Falsa serenidad

439 64 23
                                    


Pasaron días, semanas, casi un mes y en Hizuru no se tenía mucha información nueva sobre Liberio o Marley, desde la reunión en que Eren les hizo saber todo lo que los Fritz conocían y su próxima invitación las cosas habían cambiado. Se reforzó la seguridad al máximo para que nadie pudiera entrar o salir de la nación sin un permiso del Rey, los esfuerzos de médicos y científicos para detener la enfermedad en Paradise se intensificaron pero en vano ya que no lograban encontrar una pista de qué era lo que la producía.

Afortunada y extrañamente las cosas habían estado muy calmadas esos días, no se tenían reportes de ninguna anomalía o ataque, sin embargo no estaban seguros de que las cosas fueran igual en las otra dos naciones, Kenny mandó un cuerpo entero de  soldados para que investigarán y estos aún no regresaban del viaje, los Jaeger no podían ayudar pues considerando que la mayoría de sus soldados eran jóvenes la enfermedad los estaba llevando a una crisis total. Hacía apenas unos días el Rey Grisha partió rumbo a Paradise ya que no podía dejar más tiempo sola a su gente, sí el Comandante Kruger supo manejar la situación pero no era suficiente, el pueblo aclamaba por su Rey que ya una vez los había salvado.

Con todo lo que había sucedido las visitas de los Jaeger al palacio Ackerman disminuyeron, mientras nada grave pasará no era necesario verse entre sí, sin embargo Eren y Mikasa no estaban conformes con eso, los primeros días fueron difíciles para ellos pero luego encontraron una manera, gracias a la ayuda de Ymir y Jean el ojiverde se escabullia todas las tardes hasta el castillo para tener encuentros, que cada día eran más íntimos, con su amada. La residencia de los Jaeger estaba muy cerca por lo que el trayecto no se le complicaba y su mejor amiga la pecosa siempre lo cubría, en cambio entrar a los jardines del hogar de Mikasa sí que era un riesgo y a pesar de la ayuda del Subcomandante Kirschtein, el Príncipe estuvo a punto de ser descubierto un par de veces.

Esa tarde no fue la excepción, Eren ya esperaba a Mikasa en una construcción dentro de las tierras reales, estaba alejada del castillo y hacía años que fue abandonada pues anteriormente había pertenecido a la Reina Kuchel siendo algo así como su propio conservatorio de música, el lugar estaba tal y como la madre de Mikasa lo dejó, llenó de muebles e instrumentos, no sabían qué más podían encontrar ahí pues nunca se animaron a explorarlo completo, siempre permaneciendo en el ala oeste su lugar favorito era una habitación del segundo piso, las paredes eran claras, los pisos de madera y había arcos que simulaban ser ventanas sin ningún tipo de material que las cubriera dando paso a la vegetación que comenzaba a apoderarse de la fachada, era perfecto para ver las puestas de sol.
El espacio dentro era amplio y había pocas cosas ocupandolo como sillones que habían sido cubiertos por telas blancas años atrás y ahora finalmente eran ocupados por la Princesa, un piano con detalles de oro que se conservaba en buen estado para ser tocado, por último una estantería llena de libros viejos sobre música, partituras y pequeñas estatuas de lo que parecían materiales valiosos.

El ojiverde esperaba sentado en una de las ventanas mirando hacia el cielo cuando al fin apareció la Princesa.

-¡Eren!.- llamó la pelinegra antes de acercarse y él la recibió con un tierno beso en los labios.
-Sólo han pasado unas horas pero moría por verte Mikasa.
-Yo también.- dijo con una sonrisa un tanto apagada.
-Pareces afligida ¿Qué sucede?, ¿Discutiste de nuevo con la Señora Kiyomi?.- cuestionó el castaño.

Preguntaba eso debido a que algunos días atrás Mikasa fue reprendida por su abuela ya que desapareció en medio de una cena con la familia Mizuno, había ido en busca de Jean para que le hiciera el favor de llevar una nota a Eren en la que le explicaba que no podría verlo debido a sus deberes, demoró porque no encontraba al chico por ninguna parte y estuvo a punto de ir ella misma hasta su punto de reunión pero fue sorprendida por Kiyomi cuando caminaba hacía los jardines.

-No es eso, las cosas con mi abuela han estado bien.- contestó la pelinegra.
-¿Entonces?.- inquirió Eren tomándola de la barbilla para levantar su cara y verla a los ojos.
-Es el tío Kenny, está mañana durante el desayuno ha insinuado muchas cosas respecto a los Fritz.
-Me imaginó.- suspiro el ojiverde. -Pensé que después de lo que les dije dejaría sus sospechas de lado pero, ha pasado tiempo y no sabemos nada de ellos a pesar de lo que dijeron, creo que ahora entiendo su desconfianza…
-¿Tú también sospechas de ellos?
-No claro que no, es sólo que no hay manera de comunicarnos, las cartas no son viables y por más que lo intente no se me permite viajar… no tengo idea de qué pasa allá. 
-Quizá parezca egoísta pero me alegra que no puedas viajar.- declaró Mikasa. -Es arriesgado, ya odio demasiado la situación que vivimos y si te ocurriera algo malo, yo no sé qué haría.

A Mikasa realmente le estaba afectando todo lo que pasaba la llenaba de frustración no poder ayudar en nada, su padre y su abuela le habían prohibido involucrarse aún sabiendo que estaba preparada para hacerlo. Ella había compartido algunas de sus brillantes ideas con Eren y él mejor que nadie sabía que era como una genio, había planeado toda una estrategia de seguridad y comunicación ella sola que de haber sido aceptada estaría al nivel de Erwin Fritz, quien además de Rey era considerado el mejor estratega de las naciones aliadas.
Después de conocer el potencial que ocultaba la pelinegra el Príncipe comenzó a entender cierto rumor que escuchó de entre los soldados de Hizuru meses atrás, ellos decían que los jóvenes hermanos Levi y Mikasa eran la mejor arma que el reino tenía y no entendían por qué la familia se empeñaba en dejarlos fuera.

Eren tomó la mano de la chica y tiró de ella para que lo siguiera, la sentó junto a él frente al piano y empezó a prepararse.

-Mikasa recuerdas que cuando nos conocimos te dije que algún día tú y yo daríamos un paseo por los cielos. 
-Claro, me lo dijiste porque te sorprendió que no me interesara conocer otro lugar tanto como a ti.
-Cierto, bueno me encantaría poder llevarte ahora mismo a otros lugares para que despejes tu mente, pero en estos días eso sería imposible… Sin embargo, una vez el Señor Dufour me dijo que la música, la danza o cualquier tipo de arte también te hace viajar a otros lugares…
-¿Uh?

El castaño comenzó a tocar el piano y la Princesa inmediatamente reconoció lo que tocaba, era la melodía que ella había compuesto junto a su profesor, Etienne Dufour quien casualmente también impartía clases a los jóvenes del palacio Jaeger; la había escuchado muchas veces mientras la componían y luego practicando aunque ahora parecía diferente, siempre pensó que era un sonido vacío pero viniendo de las manos ágiles de Eren lo que escuchaba le hacía erizar la piel porque estaba cargado de emociones y parecía sacarlas en cada acorde.
Lo que el ojiverde no sabía es que Mikasa también se había encargado de darle cuerpo a la canción, escribiendo y memorizado la letra que ahora mismo comenzaba a cantar en un tono ascendente mientras mantenía los ojos cerrados.

-...Démon coiffé d'une couronne de diamants, emblemé sacré que personne ne comprend, dans le noir, brille le noir, rien ne les arrête... Qui d'entre nous est la bête?.- se detuvo y abrió los ojos al percatarse de que Eren había dejado de tocar. -¿Qué pasa?
-Tu voz es… Tú eres... Cantas como un ángel.- dijo antes de besarla sin darle tiempo de contestar algo.

Los jóvenes estaban en lo suyo cuando una voz familiar llegó al lugar y la persona entró corriendo.

-¡Mi princesa! ¡Ew! creo que llegué en mal momento.
-¿¡Ah!? Jean ¿Qué haces aquí?.- preguntó la pelinegra separándose de inmediato con un fuerte rubor en las mejillas.
-Es necesario que vuelvas al castillo ahora mismo y a ti Eren te recomiendo lo mismo, vuelve a tu hogar, seguro no tardarán mucho en solicitar la presencia de tu madre si no es que ya lo hicieron.
-¿Por qué? ¿Pasó algo malo?
-No estoy seguro de si es malo o no pero, la Reina Hange y el Príncipe Armin Fritz acaban de llegar a Hizuru...

Dato: En esta historia Mikasa es amante de la música debido a que su madre le enseñaba cuando era niña, luego de que murió no quiso seguir con eso y sé concentro en los entrenamientos físicos pero años más tarde volvió a estudiarla gracias a su profesor, Étienne Dufour.

Bueno les doy ese dato de está manera porque no creí poder agregarlo más adelante.🤔

Doragon no ai - ドラゴンの愛 (EreMika Hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora