no se hizo esperar cuando entró por la puerta.

- Nana. ¿Cómo estás?

- Muy bien... Te estabamos esperando.- Emily sonrió con dulzura al oír esa frase en plural.

- ¿Dónde está?

- Arriba en su habitación... Estaba muy emocionado de poder verte de nuevo, pero, se ha quedado dormido.

- Es realmente tarde.

- Yo me iré a casa, así podrán pasar el tiempo juntos y solos.

- Puedes quedarte.

- No te preocupes, querida.

Después que Nana, como la llamaba cariñosamente desde que era pequeña, se fuera Emily se dirigió a la planta alta.

Abrió la puerta de la habitación que ponía el nombre: “Matty”, justo al lado de la suya propia, y caminó silenciosamente hasta llegar a donde dormía el pequeño, su pequeño hijo.

Emily lo miró con ternura y con tristeza a la vez, era tan idéntico a su padre que le helaba la sangre, y le recordaba lo que le había pasado a Ian hacía unos días.

Sentada en una esquina del suelo lo más próxima a su cabecita recordó cada detalle de porque estaba allí.

¿Por qué Italia? Porque ahí había decidido abortar a los quince años, en el mismo hospital en que había dado a luz años después.

One Shots CM (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora