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Les gustaba viajar, planificaban los mejores viajes para ellos dos, no importaba la cantidad de días en los que se fueran, eran y son los mejores que pueden hacer, nunca repiten lo que hacen, un lugar distinto los espera al final del viaje; aunque tienen que admitir que por más que sean distintos, que vayan al mismo lugar u otra pequeños, ambos admiten con el pecho inflado que no hay mejor viaje juntos que cuando el estrés, tristeza u otro sentimiento que arrastre hasta el suelo a cualquiera de los dos.
Esto no por el hecho de que uno esté mal, sino por el hecho de hacerlo sentir mejor, sacarlo de el ambiente en que circula gran parte de su día, en el que siente que lo ralentiza, "secuestrarlo", según sus propias palabras, subirse al auto e irse, conducir algunas horas sea en pequeños lapsos de silencio, música a tope mientras cantan lo más desafinado que sus cuerdas vocales le den, hablar tranquilamente o admirar el paisaje, en ningún momento de la ruta que toman se maneja con rapidez, se toman su tiempo, aún si han visto la misma imagen natural, aún si se conocen de memoria por los lugares que van a pasar o las pequeñas cosas que tienen que evitar, ellos disfrutan de ese momento, total saben que a final de la ruta su lugar de relax los va a estar esperando.
No importa si empezó siendo un viaje para mejorar el ánimo de alguno siendo mejor amigo, no importa si sigue siendo un viaje de simples mejores amigos, o si en el lapso de tiempo entre viaje y viaje, sin descartar los mismo, el sentimiento que viaja más allá del que tienen por otras personas fue domando sus corazones, nada importa más que elevar las comisuras de la boca ajena, formar esa tan preciada sonrisa que han compartido mil y un veces, hacerlo carcajear, sacar cada tensión que acumule en su cuerpo.
Ellos siempre van a amar ese viaje de horas hasta una cabaña a lo lejos de todo, al que de suerte y llega el internet, las montañas cerca, y un arrollo abajo al cual se sumergen si el clima así lo permite.
Sea el mismo lugar, el mismo paisaje ida y vuelta, todo lo de ese entorno casi conocido como la palma de sus manos, ese lugar tiene ese algo especial que hace que un sentimiento de hogar, de comodidad absoluta crezca en ellos, que con solo estar frente a la puerta de entrada su ánimo cambie, su sonrisa crezca, la emoción le recorra con mayor frenesí en sus venas.
Fargan siempre le va a agradecer a su preciada abuela que le haya heredado aquel lugar, por qué ahora esa simple cábala a vista de otros, es su pequeño nido de confort al que solo pueden acceder dos personas, un albino de verdes ojos y un castaño de ambares ojos.
Aquel viaje juntos que hacen cada tanto, son los que más valoran, los mejores del mundo, simples pero bellosz y quién se atreva a blasfemar en contra de ellos, pues de ganarán una que otra puteada del par, además de algún broma.
Ojalá y siempre puedan viajar juntos a aquel lugar que tanta calidez les trae al pecho.
Y quién sabe, capaz aquella cabaña termine por hacer aflorar unos sentimientos guardados cual secreto, quien sabe.