Capítulo 19

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Me despierto con un peso considerable encima de mí

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Me despierto con un peso considerable encima de mí. Abro los ojos mientras bostezo y es cuando veo que Eddie ha tomado la decisión de usarme de colchón. Con cuidado le muevo encima de Andrew que está muy cómodo el capullo.

Sé que no me voy a volver a dormir así que salgo de la habitación. En la mesilla veo la pastilla que dejó Andrew cuando trajo el agua y me tomé una. Me encuentro bastante bien dadas las circunstancias, supongo que la medicación funciona, pero como esto es impredecible me la guardo en el bolsillo del pijama. También cojo mi móvil que, supongo que Andrew trajo ayer.

Antes de cerrar la puerta miro a mis hermanos y no puedo evitar sonreír al verles profundamente dormidos, Andrew bocabajo y Eddie bocarriba en su espalda.

Una vez que estoy en la cocina preparo café. Mientras se hace me preparo un par de tostadas. Le añado leche a la taza que he llenado previamente con el café recién hecho y cuando estoy extendiendo la mantequilla en el pan escucho la puerta de entrada.

MIERDA.

Mi madre tiene la manía de mirar en la cocina cada vez que entra a casa. Con el paso de los años descubrí que si nos escondíamos detrás de la puerta que da a la entrada, no podía vernos. Cuando éramos pequeños Ian, Ash, Matt y yo podíamos ocultarnos juntos, al crecer, sólo Matt y yo, mi hermano e Ian se tuvieron que buscar otro escondite.

Sin hacer ruido dejo la taza y el plato con las tostadas en el fregadero y me oculto como tantas veces hice.

La cabeza de mi madre aparece un instante, debe oler el café, pero no le da mucha importancia porque desaparece y enseguida escucho sus pasos subiendo la escalera. En silencio cojo la taza y las tostadas, éstas últimas las dejo en la encimera porque se me ha quitado el hambre. Me pongo el abrigo que está colgado en el perchero de la entrada y salgo al porche sin hacer ruido. 

Me siento en una de las sillas que hay en el porche y le doy un pequeño trago al café. Noto el estómago revuelto así que me tomo la pastilla con un trago de café y dejo la taza —prácticamente llena— en la mesa y salgo a la calle. En cuanto pongo un pie en la acera me siento mejor.

Empiezo a andar y mi pies me llevan a la casa que pertenecía a Ian. Está al lado de la mía cruzando una carretera de doble sentido, es una de las entradas al pueblo y es la que lleva al hospital, por eso recibe el nombre de carretera del hospital

Muy originales, lo sé.

No me fijo mucho en el exterior de la casa porque desde que los señores White murieron, es como si estuviera abandonada. La madre de Ian era la alcaldesa del pueblo, antes que ella el alcalde fue su padre y antes el padre de él. La gente estaba encantada con ellos, por eso siempre salían seleccionados. Esa es la razón por la que la mansión del alcalde ha pertenecido a la familia de Ian durante siglos, hasta ahora. Ian no quería ser alcalde, pues su interés nunca fue la política, y la única familia que le queda con vida es su abuela paterna sin fuerzas para dirigir un pueblo y un hermano de su padre que está soltero, sin hijos y que ni siquiera vive en el pueblo.

El amor no es para mí [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora