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Otra vez el mismo sueño ¿Por qué en su sueño había un castaño de ambares ojos y un par de alas marrones enormes que salían de su espalda? ¿Por qué recuerda su sonrisa? La misma que lo acompaña durante todo el día mientras mientras lo orientas, acompañan y enseñan lo que tiene que hacer el próximo en la lista para ser el gobernante de la dinastía china.
Esa misma sonrisa que a veces hacia que se esforzara al Máximo, llegar a ser mejor en todo aspecto, aún si había días en los que se escapaba de sus obligaciones solo para ir a su lugar escondido, llevando consigo papel y tinta, haciendo lo mejor posible para retratar aquella sonrisa que lo acompañaba noche y día, aún no sabía a quién puede pertenecer aquella expresión o si por pura casualidad no se a cruzado con aquella persona.
Tenía la necesidad de unir sus manos, entrelazar sus dedos, besar sus cachetes o contornear casa curva de su cuerpo, juntar sus labios o sus frentes, buscando pergar sus cuerpos sea con un simple abrazo o algo más allá de eso.
Quería conocerlo en persona para poder hacer todo lo que imaginó en la vida real.
No sé iba a rendir ni ir de esta vida, no sin antes encontrarlo.
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Lamentablemente no llegó a conocer a esa persona, en lo que llevaba de vida, aún si esa sonrisa lo seguía acompañando, o la presencia de aquella persona lo acompañaba en sueños no pudo evitar que lo comprometieran con una muchacha; de cualquier forma eso no evitó que siguiera soñando noche con noche con aquel hombre, fantaseando sobre la sonrisa deslumbrante.
En ningún momento de tantos años en que vivió dejó de fantasear con él, añorando cruzarse con él, por lo menos cruzar palabra.
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Con muchos años de diferencia, un pirata moral búho con un parche en el ojo ansiaba terminar de trabajar en una parte de su castillo, bastante emocionado a qué la noche lo cubra con su manto para poder soñar con aquella verde mirada, una que tenía pegada desde hace un par de días, imaginando lo que seria acariciar aquellos blanquecinos cabellos que tenían la apariencia de ser lo más sedoso jamás tocado, no sabía quién era, no parecía ser una persona puramente inventada por su increíble imaginación.
Le daba tanta curiosidad que su mente se empeñara tanto en que su único sueño fuera con aquel hombre que por alguna curiosa razón le dejaba una sensación de emoción que perdura a todo el día.
Cada mañana se proponía en que un día se tomaría el tiempo para hacer un viaje en busca de aquel muchacho, algo dentro suyo necesitaba tenerlo entre sus brazos, que aquel par de esmeraldas solo lo mirasen a él, que esos labios rositas se curvaran hacia arriba, que aquellas pálidas manos lo acariciaran.
Le daba intriga sentir esa sensación tan agradable en su pecho cuando algo como la sonrisa del albino de sus sueños, literalmente, le cambiaba el ánimo en un santiamén.
Necesitaba encontrarlo a como de lugar.
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No llegó a concretar su viaje al estar ocupado con varios problemas y otras cosas, cuando pudo librarse hubo un problema, la muerte repentina por un enemigo repentino le impidió cualquier objetivo que esperanzado hubiera planeado.
Y aún en sus últimos momentos no pudo evitar sonreír al recordar la sonrisa del misterioso albino que ya hace mucho viene ocupando su cabeza.
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Aquellos que se soñaron por tanto tiempo, que se imaginaron y añoraron poder verse frente a frente, poder como mínimo ser amigos, se cumplió varios años más tarde, donde dos pequeños niños se hicieron amigos al pensar en hacerle una maldad a su maestra; aquel niño albino se hizo amigo del castaño amante de los búhos al escucharlo de casualidad como murmuraba algún plan para una buena maldad.
Se soñaron varias vidas, ambos nacieron en tiempos distintos, pero la vida les dió la oportunidad de conocerse en una de ellas.
