El amor no es para mí [COMPLETA]

Capítulo 22

Maratón de dos capitulitos...

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El primer partido de la liga es bastante estresante para los jugadores porque como hagan algo mal, la audiencia va a ir a por ellos. Que si jugando así pretenden ganar la liga, que menos lamentos y más trabajo... en fin, cosas que dicen personas que no tienen nada mejor que hacer porque sus vidas son muy aburridas y vacías.

Las Orcas Asesinas han ganado con una diferencia de veinte puntos. No ha ocurrido nada destacable. El mayor anotador ha sido mi hermano, el mayor número de rebotes, Eric e Ian el mayor número de asistencias.

El partido ha sido entretenido —aunque he querido matar a Khlóē que no dejaba de babear cada cinco segundos por Ian y no en silencio—, pero a mí me interesa más lo que va a ocurrir después.

Eric averiguó, tal y como prometió, que Brody no tiene novia y me lo va a presentar cuando salgan de los vestuarios. Mentiría si dijese que me sorprende las ganas que tengo de conocer a alguien. Parece que es cierto eso de que el tiempo lo cura todo, o al menos estoy empezando a asumir dos cosas:

La primera que es imposible vivir aislada, necesitamos relacionarnos con gente.

La segunda que aunque la gente se vaya de tu lado jamás nos abandonarán los recuerdos. Esos recuerdos pueden ser o no felices, pero son los que nos han forjado como las personas que somos hoy.

—¡Ly! —Me giro para ver a Eric aproximare con Brody—. ¿Has visto qué bien hemos jugado? Somos geniales —dice con una gran sonrisa—. Brody, Emily; Emily, Brody. No sabes lo pesado que se ha puesto con que os presente —murmura cerca de mí aunque está claro que el rubio le ha oído porque entrecierra los ojos, aunque está sonriendo.

—Eres imbécil, Collins —dice soltando una carcajada—. Encantado, Emily. La verdad es que me llamaste la atención el día del cumpleaños de la chica italiana. ¿Quieres... no sé... ir a tomar algo? —pregunta rascándose la nuca, nervioso.

Eric asiente sin que Brody le vea y aunque estoy bastante nerviosa contesto:

—Eh, sí claro. Nos vemos luego Eric.

—Claro, portaos bien —dice antes de darme un abrazo a modo de despedida y alejarse.

Vamos directos al Yew's, el bar que hay entre las residencias más elitistas.

Hablamos un poco de nuestras carreras, él estudia arquitectura —un año por debajo de mi hermano e Ian— para poder heredar el estudio de sus padres, también comentamos cosas del partido y me ahorro decir que tiene un juego muy sucio en la pista porque la idea es ser amable y esas cosas.

Dos cervezas después el bar está a rebosar y yo empiezo a agobiarme.

—¿Te importa que nos vayamos? No me gusta estar rodeada de tanta gente —le digo cerca de su oído para que me escuche por encima de la música.