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Todos tiene días buenos y malos, algunas veces nisiquiera llega a uno de ambos extremos, no siempre siendo así, también hay ocasiones dónde están en el medio, capaz tirando más a un lado que al otro.
Todo depende de tu invito del día y de las primeras horas.
Esto también puede ser afectado, dependiendo de cada persona, por el clima actual, haga frío, calor, llueva, truene o nieve, todo es cuestión de lo que te encante y disguste.
En el caso de Willy es un variante con bastante regularidad, ya que él que tenga una mecha corta no lo ayuda en mí has ocasiones; pero eso no es algo a lo que tengamos que prestar atención.
En la situación en la que nos vamos a centrar es en la actualidad, donde el invierno azota cada centímetro del poblado, genrsndo odio en algunas personas y amor en otras.
Gruñidos y temblequeos eran lo único que podía hacer el albino, murmuraba maldiciones, nisiquiera con tres colchas podía sentir el calor necesario para dejar de temblar, necesitaba a su pareja, pero justamente al señorito se le dió por ir a comprar unas cosas por mera gula de comer algo dulce.
Parte de los insultos iban referidos a él, se abrazaba sintiendo como su cola se enroscaba en una de sus piernas, al igual que sus orejas pegadas a su cabeza, necesitaba que lo abrazaran mientras caricias fueran depositadas en su cabello, necesitaba a su novio mimandolo como cada temporada de invierno.
Aquella temporada que lo ponía tan sensible, se ponía exigente con los cariños, con estar acurrucado en el pecho ajeno, ronroneando de gusto.
Aún si había momentos como ese dónde solo estaba él y los acolchados que no se comparaban ni por una pizca al calor que le otorgaba el cuerpo contrario.
Por parte de Fargan, aún a sabiendas que el albino odiaba que saliera así de improvisto en los momentos donde más lo quería a su lado, pero tenía un buen motivo para no estar besándolo, mimándolo mientras le susurra cuánto lo ama, sintiendo a su pequeño gatito temblar y blasfemar hasta la más mínima brisa que le erize la piel. Suspiró antes de terminar de comparar un par de cosas que son del gusto de su novio, sintiendo las ansias de querer tenerlo apachurrado en su pecho.
Cuando terminó de comprar lo necesario se dirigió hacia su casa, tarareando contento, imaginando lo próximo que se le avecinaba, a Willy enojado, sacando de suerte la cabeza de los acolchados solo para dedicarle una que otra puteada rápida, una mirada de súplica y un tirón de su brazo para poder hacer que se acueste a su lado, obligandolo a echarse "contra su voluntad", posicionando él mismo las manos ajenas sobre los lugares que más le gustaba que tocara en momentos así, los cuales eran básicamente mimos entre sus orejas, poniendo la otra mano arriba de la zona donde sale su cola, sintiendo mejor aquel momento si sube mentalmente hacia su columna; al salir del local respiró hondo antes de desplegar sus alas para poder llegar antes.
Soltó una pequeña risa al notar que se le pasó lo suficientemente rápido el vuelo que ya se encontraba en frente a la puerta de su hogar; entró enseguida, pasando de largo a su pieza, siendo lo más cauteloso posible hasta estar frente a la cama, notando aquel bulto que temblaba, y si ponía la suficiente atención llegaba a escuchar como su nombre acompañado de algún insulto eran libres de aquella boca que tan loco lo ponía al unir sus labios.
Una idea surcó su mente, no desaprovecharía la oportunidad sabiendo como acabaría todo.
Aún sostenía una bolsa en su mano, se agachó lentamente hasta poder tomar las telas que cubrían el cuerpo ajeno, tirando de las mismas, generando que la ventisca fresca que generó aquella acción azotara aquel cuerpo; le tomó segundos descalzarse, dejar la bolsa en el suelo, subirse a la cama y posar sus manos en su novio.
F- amor~
W- te odio
Volvió a reír, moviéndose hasta poder acostarse con un albino gruñón en su pecho, abrazándolo con algo de fuerza, sintiendo como su pierna derecha era atrapada por algo peludo y suave, sonriendo con más ganas, apachurrado con suavidad el cuerpo ajeno.
F- ¿Puedo saber por qué has usurpado uno de mis buzos?
W- porque el señorito decidió irse con el frío que hace, ¡Te necesito aquí! ¡Abrazándome! Esto como mínimo tiene tu aroma y me hace sentir bien
Su rostro sonrojado y con el ceño fruncido solo le dió ternura, cambiando el plan que hvai maquinado en su mente; volvió a tomar el cuerpo ajeno entre sus brazos solo para sentarse en la cama, acomodando a su pareja en sus piernas, sintiendo no tan solo que la cola lo soltaba para volver a enroscarse nuevamente, mientras las piernas del albino apretaban su cadera.
Tomó de primeras los acolchados para poder taparlos, más que nada al contrario, tomando poco después la bolsa que con anterioridad dejó sobre el piso, la depósito a un lado de ellos, metiendo su mano, sacando una bolsa de los dulces favoritos de Willy.
F- amor, compré tus dulces favoritos~
W- no pienso moverme ni un centímetro, así que tú me darás de comer, además de que es tu castigo por demorar
Lo besó con calma, para al separarse sonreírle dulcemente, acariciando con us mano libre el cachete izquierdo del menor, disfrutando de verlo sonrojado, con la expresión relajada y de escuchar el bajo ronroneo que hacía.
Suspiró apenas, dejandonde hacer cualquier cosa sobre él para poder destaparlo nuevamente, pegado los dulces a su costado para poder usar sus alas como un abrazo, volviendo a colocar los acolchados sobre las mismas para dale más calor.
Volvió a besarlo, tomando con una mano su cinturaz empezando a dar caricias por encima de la ropa, usando la otra para darle dulce por dulce, intercalado entre ambos, besándose entre gomitas, soltando algunas ristras cada tanto, empezando a llenarse de caricias, diciéndose dulces palabras, tomandose momentos para quedarse en silencio únicamente con la intención de verse a los ojos, sonriendo, suspirando, amándose entre susurros, disfrutando de los suaves ululeos del híbrido de búho y los ronroneos del híbrido de felino.
Por una razón amaban temporadas así, porque eran los momentos donde más horas podían estar tranquilos, recitando se su amor en lo bajo, aún si estaban solos, para que el único que escuchase fuera su pareja.
En el caso del mayor también iba a aprovechar la sensibilidad del cuerpo ajeno para poder dejar el rastro de sus caricias, ya sean en la espalda, cadera, cabeza, donde sea y como sea.
Mientras que el menor amaba esconderse en el cuello ajeno, restregandose ahí, besando cada tanto, sentirse tan cálido hasta el punto de dormirse, abordandole la sensacion de protección que solo su pareja podría brindarle ahora y siempre.