Epílogo

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―Matty, papá dice que te levantes

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―Matty, papá dice que te levantes.

Abro los ojos para mirar a mi hermana. Tiene el pelo recogido en dos trenzas, su rubio es más claro que el mío. Sus ojos marrones tienen un brillo inocente que espero que nunca pierda y si lo hace que tarde mucho, tiene cuatro años y me tiene a sus pies. No sé cómo decirle que no. Es una pequeña manipuladora, pero la adoro.

―¿No me le das un abrazo a tu hermano favorito?

Pone los ojos en blanco y se acerca a abrazarme.

―Eres mi único hermano, tonto.

Me estiro una vez más y cojo el móvil para mirar la hora, sin embargo mi atención se la lleva el día.

Tres de enero. Hoy Em cumple veintiuno.

―¡NUGGET! ―grita mi hermana y sonrió con tristeza.

A esa pequeñaja no le importó que ese nombre estuviera reservado, le dio igual. Hace casi un año, cuando cumplió los cuatro, le conté que mi mejor amiga y yo prometimos tener un perro, un husky siberiano marrón concretamente, y le íbamos a llamar Nugget. Le encantó la historia y usó sus dotes de angelito en mi padre al que convenció para que le regalara un husky y mi señor padre que se le cae la baba con su princesita pues removió cielo y tierra hasta que encontró uno y se lo regaló.

Yo le quería llamar Anubis porque me acordé de Andrew, el hermano mayor de Em que era un apasionado de la mitología egipcia desde siempre, pero mi querida hermanita tenía otros planes... Básicamente empezó a llamarle Nugget hasta que no respondía a otro nombre y así de fácil una mocosa de cuatro años me fastidió una de la metas que tenía en la vida.

Intenté quitarle la idea, pero me dijo que Emily lo entendería y daría cualquier cosa por poder preguntarle si le importa que el perro de mi hermana se llame así.

Salgo de la habitación del hostal y bajo al comedor donde papá está con Nugget.

―Buenos días ―saludo.

―Hola, hijo. Necesito que te quedes con el perro, hoy Wendy y yo vamos a Firwoods, tengo que comprobar unas cosas antes de mudarnos, volvemos en dos días, ¿vale?

―Perfecto. Los de la universidad me mandaron un correo, en dos días me tengo que pasar por la facultad para que me asignen una habitación y rellene unos documentos.

―Genial, ya veras como no notas casi el cambio. La universidad de Yewbell tiene muy buena fama en casi todas las carreras y la tuya no es la excepción.

Asiento y voy a por el desayuno.

Yewbell es la ciudad universitaria más cercana al pueblo donde voy a volver a vivir después de ocho años y por ello decidí cambiarme, no me gusta estar tan lejos de mi familia.

―Que chica más pesada ―gruñe Wendy cuando me siento de nuevo a la mesa.

―Hola, Matty-Matty ―dice una voz aguda a mis espaldas. Veo cómo mi padre aprieta los labios para no reírse y Wendy pone cara de asco cuando mi novia se sienta a mi lado y me da un breve beso en lo labios―. Buenos días, familia.

El amor no es para mí [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora