Fantasmas del pasado

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Armin ya llevaba buen rato esperando que su tía le dijera algo, se encontraban en una sala de estar dentro de la casa que ocupaba la mujer y aparentemente estaba sola, no había sirvientes ni damas de compañía con ella, o al menos eso le había dicho. Sólo unos minutos antes el joven observó a otra persona en el lugar por lo que asumió que era alguien que deseaba permanecer en secreto, tal vez alguien clave o importante dentro de lo que sucedía así que se mantendría más alerta para evitar dar un paso en falso, comenzaba a presentir que su vida corría demasiado peligro.

-Entonces ¿No piensas darme respuestas?.- preguntó el joven.
-Cuando quieras hablar de tu verdadera madre lo haré, es ultrajante que compares a Gretel con esa… Sirviente que tuvo suerte.
-Te recuerdo que no fue una sirviente, fue la consejera real un cargo digno ¿Acaso odias a Hange por haber sido una consejera?.- el ojiazul la observó expectante. -Eso sería realmente interesante ya que de acuerdo a lo que sé la familia Zoe y la familia Arlet fueron nobles del mismo rango…

La Familia Arlet era una larga dinastía de buena cepa en el reino de Liberio, de ahí provenía Gretel Arlet la madre biológica de Armin y primera esposa de Erwin; por otro lado estaba la Familia Zoe caracterizada no sólo por su posición social sino por su ingenio, cada miembro había sido reconocido por sus destrezas en los campos de la ciencia y en su mayoría habían trabajado codo a codo con la Familia Real para llegar a lo que ahora eran, una nación fuerte y próspera.
Gretel, Erwin y Hange se conocían desde niños preparándose para su adultez y cuando llegó el momento en que  el Reino pasaría a manos de Erwin sus predecesores decidieron que sería mejor para él desposarse con la única heredera de los Arlet, esto debido a que al ser la última de ese árbol genealógico toda la fortuna que su ascendencia cosechó pasaría a ser propiedad de la familia Fritz en algún momento.

-Yo no la odio.- contestó Yelena.
-¿En serio? Y entonces ¿Por qué le has hecho tanto daño?
-¿De qué…
-Vamos Yelena estamos solos ¿No es así? Hablemos claramente de todo lo que ha sucedido, tú odias a Hange, a mi padre y probablemente a mi también.
-¡Armin yo jamás te odiaría!
-Bien, bien entonces concentrémonos en tu odio hacía mis padres ¿Qué te hicieron? Debió ser algo muy grave ya que siendo sólo una niña mataste a mi hermano nonato y casi matas a Hange.
-¿Cómo... lo sabes?
-Me enteré sin querer, fue bastante duro sólo tenía nueve años pero lo supe y me provocabas miedo. Yo fui la razón por la que mi padre no te permitía volver a Liberio…- la mujer lo miraba con asombro y confusión. -Temía que me hicieras lo mismo así que cada invierno durante cuatro años le rogué porque no te permitiera ir al palacio y luego tú simplemente dejaste de escribir, al principio supuse que sería por tus viajes pero luego me interesé en ¿Cómo lograste que Hange abortara?

Yelena comenzaba a sentirse muy nerviosa, un sudor frío recorría su espalda y una pregunta rondaba en su cabeza ¿Sería posible que Armin supiera todo? Probablemente, era mejor escucharlo antes de decir algo por mínimo que fuera.

-Comencé a investigar sobre ese incidente a escondidas de mi padre, llegué hasta el médico retirado que atendió a Hange en ese momento y descubrí algo bastante raro.- el rubio tomó la taza de té que anteriormente le ofreció la persona a su lado. -El "veneno" que usaste es muy conocido por sus resultados cuando se desea interrumpir un embarazo, sin embargo no hay más efectos no había manera de provocar todo lo que le hizo a la Reina… A menos que se usara algún tipo de magia en ello.
La mujer soltó una risita tratando de recobrar la postura. -Armin creo que has leído demasiado arte dramático, sería tonto negarlo cuando ya lo sabes.- resopló. -Es cierto que yo lo provoqué y claro la magia existe pero no conozco a ningún hechicero más allá de los Reiss ¿Cómo podría haberlo hecho yo sola?

El rubio esbozó una sonrisa con toques de burla y alargó un suspiro.

-Creí que mentirías mejor...- Yelena frunció el ceño casi de manera imperceptible. -Sabes a lo largo de está conversación no pudiste verme a la cara hasta hace un momento ¿Creías que mirarme fijamente te haría lucir sincera? ¡Pfft! Pensé que eras más inteligente, ese es un truco de niños.
-Yo no sé de qué…
-Ay por favor deja de intentarlo, aprende de una vez que no puedes mentirle a un mentiroso.

Doragon no ai - ドラゴンの愛 (EreMika Hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora